#UnMovimientoDeHombres

9 Mar

Hace unos meses recibí, de un amigo, la invitación para asistir a un evento. Nos habíamos conocido un par de años atrás, en unos procesos de sensibilización sobre el tema de masculinidades, en los cuales ambos participábamos en calidad de neófitos. Como sea, recibí la invitación para asistir y participar de un Encuentro de Masculinidades al que convocaba un colectivo de hombres. Llegado el día, todo estaba preparado. Comenzamos con algunos ejercicios para generar confianza, luego ejercicios de relajación. Y a continuación, esperaba yo el punto que me iba a aclarar el propósito de la convocatoria, pero no fue en este momento ni a lo largo de todo el evento. Al final, lo único que me quedó claro, fue que el propósito, de quien puede ser considerado uno de líderes del colectivo que invitaba, era su interés en formar un movimiento social de hombres para dar muestras, ante la sociedad, de su interés por cambiar la situación de las mujeres. En realidad llegué a preguntarme por las dificultades para que los hombres pudiéramos llegar a conformar un movimiento social. Y encontré el siguiente artículo tratando de responder a la pregunta de si es posible hablar de un movimiento de hombres.

¿Se puede hablar de UN movimiento de hombres?

Traducción de Chema Espada del artículo “Cuatro corrientes” (Four streams) extraído de la revista australiana “XY. Hombres, sexualidad y políticas” -6(3), primavera 1996. XY, PO Box 473, Blackwood, SA, 5051, Australia-. Su autor es Michael Flood, que nos explica que existe una gran diversidad de grupos y redes que forman parte del movimiento de hombres, e incluso cierta lucha y conflicto fundamental entre ellos. Michael Flood lo cuenta como es.
El movimiento de hombres, para aquellos recién llegados al movimiento, así como para ciertos inocentes visitantes, puede parecer un lugar armonioso en el que compartimos objetivos y esperanzas comunes. Pero para curtidos veteranos como yo (que ya llevaba 9 años implicado a los 29 años), el término “movimiento de hombres” puede esconder desacuerdos muy importantes.
Hablar del “movimiento de hombres” es como poner juntos el Ku Klux Klan y los grupos de defensa de los derechos de los aborígenes y llamarlos el “Movimiento racial”. Vale que los participantes pertenecen a la misma categoría “Hombres”, que todos están comprometidos con cierta exploración de las vidas de los hombres y temas sobre hombres, pero el hecho cierto es que algunos grupos de hombres se oponen directamente a otros. (Un ejemplo habitual sería el conflicto, en Brisbane, entre la “Agencia de los derechos de los hombres” y “Hombres contra la agresión sexual”). Lo cierto es que existe una considerable diversidad y desacuerdo sobre cuestiones políticas básicas, formas de trabajo y todo un espectro de cuestiones concretas.
Estos desacuerdos y conflictos permanecen a veces ocultos, son negados o trivializados en los encuentros del movimiento de hombres. Una razón es que las palabras “conflicto” y “político” se consideran sucias para los hombres encuadrados en aproximaciones espirituales, terapéuticas y de crecimiento personal. Les gustaría ignorar que el desacuerdo existe, y si lo reconocen lo presentan como algo “irrelevante”, como un “ataque” consiguientemente ilegitimo, como una posición que es abiertamente intelectualista, “desde la cabeza y no desde el corazón”. Existe cierta verdad en estas respuestas, pero no deberían truncar la respetable exploración de perspectivas y diálogos que enfocan la diferencia.
Yo me he sentado en grandes círculos de hombres en los que se nos ha dicho que “somos todos hermanos aquí” y que “todos nos amamos entre sí”, cuando sabía perfectamente que ni yo ni otros hombres nos sentíamos siempre así. He estado también en acontecimientos públicos del movimiento de hombres en los que se reconocía la diversidad, pero como un fácil comodín, y al final una perspectiva concreta permanecía como la dominante en la organización y el contenido del evento.
¿Cómo vamos a comprender entonces la creación del movimiento de hombres? Sugiero un modelo con cuatro ramas: (1) hombres anti-sexistas y pro-feministas, (2) movimiento de liberación del hombre, (3) los espirituales, y (4) Grupos de defensa de los “derechos de los padres y de los hombres”. Sin embargo, los dos primeros comparten solapamientos substanciales como veréis en la discusión que sigue a continuación.
(1) Anti-sexistas.
El presupuesto básico, de esta corriente, es que los modelos habituales y dominantes de masculinidad son opresivos para las mujeres, así como restrictivos para los hombres. Se concibe la sociedad como atravesada por injusticias y desigualdades basadas en el género. Los hombres deben responsabilizarse de su propio comportamiento y actitudes sexistas y trabajar para cambiar el sexismo de los hombres en general. Los hombres y grupos en la línea anti-sexista apoyan diversos planteamientos feministas sobre la sociedad.
Sin ir más lejos, todo lo que he dicho hasta ahora puede ser aplicado a la rama de la “liberación del hombre”, y en este sentido se puede defender que estamos hablando de una sola rama, no de dos. Kenneth Clatterbaugh en su libro “Perspectivas contemporáneas sobre la masculinidad” hace precisamente esto al escribir sobre los hombres del “Profeminismo radical” y los hombres del “Profeminismo liberal”. Sin embargo, identifica diferencias entre estas corrientes que yo también veo en el caso de Australia. Ambos son profeministas, pero se apoyan en diferentes ramas del feminismo, ya sea liberal o radical. Para Clatterbaugh, los profeministas radicales ponen mayor énfasis en comprender los privilegios de la masculinidad y de las vidas de los hombres sobre las de las mujeres, y en focalizar la violencia y la agresividad propias de la masculinidad. Los hombres profeministas liberales ponen el acento en que los hombres así como las mujeres están constreñidos por los roles de género, e incluso algunos afirman que los hombres, como las mujeres, están “oprimidos”.
Esta distinción no merece el espacio que le estoy dando aquí. Profeministas y simpatizantes de la “liberación del hombre” son importantes aliados en el movimiento de hombres australiano, y discusiones bizantinas sobre si se puede decir que los hombres estén “oprimidos” pueden oscurecer sus compromisos compartidos fundamentales y sus objetivos de igualdad y justicia. Sobretodo, estos hombres están aprendiendo los unos de los otros. Así los profeministas prestan cada vez mayor atención al dolor y los efectos dañinos que la masculinidad les causa, mientras que los “liberación del hombre” prestan mayor atención al poder de los hombres y la injusticia de género. Mientras yo mismo y otros hombres algunas veces nos hemos denominado como “profeministas” para distinguirnos de otros participantes en el movimiento de hombres, incluyendo aquellos que se identifican con la liberación de los hombres, creo que hemos desestimado así nuestras visiones políticas compartidas y hemos obstaculizado el desarrollo de productivas alianzas.
La violencia de los hombres ha sido un foco de acción importante para los hombres anti-sexistas, y esto se refleja en la formación de los “Hombres contra la agresión sexual –Men Against Sexual Assault (MASA)-” en la mayoría de las ciudades australianas. En los grupos MASA se encuentran hombres de todo el espectro desde los “anti-sexistas” a los “liberación de los hombres”. Se debe anotar que algunos hombres que se identifican como profeministas no se consideran parte del “movimiento de los hombres”. Hombres de dentro y fuera de MASA han dirigido experiencias anti-violencia con niños en escuelas o han dirigido campañas de educación comunitaria como la “Campaña del Lazo Blanco”. A diferencia de la mayoría de los otros grupos en el movimiento de hombres, este trabajo se ha desarrollado habitualmente en colaboración con las feministas y con servicios para la mujer (tales como centros de acogida para mujeres maltratadas y violadas). Los anti-sexistas están comprometidos también en políticas de salud de los hombres, el desarrollo de curriculas igualitarios de género en las escuelas, y la terapia para hombres que han perpetrado violencia, y más temas.
(2) Liberación de los hombres.
Como señalaba anteriormente, la rama de la “liberación de los hombres” defiende que los hombres están heridos por el “rol sexual masculino” y que las vidas de los hombres son alienantes, insanas y empobrecedoras. La perspectiva de la liberación de los hombres es compartida por muchos hombres en el movimiento, y este tipo de ideas puede encontrarse en cualquiera de las corrientes aquí descritas.
La perspectiva de la liberación de los hombres presta una merecida atención al tema del daño, aislamiento y sufrimiento inflingido a los chicos y los hombres a través de su socialización en la virilidad. Los hombres son sobre-explotados, son entrenados para matar y ser matados, son brutalizados y sujetos a la culpabilización y la vergüenza.
Una de las actividades más importantes del movimiento, que encarna esta perspectiva, son los “grupos de auto-ayuda de hombres”. Estos grupos suponen sólo una parte del movimiento de hombres, pero son, de hecho, su savia. En los grupos de hombres se experimentan, muy habitualmente, profundas experiencias altamente formativas para los hombres implicados en ellos. Otras actividades comunes incluyen la terapia y la orientación (counselling), así como el desarrollo de esfuerzos más públicos en temas como la violencia o la salud de los hombres.
(3) Espirituales o mitopoéticos.
La tercera rama comprende ciertos tipos específicos de perspectivas espirituales, que ponen el acento en el trabajo interno de los hombres, comúnmente “mito-poético”, al comprender tanto el mito como la poesía. Los hombres “mitopoéticos” enraízan su pensamiento en el psicoanálisis, especialmente el trabajo de Carl Jung y de Robert Bly. Conciben la masculinidad como fundamentada en profundos patrones inconscientes y arquetipos que son revelados mediante mitos, historias y rituales. Clatterbaugh describe esta perspectiva de la siguiente forma: “los hombres comienzan su vida como personas completas, pero al ser heridos pierden su unidad y se convierten en personas fragmentadas. Entonces, si los hombres buscan los arquetipos grabados en sus inconscientes, podrán curar sus heridas y recuperar su estado de unidad (completitud) y su salud psico-espiritual”. El crecimiento personal es urgente y central en esta corriente, que no se muestra como abiertamente política, y si como una perspectiva más simbólica que literal y más terapéutica que teórica.
De acuerdo a esta perspectiva, o cuando menos, de acuerdo a sus secciones más influenciadas por Bly, los chicos deben ser iniciados en la hombría por hombres mayores. Consiguientemente, una actividad central son los campamentos de hombres y niños, en los que los padres y otros hombres llevan a los adolescentes a través de procesos de iniciación. Algunos ancianos aborígenes asisten en ocasiones a esos campamentos, y la cultura aborigen se toma frecuentemente como fuente para estos procesos de iniciación, así como muchos blancos americanos utilizan las culturas indias americanas.
Para Bly, el feminismo es un “beso de judas”: mientras que ha sido una fuerza positiva para las mujeres, ha retraído a los hombres y ha convertido a algunos en hombres “blandos”. Parece que algunas de las ideas de Bly son cercanas a los seguidores de los derechos de los hombres, y otras ideas son cercanas a la liberación de los hombres o a los pro-feministas liberales. (Véase la obra de Kimmel “Las políticas de la masculinidad”, para ampliar comentarios sobre los movimientos y perspectivas mito poéticas).
Otra versión de la rama espiritual es una corriente de hombres análoga a la espiritualidad feminista y la tradición WICCA. Esta rama parece ser más profeminista. A diferencia de Bly sugieren que a los hombres se les ha amputado lo femenino y el Patriarcado les ha prevenido de reconocer la parte femenina de su naturaleza. Las agendas ecologistas y pacifistas son evidentes en las perspectivas de estos hombres.
(4) Los derechos de los hombres / los derechos de los padres.
Los hombres en el movimiento de “los derechos de los hombres” comparten, con los adherentes a la liberación, la idea de que los roles masculinos son dañinos, negativos y, de hecho, fatalmente letales para los hombres. Pero culpan a las mujeres o al feminismo por el daño causado a los hombres, niegan que los hombres ostenten poder y defienden que los hombres son, en realidad, las víctimas.
“Los derechos de los hombres” es una perspectiva ciertamente anti-feminista y es frecuentemente tildada por los críticos como “retrograda”. Para algunos dirigentes de “los derechos de los hombres”, el feminismo comenzó como un movimiento para la liberación de ambos sexos, pero hoy en día es un movimiento que pretende privilegiar a las mujeres, y estos líderes distinguen entre feministas “igualitarias” (las buenas) y feministas “victimistas” o feministas “de género” (las malas).
Para otros críticos, esta corriente nunca tuvo ningún potencial positivo, y ha intentado mantener a los hombres en sus roles tradicionales. Los adherentes a esta corriente niegan la idea de que los hombres (o algunos hombres) detentan el poder y los privilegios en la sociedad. Defienden que los hombres son “objetos de éxito” así como las mujeres son “objetos sexuales”, y los hombres son arrastrados a tener que ser proveedores. La violencia contra los hombres (en la guerra, el trabajo y de las mujeres) es endémica, incluso tolerada u ocultada por feministas maliciosas y deshonestas, y los hombres son discriminados en los procesos de divorcio y con relación a la custodia de los hijos.
Los grupos de defensa de los derechos de los hombres se solapan substancialmente con los grupos de defensa de los derechos de los padres y con grupos de “padres sin-custodia”, cuyos miembros son, de hecho, varones. Estos hombres parecen, por lo común, bastante dolidos, amargados y heridos, ya que generalmente han pasado por rupturas matrimoniales muy dolorosas y batallas por la custodia de los hijos.
Hay sin embargo desacuerdos entre estas dos sub-ramas, mientras que algunos apoyan una familia patriarcal tradicional la única forma natural y real de familia (frecuentemente influidos por conservadores cristianos), otros tienen una visión mucho más flexible de la familia y las relaciones de género. Algunos están más resentidos y son más histéricos anti-feministas que otros. Se incluirían en esta corriente la “Agencia para los derechos de los hombres (Brisbane)”, la Asociación de Padres Solteros, Papas contra la discriminación, La red por la igualdad de las gentes (Melbourne), el Instituto de Estudios sobre los Hombres (Melbourne), la Confraternidad de Hombres (Perth), el Grupo de apoyo contra la injusticia de las leyes de la familia, y muchos otros.
Los hombres de estos grupos dan apoyo a hombres en trámites sobre custodia, suelen atacar la existencia de servicios específicos para las mujeres como centros de salud especiales o centros de acogida para mujeres violadas (ya sea mediante acciones legales o mediante el acoso), atacan también a los lobbies estatales y a los gobiernos federales, y suelen desafíar a los medios de comunicación mayoritarios, que para ellos están dominados por el feminismo, etc.
Existen organizaciones conservadoras cristianas vinculadas a esta corriente, cuyo ejemplo mejor conocido son los “Guardianes de la Promesa” (Promise keepers). Esta organización es enorme en los EE.UU., y acaba de comenzar su expansión en Australia. Se definen como “ministerio centrado en Cristo, dedicado a la unificación de los hombres a través de relaciones vitales para llegar a convertirse en influencias divinas en su mundo”. Estos grupos son anti-feministas, primariamente evangélistas y cristianos fundamentalistas, están a favor de la vuelta a las relaciones y roles tradicionales de género. Los grupos conservadores cristianos de los EE.UU. mantienen vínculos con el “Derecho Cristiano”, que es una fuerza poderosa. En Australia están comenzando a instalarse y tienen una fuerza relativamente pequeña en el movimiento de hombres, pero esto puede cambiar con rapidez.
Puede parecer que estas diferentes corrientes tienen cada una sus temas clave, con los grupos de defensa de los “derechos de los hombres” centrándose en el derecho de familia y la custodia, “la liberación de los hombres” en el crecimiento emocional de los hombres, el profeminismo centrándose en la violencia de los hombres, y los mitopoéticos en la iniciación de los niños. Sin embargo, no existe un tema o área que se pueda asociar en sí a una corriente particular del movimiento de los hombres. Por ejemplo, no existe razón por la que el derecho de familia y la custodia no puedan ser tomados como un tema propio de trabajo por los pro-feministas. De hecho, esto es lo que está precisamente ocurriendo, que los profeministas (junto con mujeres y otros grupos comunitarios) están respondiendo a las campañas de los grupos de defensa de “los derechos de los hombres”.
Habiendo descrito estas cuatro líneas, estoy obligado a apuntar que no capturo todas las perspectivas ni puntos de vista que forman parte del movimiento de hombres, dejando además de lado una análisis de la literatura sobre masculinidad. El libro de Clatterbaugh “Perspectivas contemporáneas sobre la masculinidad” dedica capítulos completos a perspectivas como, por ejemplo, profeministas socialistas, de clase obrera, negros y homosexuales.
¿Y entonces… ?
¿Qué hacemos con estas corrientes y desacuerdos? La respuesta depende por supuesto de dónde se sitúe uno. En mi caso, llevo implicado mucho tiempo en dialogar con aquellos con los que disiento, e intentando crear alianzas e intercambios respetuosos donde se pueda. Al mismo tiempo, veo que ciertos puntos de vista de los grupos de defensa de “Los derechos de los hombres” van más allá de lo admisible, al ser tan ofensivos, resentidos y destructivos. Creo que el movimiento de los hombres debe ser capaz de encajar la crítica y el debate intelectual si esto significa avanzar, pero reconozco que dedicar demasiada energía a esto puede ralentizar nuestros diversos proyectos. (Las cursivas son del blogger, no del autor del artículo)
¿Qué hará el movimiento de hombres con estas tensiones? Existen alentadores signos de diálogo, ya que diferentes corrientes del movimiento están arrimando el hombro, y de vez en cuando se arman de valor y paciencia para escucharse los unos a los otros. Por otro lado, me pregunto si seguiremos el mismo camino que en los EE.UU., hacia una mayor faccionalización que se expresaría comúnmente en eventos y organizaciones nacionales separadas. Lo que está comenzando a ocurrir –mientras eventos como el “Men’s Leadership Gathering” o el “Festival de Hombres de Sydney” atraen a hombres de todas las corrientes, la organización de los grupos en sí, refleja diferencias políticas. Algunos hombres profeministas que son muy activos se han disociado del movimiento de hombres y se mantienen muy cautos sobre aquellos posicionamientos más conservadores.
El quid de esta discusión es abrir los ojos de todos los participantes y observadores interesados, a las diferencias genuinas que se entrelazan en esta extraña cosa llamada “movimiento de hombres”. Espero que esto relanzará un compromiso más políticamente consciente entre los hombres, y una mayor disposición para reconocer el desacuerdo, para pensar estratégicamente donde fuera necesario, para criticar aquellas secciones del movimiento de hombres que promocionan o defienden la injusticia. Espero que esto relanzará entre los legos una consideración más informada y considerada de las políticas del movimiento de los hombres y que relanzará entre las mujeres, los grupos feministas y otros grupos progresistas, un mayor interés en la formación de coaliciones y alianzas para el cambio social. (Las cursivas son del blogger, no del autor del artículo)
Michael Flood
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#FelizAño2017

30 Dic

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#Machismo-Terrorismo03

11 Dic

Por Isabel Muntané  – Periodista y codirectora del Master Género y Comunicación (UAB), publicado por eldiario.es

El terrorismo se estructura a partir de una violencia diseñada para generar dinámicas sociales de terror en determinados grupos de víctimas y que afecta a la integridad psíquica y física de estas personas.

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Naciones Unidas intentó consensuar una definición de terrorismo en 1972 sin conseguirlo. Desde entonces, todos los intentos de la comunidad internacional para llegar a una definición de conformidad sobre qué significa terrorismo han tenido por denominador común el fracaso. Posiblemente por las múltiples connotaciones que esta palabra aporta y por el temor a las reacciones de aquellos que pueden ser incluidos como sujetos activos de esta categoría lingüística y política. Son muchas las definiciones parciales de terrorismo, pero todas ellas hablan de terror, violencia, fuerza, política, amenazas, alarma social, efectos psicológicos… Tomamos tres definiciones de las muchas posibles. Así, terrorismo, según la RAE, es «la dominación por el terror»; «la sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror» y la “actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos.” Oxford Dictionary lo define como «el uso no oficial o no autorizado de la violencia y la intimidación para la consecución de objetivos políticos» y el Duden alemán habla de “las actitudes y comportamientos, que tienen como objetivo [político] cumplir objetivos mediante el terror”.

Partiendo de estas definiciones podemos entender que el terrorismo se estructura a partir de una violencia diseñada para generar dinámicas sociales de terror en determinados grupos de víctimas y que afecta a la integridad psíquica y física de estas personas. Y que el terrorismo se ejerce con el objetivo de imponer unos determinados valores y obtener unos resultados políticos y sociales que se corresponden a una ideología. Así, si las características atribuidas al concepto de terrorismo son, entre otras, violencia directa, generación de terror y alarma social, intención política e imposición ideológica ¿por qué no hablamos de terrorismo machista?

¿No entendemos que el patriarcado es un sistema de dominación? ¿No entendemos que el machismo es la base ideológica de la organización política del patriarcado? ¿No entendemos que el machismo es una sucesión de acciones violentas, persistentes en el tiempo, para infundir terror? ¿No entendemos que este terror es su herramienta de dominación? ¿Una herramienta para imponer su orden y mantener su poder? ¿Para provocar miedo intenso en la mujer? ¿Los hombres machistas no ejercen la máxima intimidación para mantener sus privilegios sociales y políticos? ¿No entendemos que la máxima violencia machista es el asesinato de las mujeres por el hecho de ser mujeres? Si entendemos todo esto también entendemos que el machismo es una ideología por qué se define por un conjunto de ideas que lo caracteriza, todas ellas basadas en la supuesta superioridad del hombre sobre la mujer y sobre toda persona que se aleja del modelo hombre. De forma que esta ideología, que toma el sexo como categoría social impregnada de política, tal y como la definía Kate Millet, se corresponde con el pensamiento de una colectividad, los hombres machistas, y es un pensamiento que impregna todos los ámbitos de la vida con el objetivo de controlar y someter a sus parámetros políticos las mujeres y todas aquellas personas distintas al modelo de hombre impuesto como hegemónico.

¿No entendemos que el patriarcado es un sistema de dominación? ¿No entendemos que el machismo es la base ideológica de la organización política del patriarcado?

Sin esta violencia, posiblemente, el resto de instrumentos del patriarcado no serían tan eficaces porque la fuerza de la violencia es un instrumento de intimidación constante que impone el miedo y el terror paralizante para mantener su orden y poder. O también, como dijo recientemente Miguel Lorente, el machismo que radica en la cultura y la violencia normalizada por la propia cultura actúa para restablecer «el orden perdido» y para castigar. Por ello podemos decir que los hombres machistas maltratan y matan por un sistema de ideas y representaciones políticas. Y también podemos decir que el terrorismo machista y el político tienen muchos elementos en común. Entonces, ¿por qué nos da tanto miedo hablar de terrorismo machista?

Sabemos que el lenguaje construye la realidad y, a veces, sus consecuencias pueden ser imprevisibles, o tal vez porque son muy previsibles evitamos nombrar las cosas por su nombre. Si consideramos que la intimidación, el maltrato y el asesinato de las mujeres y de todas aquellas personas que no cumplen con las normas de sexualidad y de género impuestas desde el patriarcado es terrorismo machista, estaremos torpedeando la base del patriarcado. Estaremos admitiendo que estos actos tienen un alcance político que ahora mismo se les niega. Porque dar esta categoría es admitir que las vejaciones y agresiones sexuales, las violaciones, los feminicidios, los crímenes por homofobia, lesfobia y transfobia son acciones públicas con dimensión social y política. Es admitir también la dimensión estructural de estas violencias y por tanto requeriría de una intervención social y política, una intervención de Estado, que ahora se niega. Mientras no digamos las cosas por su nombre estaremos negando su existencia y, en consecuencia, su solución. Pero por muchas vueltas de tuerca que demos al lenguaje, la realidad social que sufrimos las mujeres diariamente no es más que la demostración contundente de como la ideología machista busca perpetuarse a través de la violencia física, psíquica y verbal. Es terrorismo machista. Dejémonos de eufemismos y digamos las cosas por su nombre.

FUENTE: http://www.eldiario.es/tribunaabierta/Dejemonos-eufemismos-terrorismo-machista_6_476712335.html

#ApatíaComplice

4 Dic

Por PAULA ORTEGA – Periodista, publicado por eldiario.es

  • Un hombre agredió sexualmente a una viandante a media tarde en el centro de Madrid ante la pasividad de la gente que vio el ataque. La víctima cuenta en primera persona los hechos como denuncia de un comportamiento inadmisible

hombresdevalorparaunfuturomejor

Por fin terminaba el día, ya estaba de camino a casa repasando mentalmente las tareas pendientes y con la imagen del sofá en la cabeza cuando noté que alguien andaba –cerca– detrás de mí. Eran las seis de la tarde, de día, en el centro de Madrid, al lado del metro de Bilbao. No le di más vueltas. De repente, noté que algo se metía por detrás, entre mis piernas,  una mano completamente ajena, inesperada y desconocida que me estrujó el coño con un apretón doloroso y molesto.

Tardé unos 3 segundos en pasar del desconcierto a la rabia. El agresor –sí, con todas las letras– siguió andando y cuando empecé a insultarle “CERDO”, se dio la vuelta doblando la esquina y me devolvió el insulto: “PUTA LOCA”. Todo esto ante la mirada de las y los  viandantes atentas y atentos desde que pegué el primer grito. No sé qué vieron ni qué pensaron pero la realidad es que nadie hizo/dijo nada y me quedé unos segundos más en la calle paralizada mientras él desaparecía hasta que huí avergonzada. No sólo un tío me había tocado, además me dijo que estaba loca, performando la realidad de tal forma que al final la loca era yo.

No sabría decir si al rato lloré más por rabia –un desconocido me había estrujado el coño por la calle– o por frustración, no supe reaccionar, no lo evité ni fui rápida o eficaz en mi respuesta. Ahora me preocupa el hecho de que en ese momento empezara a culpabilizarme absolutamente por todo: por no haber mirado hacia atrás y haberme cambiado de acera, por no haber podido afrontarlo, por no haber tenido reflejos para devolverle un puñetazo… Supongo que tiene que ver con que nos enseñan a que siempre somos nosotras quienes tenemos la culpa.

Si tuviéramos que hacer una jerarquía de agresiones posiblemente “no fue para tanto”, y seguramente por eso en este caso me atrevo a escribirlo. Sin embargo creo que las agresiones y las violencias no tienen grados o jerarquías ni son aisladas o individuales, son reflejo y consecuencia de una sociedad patriarcal basada en la opresión sobre las mujeres y sobre cualquier persona que no se encuentre dentro de los parámetros de la heteronormatividad, es decir, cualquiera que no cumpla con el modelo ideal de lo que debe ser una mujer o un hombre. Transexuales, transgénero, lesbianas, gays, bisexuales, asexuales, intersexuales. Esto simplemente es una contribución a visibilizar, denunciar y repetir incansablemente una realidad podrida y escondida, muy difícil de describir y expresar en muchos casos y que sufren sistemáticamente muchas mujeres en sus diferentes formas de violencia,  mucho más de lo que nos gustaría admitir. Una situación que además está normalizada, el agresor no sólo realiza esta acción porque crea que nuestros cuerpos son objetos de deseo disponibles y a su alcance (sí, asumo que percibió mi cuerpo como un bufet libre), además sabe que no va a haber consecuencias, está convencido de su impunidad, no teme ni por su integridad física ni por represalias legales o sociales. Los agresores no son ni borrachos, ni enfermos mentales, ni tienen traumas freudianos, acabemos con este mito. Él no sólo se creía en su derecho de violar mi intimidad para autocomplacerse, o peor, porque simplemente podía. Él sabía que no le iba a pasar nada.

Lo tremendamente jodido es que millones de mujeres diariamente asumimos, escondemos, vivimos e intentamos olvidar todo tipo de violencias solas, sin aquellos lazos feministas imprescindibles.

Según la Macroencuesta de Violencia Contra la Mujer de 2015, 2,5 millones de mujeres en España han sufrido ‘violencia física’, golpes o violaciones a lo largo de su vida. Más de 2,5 millones -una de cada cuatro españolas o extranjeras residentes aquí- han sufrido ‘violencia psicológica’. 4,3 millones de mujeres -el 21,9%- han sufrido ‘violencia emocional’. 1,62 millones de mujeres ‘violencia sexual’. 2,16 millones mujeres ‘violencia económica’… Se estima que entre un 45% a un 55% de la mujeres en la UE han sufrido acoso sexual desde que tienen 15 años, según la Agencia de los Derechos Fundamentales de la UE. Estos son los ‘datos oficiales’, pero, cuántas mujeres faltarán por denunciar, manifestar, identificar los diferentes tipos de violencias. Al compartir con compañeras, amigas y conocidas esto han sido más que empáticas, todas habían sufrido agresiones en algún momento de sus vidas: al salir de casa, en el metro, volviendo a casa, con su pareja, en su trabajo, con desconocidos, en una discoteca, en un bar, en el instituto, con un profesor en la universidad…

Hay varias cosas que tienen en común todos estos casos. Una importante es el miedo: el miedo a la agresión, a la amenaza, a la violación legal, a la ira, al destrozo, a la calle oscura, a los golpes, a la muerte. Las encuestas hablan de porcentajes, yo me aventuraría a decir que lo hemos sufrido todas en algún momento.

Y otra el patriarcado. Podemos decir lo que queramos: que estas cosas pasan, que qué mala suerte, que fue la minifalda, las horas quizá, el ser rubia, el ir sola y sin protección… O empezar por asumir que vivimos en un sistema machista y patriarcal que vertebra, estructura y atraviesa completamente nuestras relaciones y todos los rincones de nuestras vidas. Si no somos capaces de hacer frente a estos actos como lo que son: violencia salvaje contra un sexo (y un género) y un gesto de dominio violento que va más allá de lo casual; y no hacemos una crítica radical de la sociedad que nos han construido, planteando las relaciones de poder y sus diferentes manifestaciones en nuestra vida cotidiana, mucho me temo que en esas grandes palabras de cambio seguirá quedando una tarea pendiente que afecta a máes de la mitad de la población.

Lo tremendamente jodido es que millones de mujeres diariamente asumimos, escondemos, vivimos e intentamos olvidar todo tipo de violencias solas, sin aquellos lazos feministas imprescindibles. Todas estas reflexiones y apreciaciones de esta agresión no las he hecho individualmente, provienen de un debate colectivo con amigas y compañeras con las que he analizado y puesto en común reflexiones y experiencias que nos dan las herramientas para afrontar esta realidad, trabajarla y luchar contra ella.

FUENTE: http://www.eldiario.es/tribunaabierta/Puta-loca-dijo_6_476362386.html

#Gordofobia

27 Nov

Por Barbijaputa, publicado por eldiario.es

gordofobia

Un cuadro de Botero. EFE.

Hace unos días, un hastag llamado #GordasNoPuedenSerFelices se convertía entrending topic mundial en Twitter. Los allí reunidos hacían chistes sobre gordas (que no gordos), las humillaban y explicaban por qué una mujer con sobrepeso no puede llegar a ser feliz.

Para empezar, parece que la sociedad no tiene muy claro qué es ser gorda. Ayuda a esta confusión el hecho de que para los hombres se usa otra vara de medir (incluso a los hombres con una buena panza se les llama «fofisanos») o el que las pasarelas sigan siendo el púlpito donde diseñadores de todos los colores y estilos siguen subiendo, desde hace décadas, a mujeres extremadamente delgadas y nada representativas de la sociedad real. Si a esto le unimos que es imposible encontrar un anuncio en el que una mujer no haya sido retocada y estilizada con photoshop, ya tenemos el cacao maravillao ideal.

La mujer, a lo largo y ancho del mundo, ha de ceñirse a los cánones de belleza del patriarcado si no quiere convertirse en objeto de mofa y ver afectada su autoestima. Y ceñirse a los cánones de nuestras sociedad se convierte en una auténtica pesadilla cuando vemos que hasta Cristina Pedroche puede llegar a sufrir linchamiento por su peso. No sólo eso, sino que en una entrevista con Risto Mejide, éste le hizo una pregunta acerca de aquella polémica (donde la habían apodado la «Ballena de Vallecas»): «¿Estás gorda?», poniendo a prueba su seguridad en sí misma delante de toda España. «Para mí, no», dijo ella. «Para mí». La gordura ha pasado a ser algo completamente subjetivo. Cualquier mujer puede estar gorda. Absolutamente cualquiera. Con todo lo que esto conlleva: humillación, discriminación, no aceptación ni social ni propia, inseguridad, vergüenza, etc. Hasta tal punto se ha normalizado esto que se ve como algo aceptable que un hombre pregunte en prime time a una mujer como Pedroche si está o no gorda.

Pero el patriarcado no dictamina lo mismo en todos sitios. En otros lugares, como Mauritania, por ejemplo, lo que le gusta a los hombres y, por tanto, lo que hay que conseguir como sea, es estar gorda. Allí, la humillación y la vergüenza la pasan las delgadas. Tanto es así que existen «granjas de engorde» para cebar a niñas y adolescentes, y que sea así más fácil encontrarles marido.

Allá donde vayamos o miremos, todo lo relacionado con el cuerpo de la mujer gira en torno a los deseos del hombre heterosexual. Y las mujeres han de someterse a ellos, haciendo todo tipo de sacrificios para encajar en ellos si no quieren ser excluidas socialmente. A lo largo de la Historia hay ejemplos maquiavélicos como las mujeres jirafa en Tailandia, los pies vendados en China, el engorde a la fuerza en granjas de Mauritania o la escualidez obligatoria en Occidente, que lleva décadas provocando trastornos alimenticios en adolescentes.

Realmente no se trata de que las #GordasNoPuedenSerFelices, que por supuesto pueden serlo, se trata de que se les pone más obstáculos para ello. Una gorda representa una persona que está desafiando las reglas estipuladas por el patriarcado, que no está teniendo en cuenta que puede herir la sensibilidad del hombre cuando la mira. Por eso son parias, por eso han de avergonzarse de sí mismas, ¿qué se han creído? Porque al hombre, ya sea flaco o fofisano (que eso es lo de menos en su caso, porque muy gordo ha de estar un hombre para que se le excluya socialmente), lo que le gusta es lo que le han enseñado que es bello: mujeres estilizadas con photoshop, sin muslos, con las clavículas marcadas.

El problema no está en nosotras, ni españolas ni mauritanas. Está en el patriarcado y en la concepción de que el cuerpo de la mujer existe para el consumo masculino o no existe. El ideal de belleza está diseñado sobre esa premisa, por eso es imposible encontrar a una mujer «perfecta» en la calle, porque hemos llegado a un punto en que necesitamos de lo digital para conseguirla. Y aun así, siempre habrá alguno que diga: «A mí me gustaría un poco más delgada».

FUENTE: http://www.eldiario.es/zonacritica/gordofobia-barbijaputa_6_477412285.html

#PelículasEnClaveDeGénero

20 Nov

Por María Castejón, publicado por eldiario.es

Cualquier película es susceptible de ser analizada en clave de género. ¿Podemos quitarnos las gafas moradas y disfrutar de Pretty Woman?

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Escena de la película Pretty Woman.

¿Qué pensáis de los nuevos personajes femeninos que comienzan a aparecer en las pantallas cinematográficas? ¿Creéis que algo está cambiando en sus representaciones? ¿Qué nos pueden aportar las nuevas heroínas de acción?

Durante años hemos denunciando las representaciones patriarcales del cine, que se caracterizan por un protagonismo eminente e insultantemente masculino. Las mujeres asumen roles secundarios: cuidadoras, trofeos del héroe y/o mujeres florero. Como norma, la mirada y el punto de vista son masculinos. Las mujeres, un objeto para ser mirado.

Si no lo tienes claro, aplica el Test Bechdel.

A pesar de esta tendencia generalizada, siempre han existido fisuras. Las rupturas comienzan hace muy poco, al menos para un público contemporáneo que no conoce La costilla de Adán (George Cukor, 1949), esa deliciosa y sofisticada comedia que enfrenta a (la moderna) Amanda y Adam Bonner por un caso de asesinato y entra de lleno a diseccionar las injusticias de género o La sal de la tierra ( Herbert J. Biberman, 1954), la propuesta cinematográfica que combina cine social, cine de denuncia y cine feminista, fundiendo la lucha de clases con la lucha de las mujeres.

Para no morir en el intento, os proponemos cinco consejos a tener en cuenta antes de ver una película:

  1. Todas las películas son susceptibles de análisis de género, sí; incluso películas muy taquilleras como 8 apellidos vascoso clásicos como Dirty dancing. No hace falta que sean películas feministas militantes, de esas en las que las mujeres sufren como consecuencia del sistema patriarcal, de nacionalidades lejanas, subtituladas, de esas que, no nos engañemos, sólo las vemos unas pocas.
  2. El juego, placer o sufrimiento de la identificación es algo mucho más complejo que pensar que si eres mujer, te identificas con el personaje femenino o si eres hombre te identificas con el masculino. Además de binarista, este planteamiento es un rollo, ya que como público nos podemos identificar con situaciones de diversos personajes, y no necesariamente tienen que ser de nuestro género.
  3. No juzgar una película por lo que nos gustaría que contara y no cuenta. Es muy tentador, es verdad. Maléficasería mucho más interesante si la protagonista fuera mala, pero mala de verdad. Disney se decidió por otros derroteros, qué le vamos a hacer….
  4. No tenemos que sentirnos culpables por disfrutar –en secreto, da mucha vergüenza confesarlo- una tarde de domingo viendo Pretty Woman. Que sí, que sabemos que es muy, pero que muy patriarcal, que esa mirada que le echa Richard Gere a Julia Roberts cuando está en la bañera es merecedora de figurar en los anales de la violencia de género, pero nos han educado en la ideología del amor romántico y hay veces que no lo podemos evitar.
  5. Olvidar el feministómetro. Estamos cansadas de decir que se asemeja a competir por quién la tiene más larga y tiene un tufillo a juzgar. Si te olvidas del feministómetro seguro que ves la película más contenta y feliz.

Aquí nuestros cinco consejos para ver una película desde la perspectiva de género y desde los feminismos, que esperamos os haya servido para identificar películas, reflexionar y pasar un buen rato.

FUENTE: http://www.eldiario.es/pikara/consejos-ver-pelicula-feminista_6_477762246.html

#LocuraCorta

13 Nov

Por Cayetano Olmeda, publicado en eldiario.es

Durante casi 40 años comprobaron si los que se enfadan a menudo se mueren antes. Descubrieron que era verdad.

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“La ira es una locura corta”, decía Horacio, el poeta romano. Y, por lo que vamos sabiendo, un camino más rápido hacia la muerte.

Un trabajo realizado durante casi 40 años y liderado por la Universidad del Estado de Iowa quiso comprobar hasta qué punto era cierta la creencia popular de que aquellos que viven siempre enfadados tienen existencias más cortas. Y los datos obtenidos por este proceloso estudio, que acaban de ser publicados, nos llevan a pensar que sí.

La investigación empezó de una manera muy simple. En una primera fase, entre 1968  y 1972, preguntaron a un grupo de más de 1.300 hombres de entre 20 y 40 años si se enfadaban con facilidad. Esta misma pregunta la repitieron varias veces durante todo aquel periodo.

En la siguiente etapa, que se abrió en 1972 y se cerró en 2007, los estudiosos solo tuvieron que seguir la evolución de la vida de esas personas. Así, descubrieron una correlación entre aquellos que dijeron “sí” cada vez que se les preguntaba y los que se morían antes en términos relativos a su edad, incluso después de valorar otros factores como estado civil, nivel de renta o tabaquismo.

El estudio sugiere que las personas que están siempre enojadas tienen un riesgo 1,57 veces superior de morirse antes que sus congéneres más relajados.

Graciela Peña,  psicóloga clínica, propone unas sencillas técnicas para controlar los enfados. “Técnicas de relajación como respirar profundamente o la imaginación relajante pueden ayudarnos a calmar sentimientos de enfado”, asegura.

Para ello propone unos sencillos pasos:

  • Respirar profundamente, desde el diafragma. Respirar desde el pecho no nos relaja. Debemos imaginar que la respiración sube desde nuestra barriga.
  • Repetir lentamente una palabra o frase tranquilizadora como “relájate” o “tómalo con calma”. Hacerlo mientras respiras profundamente.
  • Recurrir a la imaginación. Visualizar una experiencia relajante guardada en la memoria o en la imaginación.
  • Realizar ejercicios lentos y no extenuantes como el yoga, que puedan relajar los músculos y ayudar a la calma

FUENTE: http://www.eldiario.es/bienestar/relajacion/cabrees-viviras_0_454954603.html

#DecálogoNeomachista

6 Nov

El decálogo del neomachismo o cómo perpetuar la desigualdad de género sin parecer machista

  • En la web proliferan mensajes posmachistas que, en opinión de los expertos, son una reacción patriarcal a los avances en derechos de las mujeres.
  • «Tiene un discurso políticamente correcto, pero es el machismo de siempre», afirman las autoras del estudio ‘Neomachismo en espacios virtuales’
  • Uno de sus planteamientos es que existe un alto número de denuncias falsas por violencia machista, pero solo representan el 0,01% del total, según la Fiscalía General del Estado

Por Marta Borraz, publicado en eldiario.es

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«Ni machismo ni feminismo» o «La violencia no tiene género», algunos de los lemas de Vox al irrumpir en la marcha del 7N / Raquel Ejerique

Suele posicionarse contra la Ley Integral contra la Violencia de Género de 2004 o el lenguaje no sexista y habla de un alto número de denuncias falsas por violencia machista. Es el llamado neomachismo (o posmachismo) que, según las personas expertas consultadas, ha aterrizado como una reacción patriarcal a los avances en derechos de las mujeres conquistados en los últimos años. «Es el machismo de siempre, pero con un discurso transformado para poder introducirse y calar en el mundo actual», según las investigadoras Trinidad Donoso y Nieves Prado.

Pero, ¿en qué se diferencia del machismo como tal? «Tiene un discurso políticamente correcto hacia los principios de igualdad y la inferioridad natural de la mujer no se acepta en esta corriente, al menos no como discurso enunciado», afirman las expertas, que han realizado un estudio sobre ‘ Neomachismo en espacios virtuales’. Es ahí, en la red, donde proliferan mensajes de este tipo y comentarios que pueden condensarse en estos diez.

  1. La violencia no tiene género

Era uno de los lemas que la formación política Vox  llevaba en sus pancartas al irrumpir en la marcha contra las violencias machistas del pasado 7N.»Todos los seres humanos podemos ser violentos», sostiene Rubén Sánchez Ruiz, psicólogo y formador en materia de violencia machista, pero esta frase «ignora que esta es una violencia específica».

Para Miguel Lorente, exdelegado del Gobierno para la violencia de género, «obvia que vivimos en un sistema patriarcal y que hay una construcción cultural que minimiza y justifica la violencia del hombre sobre la mujer», que ha provocado el asesinato de 48 mujeres en lo que va de año, según cifras oficiales. Lorente afirma que esta violencia es distinta a otras porque, entre otras cosas, «se normaliza y responsabiliza a la propia víctima».

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Mensaje en Twitter de la Guardia Civil sobre violencia de género.

  1. Ni machismo ni feminismo, igualdad real

El posmachismo suele reaccionar ante el uso de la palabra feminismo, que «a pesar de ser un pensamiento liberador, lo ve como un ataque y es producto del desconocimiento», resume Lorente, y lo equipara con el machismo para acabar concluyendo que lo que defiende es la igualdad real. Sin embargo, son planteamientos que persiguen lo contrario. Según la Real Academia Española, el machismo es «la actitud de prepotencia de los varones sobre las mujeres» y el feminismo es «un movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres».

  1. Cuestionamiento de la Ley Integral contra la Violencia de Género

Muchos consideran la norma, aprobada en 2004, «discriminatoria para los varones», analizan Donoso y Prado en su investigación. De hecho, existen grupos y asociaciones «de afectados» por la ley porque «se sienten atacados por todo aquello que cuestiona su poder y se presentan como víctimas», explica Sánchez. Pero la norma, «con sus más y sus menos supuso un hito porque, entre otras cosas, intenta visibilizar esta violencia específica».

  1. Un alto número de denuncias falsas

Las expertas coinciden en que la falsa creencia de que hay un elevado número de mujeres que interponen denuncias falsas por violencia machista es uno de los argumentos estrella del posmachismo. Sin embargo, según la  Memoria Anual de la Fiscalía General del Estado con datos de 2014 solo el 0,01% de las mismas lo son. Se trata de un comentario habitual que hace pocos meses utilizó el expresidente de la Comunidad de Madrid Joaquín Leguina en Twitter:

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Joaquín Leguina @LeguinaJ

En España, si dices que hay muchas denuncias por violencia de género que son falsas, eres un machista.

07:01 – 29 jul 2015

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«Las confunden con las absoluciones, que demuestran que los elementos de prueba no son suficientes para la condena y persiguen potenciar el mito de que las mujeres lo hacen para beneficiarse», dice Lorente. «¿Por qué no se habla de denuncias falsas en otros ámbitos en los que son mucho mayores?», se pregunta.

  1. El Síndrome de Alienación Parental (SAP)

En 1985 el psiquiatra Richard Gardner acuñó este término para hacer referencia a la manipulación por parte de un progenitor de los hijos e hijas para enfrentarlos al otro, normalmente por parte de la madre. Con ello, se consigue el cambio de custodia en un proceso de divorcio en base a que ella «lava el cerebro» de su hijo con el objetivo de destruir los vínculos con su padre. Este supuesto síndrome carece de consenso científico y no ha sido reconocido por la Organización Mundial de la Salud.

El peligro radica en que «se está dando en muchos casos de violencia machista y al final el hijo acaba con el agresor», denuncia Sánchez, para el que «los procesos de divorcio son complejos y puede haber manipulación por parte de los progenitores». Sin embargo, afirma, «es criminal convertirlo en un síndrome de la mujer». Según la macroencuesta de 2011, un 73,4% de mujeres víctimas de violencia de género salen de ella a través de la separación, sin interponer denuncia. Lorente califica el SAP como «trampa» porque «evita que nos preguntemos por las verdaderas causas para que los hijos muestren ese rechazo que, en muchos casos, son la violencia que han visto y vivido en el hogar».

  1. El lenguaje no sexista

Burlarse del lenguaje inclusivo, que pretende romper con la forma en que lo masculino se ha impuesto como universal, es otro de los rasgos del posmachismo, según las expertas consultadas. Sánchez defiende su utilización porque «lo que no se nombra no existe», dice, «ya que el lenguaje regula el pensamiento y éste regula las actitudes». Lorente opina que se trata de «un rechazo al significado de lo que defiende este planteamiento comunicativo». Algo que demuestra que «nunca nos hemos cuestionado la utilización de ‘damas y caballeros’, pero sí de ‘todas y todos'».

  1. Uso del término «feminazi» o «hembrista»

En los últimos años se ha extendido el término «feminazi» para referirse a mujeres feministas que luchan por sus derechos haciendo alusión a que pretenden tratar a los hombres como los nazis a los judíos. El término fue popularizado por un locutor de radio estadounidense vinculado al Partido Republicano para nombrar a las mujeres que defendían el derecho al aborto. El hembrismo, por su parte, es utilizado como analogía del machismo para citar «la discriminación sexual, de carácter dominante, adoptada por las mujeres». Términos «que no responden a realidades», afirma Sánchez, y que «se usan de forma despectiva para decir que somos nosotros los intolerantes e irrespetuosos».

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Un cartel aparecido este martes en una calle cercana al Juzgado de violencia contra la Mujer número 6 de Madrid.

  1. La igualdad ya se ha conseguido

«La certeza absoluta de que la igualdad real y formal de mujeres y hombres se ha conseguido» es otra de las características del posmachismo, según Donoso y Prado. Algo que lleva aparejado que «ya no es necesaria ninguna lucha feminista». En opinión de Lorente «se ha logrado actuar sobre la parte más superficial de la desigualdad, pero no sobre las causas».  Las trabajadoras cobran un 23,9% menos que ellos por trabajos de igual valor y el 95% de las personas que están fuera del mercado laboral para dedicarse a los cuidados son mujeres.

  1. Contra las cuotas

Existen opiniones diversas sobre la eficacia de las cuotas, incluso dentro del propio movimiento feminista. Pero el posmachismo suele posicionarse en contra porque «lo considera un ataque ya que estas iniciativas buscan modificar privilegios que la cultura les ha concedido a los hombres», dice Lorente, que considera importantes las cuotas porque «dirigir iguales acciones a quien ocupa una posición aventajada y a quien ocupa una inferior hace que avancen las dos partes, pero manteniendo la desigualdad entre ellas».

La ley de 2004 fijaba como recomendación un 40% de mujeres en el Consejo de Administración de las empresas, pero solo un 18,6% ocupa estos puestos. «Esta cifra no es una situación natural, también es una cuota, la cuota del machismo».

  1. Beneficio económico del que defiende la igualdad

Este planteamiento se basa en que el feminismo utiliza la lucha en favor de los derechos de las mujeres con el objetivo de ganar dinero. Un argumento empleado por el periodista y escritor, Arcadi Espada, que el 12 de noviembre  publicó un artículo en El Mundo sobre la marcha del 7N en el que aludía a que la manifestación solo buscaba «hacer negocio con el crimen». Para Lorente, es un juicio «muy efectivo en época de crisis», pero lo que no se dice es que «hay gente que lleva 30 años dejándose la piel y luchando contra la violencia machista en una situación de muchísima precariedad», añade Sánchez.

Fuente: http://www.eldiario.es/sociedad/decalogo-posmachismo-perpetuar-desigualdad-machista_0_455304638.html

#MujeresCuerpoyAcumulación primitiva

30 Oct

El retroceso histórico del capitalismo – Una revisión de «Calibán y la bruja», de Silvia Federici, por Caballero Knight.

El libro de Silvia Federici, Calibán y la bruja: Mujeres, el Cuerpo y la acumulación primitiva, es una lectura esencial para aquellos de nosotros tratando de destruir a los sistemas de dominación y construir un futuro liberado.

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Lo que es más fascinante de Calibán y la bruja es la forma en que se opone a la creencia generalizada de que el capitalismo, aunque tal vez viciado en su forma actual, fue en un tiempo un «progresista» o desarrollo necesario. Descubriendo la historia olvidada de la caza de brujas que consumió Europa en la sospecha y el fuego durante más de 200 años, Federici demuestra que el capitalismo siempre ha dependido de la violencia espectacular, sobre todo contra las mujeres, la gente de color, los trabajadores y aquellos que cultivan un futuro más igualitario.

El libro recuerda los movimientos campesinos enormes y coloridos de la Edad Media, que apuntaban hacia un futuro no capitalista de Europa y, por extensión, del mundo. Sin embargo, estos caminos fueron bloqueados. La «terapia de choque» de la caza de brujas fue utilizada para aterrorizar a los rebeldes y visionarios, imponer una nueva disciplina en el cuerpo, particularmente en la sexualidad femenina, y marcar el comienzo de un nuevo sistema social basado en una clase obrera sin tierra y la devaluación del trabajo de las mujeres.

Federici escribe: «Es imposible asociar el capitalismo con cualquier forma de liberación o atribuir la longevidad del sistema a su capacidad de satisfacer las necesidades humanas. Si el capitalismo ha sido capaz de reproducirse a sí mismo es sólo a causa de la telaraña de las desigualdades que ha construido en el cuerpo del proletariado mundial, y debido a su capacidad de globalizar la explotación. Este proceso todavía se está desarrollando ante nuestros ojos, como lo ha hecho durante los últimos 500 años”.

El capitalismo – Nacido en llamas

El foco principal de Calibán es la caza de brujas de los siglos 15 al 17 en Europa, a través del cual «cientos de miles de mujeres fueron juzgadas, torturadas, quemadas vivas o ahorcadas, acusadas de haber vendido cuerpo y alma al diablo.»

Federici sostiene que esta represión era sobre todo «una guerra contra las mujeres», que construye una nueva jerarquía sexual basada en la división entre el trabajo asalariado de sexo masculino y el trabajo reproductivo no remunerado femenino tales como la crianza de los niños, el cuidado de los ancianos y enfermos, alimentar a sus maridos o parejas, y el mantenimiento de la casa. Las personas acusadas de brujería eran a menudo mujeres que vivían fuera de este binario – como rebeldes, curanderos, parteras, sexo/género no-conformistas, o los que proporcionan conocimiento prohibido de la anticoncepción o el aborto.

Federici postula esta violencia sistemática contra las mujeres como una modalidad en la formación del capitalismo cuando ella indica que «la caza de brujas se produjo simultáneamente con la colonización y la exterminación de las poblaciones del Nuevo Mundo, los recintos ingleses, y el comienzo de la trata de esclavos. Contrario a la ortodoxia «laissez-faire» que sostiene que el capitalismo funciona mejor sin la intervención del estado, Federici se expande sobre la proposición de Marx que fue precisamente la violencia del estado de esta» acumulación primitiva «, la que sentó las bases de la economía capitalista.

Principalmente, el capitalismo no podría haberse formado sin la creación de una clase obrera sin tierra. Las personas no fácilmente se someten a trabajo asalariado, a menos que ya no tengan una capacidad autónoma para proveer para ellos o para sus comunidades. En la sección citada a menudo de Marx de El Capital, «estos nuevos hombres libres se convirtieron en vendedores de sí mismos sólo después de haber sido despojados de todos sus propios medios de producción… Y la historia de esto, su expropiación, está escrita en los anales de la humanidad con letras de sangre y fuego.»

Pero a diferencia de Marx, que vio la separación de los seres humanos de sus tradicionales bases de la tierra como un mal necesario para la expansión de «las fuerzas productivas,» Federici hace hincapié en la pérdida de la libertad que una vez disfrutamos a través de la conexión con la tierra. Ella señala que antes de los recintos, incluso el más humilde de los siervos tenía su propia parcela de tierra la cual podía utilizar para casi cualquier propósito. Federici escribe: «Con el uso de la tierra también llegó el uso de los» comunes «- prados, bosques, lagos, pastos silvestres – que proporcionaron los recursos cruciales para la economía campesina (leña para combustible, madera para la construcción, estanques de peces, pastos para animales) y fomentaron la cohesión de la comunidad y la cooperación”.

El acceso a la tierra actuó como base de la autonomía, proveyendo seguridad para los campesinos que de otra manera, eran, en gran medida sujetos a los caprichos de su «Señor». No sólo no podían cultivar sus propios alimentos, o cazar en los bosques relativamente abundantes que aún estaban de pie en esa era, pero la conexión a los espacios públicos también dio territorio a los campesinos con el que organizar movimientos de resistencia y economías alternativas fuera del control de sus amos. En palabras del autor, «tan pronto como perdieron el acceso a la tierra, todos los trabajadores eran sumergidos en una dependencia desconocida en la época medieval, ya que su condición de sin tierra dio a los empleadores el poder de cortar su sueldo y alargar la jornada de trabajo.»

El capitalismo se ha extendido alrededor del mundo desde ese momento a través de los mismos métodos de la acumulación primitiva. Una vez que nos vemos obligados de la tierra, no tenemos más remedio que someternos a la disciplina de la fábrica, oficina, o en la escuela.

Una Revolución Olvidada

Calibán es vital para impugnar la teoría marxista de una marcha determinista a través de etapas históricas, en el que el capitalismo es visto como un desarrollo necesario en el camino hacia el comunismo. Federici sostiene que existían otras vías a continuación, al igual que el futuro está abierto ahora. «El capitalismo no era la única respuesta posible a la crisis del poder feudal. En toda Europa, grandes movimientos sociales comunales y las rebeliones contra el feudalismo habían ofrecido la promesa de una nueva sociedad igualitaria basada en la igualdad social y la cooperación”.

Los capítulos más inspiradores del libro hacen visible una enorme serie continental de los movimientos de la gente pobre que casi derribaron la iglesia y el Estado a finales de la Edad Media. Estos movimientos campesinos de los siglos 13 – 16 fueron a menudo etiquetados como «herejes» por desafiar el poder religioso del Vaticano, pero desde la lucha contra la guerra, cátaros vegetariana del sur de Francia a los taboritas comunistas de Bohemia, buscaron una transformación mucho más amplia de la sociedad feudal. Los herejes alcanzaron un seguimiento masivo porque «denunciaron a las jerarquías sociales, la propiedad privada y la acumulación de riqueza, y difundieron entre la gente una nueva concepción, revolucionaria de la sociedad.»

Lo más espectacular, en la década de 1420 y 30, Taboritas y Husitas lucharon para liberar toda Bohemia, haciendo retroceder varias Cruzadas de 100.000 hombres organizados por el Vaticano. Los levantamientos se convirtieron contagiosos en toda Europa, tanto es así que en el período crucial de 1350-1500, se hicieron concesiones sin precedentes incluida la duplicación de los salarios, la reducción de los precios y de los alquileres, y una jornada laboral más corta.

Sin embargo, el campesinado que había vislumbrado la posibilidad de liberación no sería apaciguado por tales reformas. Número cada vez mayor simplemente deja los dominios de los señores para vivir como vagabundos, mientras que otros se negaron a pagar tributo o cooperar en las formas tradicionales. En palabras de Federici, «estaba condenada la economía feudal.»

Las élites respondieron instituyendo la Santa Inquisición, una brutal campaña de represión estatal que incluye la tortura y la quema de herejes hasta la muerte. Pero con el paso del tiempo, el objetivo cambió de los herejes a las mujeres como la Inquisición se transformó en la caza de Brujas.

De acuerdo con Federici, la caza de Brujas tuvo éxito introduciendo una cuña sexista entre los trabajadores y campesinos que «socavó la solidaridad de clase». Mientras que las mujeres se enfrentan a la amenaza de la tortura y la muerte horrible si no se ajustaban a los nuevos roles de género de sumisión, los hombres fueron en efecto sobornados con la promesa de las esposas obedientes y un mayor acceso a los cuerpos de las mujeres.

A medida que las acusaciones de brujería se arremolinaban, la sospecha y el miedo borraron la solidaridad de las comunidades campesinas. No sólo eran herejes y revolucionarios marginados, pero las nuevas divisiones sociales y la desconfianza hacen que sea más difícil para la gente común resistir el robo de sus tierras por los empresarios apoyados por el Estado en los recintos.

Para las élites europeas, además de sofocar una revolución de la clase trabajadora que había amenazado cada vez más sus normas, la caza de brujas sentó las bases de un nuevo régimen de explotación laboral y de acumulación de capital. Federici resume que «El capitalismo era la contrarrevolución que destruyó las posibilidades que habían surgido de la lucha anti-feudal – posibilidad que, de realizarse, podría habernos ahorrado la inmensa destrucción de vidas y el medio ambiente que ha marcado el avance de las relaciones capitalistas en todo el mundo.»

Hoy en día, aquellos de nosotros que tienen en nuestros corazones la semilla de nuevos mundos por venir podemos mirar a los «herejes» y «brujas» que resistieron el capitalismo y el estado de la dominación mucho antes que nosotros. Su ejemplo nos debe inspirar para llevar adelante un movimiento de liberación que es ancha como la Tierra y viejo como el tiempo.

FUENTE: https://endofcapitalism.com/2013/12/14/the-historic-setback-of-capitalism-a-review-of-silvia-federicis-caliban-and-the-witch/

#¿Por-QuéNoLoDenuncia?

16 Oct

Por June Fernández, publicado por eldiario.es

  • La ciudadanía tiende a juzgar a las víctimas de violencia machista por no abandonar al agresor.
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Nerea Armendáriz / pikaramagazine.com

Del “algo habrá hecho” se ha pasado al “la culpa es de ella por seguir con su maltratador”. Con ese argumento, el 40% de la ciudadanía española responsabiliza a las mujeres de los malos tratos que sufren. Mientras las expertas en la materia llaman a explicar a la ciudadanía por qué cuesta abandonar una relación violenta, un programa de la Diputación de Bizkaia ofrece a las mujeres apoyo y acompañamiento para que se separen de sus agresores, respetando sus ritmos y decisiones.

¿Qué frena a romper con un maltratador? La psicoanalista Mariela Michelena cita el miedo al cambio y el empeño por sacar adelante una relación cuyo fin se vivirá como un fracaso: “Por no dar por perdida esa inversión, seguimos sosteniendo la ilusión de que si nos esforzamos lograremos transformarlo. Nos aferramos a cosas por las que ‘vale la pena luchar’ y minimizamos las agresiones diciéndonos que está estresado, que ha sufrido mucho…” La terapeuta, autora de los libros ‘Mujeres malqueridas’ y ‘Me cuesta tanto olvidarte’, apunta que se predispone a las mujeres a olvidarse de sí mismas para cuidar a los otros. “Y pensar que él no podrá vivir sin mí también engancha”, dice.

Silvia (nombre ficticio) apenas llevaba dos o tres meses casada cuando su marido empezó a maltratarla. La faltaba al respeto, la controlaba, se ponía agresivo, rompía objetos delante de ella… “Yo atribuía su comportamiento a sus problemas personales, así que me volqué en apoyarle, renunciando a mi bienestar, pensando erróneamente que así conseguiría liberarlo de su malestar”, cuenta.

El miedo a que la violencia se recrudezca tras la ruptura influye en algunos casos, pero no en la mayoría, afirma Michelena. También descarta que la dependencia económica o la preocupación por los hijos sean elementos centrales: “Hasta ahora eran la gran excusa, pero vemos muchos casos de chicas jóvenes, independientes, que siguen aferradas a relaciones destructivas”.

Reconocer el maltrato

El sistema de protección para mujeres víctimas de malos tratos se inicia habitualmente cuando ellas deciden irse de casa o denunciar. Es decir, se asume que den el gran paso sin apoyo institucional. Por ello, el Servicio de Mujer e Intervención Familiar de la Diputación de Bizkaia lanzó en 2006 un programa que apoya y acompaña a las mujeres para que abandonen las relaciones violentas.

Uno de los primeros objetivos es que la mujer reconozca que vive en una situación de violencia. A partir de ahí, se trata de que identifique las agresiones (por ejemplo, cuesta reconocer como tales las relaciones sexuales no consentidas), los mecanismos que utiliza el agresor para controlarla y dominarla, y cómo funciona la escalada de violencia. “Pocas llegan expresando que son víctimas: quieren sacar a la luz su situación, pero necesitan ayuda para verbalizarlo”, cuenta Elda Uribelarrea, responsable del equipo profesional del programa.

Muchas acuden al Servicio para informarse sobre recursos de viviendas y ayudas sociales, o para pedir orientación sobre el divorcio. La máxima es atender sus demandas sin presionarlas. “Si de entrada les decimos que abandonen la relación, estamos provocando la reacción contraria: ‘Yo haré lo que yo quiera’. Nuestro papel es acompañarlas en la toma de decisiones”, abunda Uribelarrea. Esto puede incluir apoyo en procesos de divorcio o de denuncia, pero la prioridad es fortalecer su autonomía.

Apoyo en la separación

El programa ha atendido a un total de 177 mujeres de perfiles muy diversos desde su inicio en 2006 hasta junio del 2012. La mayoría llevaba más de diez años viviendo la situación de violencia. La intervención, a cargo de psicólogas, educadoras sociales y el apoyo de una abogada, suele durar unos 18 meses. Se trabaja también con las hijas e hijos de las usuarias (en estos seis años se ha atendido a 135 menores) a quienes también se considera víctimas por haber sido testigos de la violencia.

De las 39 mujeres que iniciaron la intervención en 2011, al finalizar ese año 13 habían iniciado una vida independiente del agresor. Pocas abandonan el programa, pero incluso en ese caso vuelven a la relación desde otro punto de partida, afirma Mariví Cubillas, coordinadora del programa: “Entienden por qué se da el maltrato y no se culpan por él”. El programa atiende también a las mujeres que, después de separarse de sus agresores, están pensando en volver con ellos. En ningún caso ha ocurrido que el maltratador se reconozca como tal y pida ayuda, como hacía Luis Tosar en la película ‘Te doy mis ojos’.

Los procesos de separarse y de denunciar son muy delicados, aunque Cubillas matiza que las mujeres “tienen sus propios mecanismos de defensa, de control del agresor”. En todo caso, el equipo de la Diputación acompaña a las mujeres en cada paso, y si detecta que la seguridad de la mujer o de sus criaturas está en riesgo, se lo comunica a Fiscalía. “Los hombres suelen achantarse cuando saben que hay profesionales apoyando a la mujer”, afirma la coordinadora.

No todo es denunciar

Psiquiatras que le dijeron que lo suyo era un problema de pareja, comisarías en las que no había especialistas en violencia de género, Servicios Sociales que se negaron a atenderla sin cita previa… Silvia cuenta que el proceso de buscar ayuda para enfrentar los malos tratos primero y el acoso de su marido después de separarse de él “fue agotador y frustrante”. Decidió no denunciarle: “Suponía justificar las faltas en el trabajo, encararme a él en el juicio, sentir la incredulidad del juez sobre mi testimonio… ¿Qué pruebas podía aportar? Ninguna además de mi angustia y mi miedo”.

Uno de los aspectos singulares de la iniciativa vizcaína es que denunciar se considera algo deseable, pero no se plantea como un requisito o un fin en sí mismo. Cubillas y Uribelarrea citan infinidad de motivos que frenan a las mujeres a recurrir a la justicia: la complejidad del proceso, no querer perjudicar a los hijos o incluso al marido, la situación administrativa en el caso de las inmigrantes, la influencia de las familias… “Y enfrentarse a la etiqueta social de mujer víctima de violencia es duro”, recuerdan. Así, en cada caso se sopesa junto con una abogada las consecuencias positivas y negativas de denunciar o no hacerlo, teniendo en cuenta tanto lo que aportaría a la mujer, como el desgaste emocional que supone.

Eso sí, si la mujer tomase una decisión que pone en riesgo su integridad, como incumplir una medida de alejamiento, la educadora le explicaría las consecuencias de su decisión y su obligación de denunciar el quebrantamiento de la orden de protección ante el juzgado. Hasta el momento, después de ese trabajo, ninguna ha renunciado a medidas de protección.

Un problema social

Además de la atención individual, las participantes en el programa trabajan en grupo para tomar conciencia de que la violencia machista no es una circunstancia privada, sino un problema social que les ha tocado vivir por ser mujeres. En esos espacios reflexionan entre otras cosas sobre los roles y estereotipos sexistas, y sobre los modelos de amor y de familia aprendidos. Desde 2011, también disponen de un programa de ocio y tiempo libre. “El éxito no es sólo que la mujer rompa con su pareja, sino que se sienta más capaz, empoderada, que vea que puede vivir sola, para que no vuelva a repetir ese modelo de relación”, expone Cubillas.

Silvia, quien considera fundamental combinar la terapia psicológica con esos espacios de empoderamiento, cuenta que descubrir los estudios feministas le permitió situar su experiencia de malos tratos en el contexto de una sociedad machista: “Ser consciente de ello me hizo sentir mucho más dueña de mí misma”.

La psicóloga Mariela Michelena recalca la necesidad de sensibilizar a las jóvenes para que comprendan “que la violencia se inicia cuando empezamos a renunciar a pequeñas parcelas de autonomía, como salir con las amigas o vestir como queremos”. Elda Uribelarrea, por su parte, critica que la prensa destaque que la víctima no había interpuesto o había retirado la denuncia, o que alimente el mito de las denuncias falsas: “Hay que explicar cómo los maltratadores van minando con estrategias sutiles la autonomía y la autoestima de las mujeres. De lo contrario, parece que somos tontas”.

#RegaloNoEsPedirPerdón

9 Oct

Por Sofía Pérez Mendoza, publicado por eldiario.es

  • Maribel Maseda ofrece a las mujeres que sufren violencia machista una herramienta para «volver a su zona segura»
  • La autora critica que la sociedad ponga en la maltratada la responsabilidad de salir de esa situación y que sea a la vez tolerante con ciertas muestras de machismo
  • También analiza los mecanismos que hacen más complicado para la mujer alejarse de su agresor: «Casi hasta del final del proceso, las víctimas piensan que pueden recuperar a su pareja y continuar con la relación»

zonasegura

«Hace unos años fui testigo de un episodio de maltrato en un parque de niños. Un hombre voceaba a su compañera y le amenazaba con romperle los dientes. Los padres y las madres alejaban a sus hijos de la escena mientras se preguntaban: ¿por qué ella no se va?, ¿por qué no le deja?».

Esta experiencia, relata Maribel Maseda, fue el impulso que le hacía falta para comenzar a escribir La zona segura (LID Editorial), un libro escrito desde el amor y la comprensión para ayudar a las mujeres que sufren malos tratos –sean del tipo que sean– a salir de la espiral de silencio que impide que abandonen a su agresor.

«Mi intención no ha sido hacer un libro de autoayuda, sino que les llegue el mensaje de que las entendemos. Es una herramienta para que las mujeres tomen conciencia de su problema, que es el primer paso para salir del agujero», explica esta enfermera especialista en Psiquiatría. Los mecanismos que permiten la perpetuación de esta violencia en el tiempo son, según Maseda, todavía muy desconocidos. «Aunque hay empatía –admite–, el conocimiento es aún muy escaso y, sin darnos cuenta, lo vamos permitiendo todo».

«Pasan una media de dos años hasta que una mujer empieza a plantearse que quizás lo que le ocurre no es normal». Hasta ese momento, ellas intentan negociar y ensayar comportamientos para mantener la estabilidad en la pareja. Cuando la situación se vuelve insostenible, se sienten muy avergonzadas y «suelen acudir al médico, al que le sugieren sus síntomas para que les ayude a discernir entre un mal día y un maltrato». En este estadio, señala la autora, «están todavía a años luz de acudir a la policía y denunciar».

«Negociar no significa someterse»

«Cuando hay un primer enfado –por ejemplo, por la ropa que llevas–, la mujer no imagina que el proceso puede desembocar en una agresión, y busca alternativas para solucionar el conflicto. No es que sea sumisa –precisa–, sino que es negociadora. No es autoritaria e impositiva, lo cual no implica sumisión. El problema radica en que el maltratador utiliza esas cualidades para anularla y arrastrarla a una zona gris donde él gobierna, donde se necesita denigrar para adquirir el poder. Ella allí ya no sabe qué es o no correcto».

Casi hasta el final del proceso, las víctimas piensan que pueden recuperar a su pareja y continuar con la relación. «Intercalan momentos de luna de miel con otros de verdadero infierno; son esos destellos de felicidad los que les empujan a aguantar», expone Maseda para tratar de explicar la dependencia asociada a la violencia de género. Y va más allá: «Las mujeres seguimos aplicando en muchas ocasiones el rol maternal dentro de la pareja. Se ignora cómo este tipo de relaciones anulan por completo la voluntad de las víctimas y las someten a una dependencia insana que impide que abandonen a su verdugo, como una madre que protege a su hijo y nunca renunciaría a él».

Pero «proteger no es malo ni está prohibido», matiza. «Si el hombre quiere proteger a su pareja y a ella le gusta sentirse protegida, no hay unas reglas que digan que eso no es sano». El problema se instala, indica Maseda, cuando esa actitud se utiliza para castigar a la otra persona si «se porta mal», es decir, «cuando, por ejemplo, dejas de abrir la puerta a tu pareja, si es que siempre lo haces, para hacerle sentir culpable». En el sentido contrario, «cuando un agresor te hace regalos, no te está pidiendo perdón sino apuntalando su poder».

El alcance del maltrato

Para hacernos conscientes del calibre del terror contra las mujeres, Maseda plantea una reflexión: «Si hay alrededor de 600.000 maltratadas, ello significa que hay 600.000 maltratadores. Eso puede significar que, de cada 50 personas en tu entorno, una se relaciona con un maltratador. Pero no se destapa. Hay como una tapadera enorme que lo justifica».

Y pone como ejemplo frases del tipo: ‘La verdad es que trata un poco mal a las mujeres, pero conmigo se porta fenomenal’ o ‘Hacen comentarios machistas, pero son supermajos’. Y se indigna: «Si en los propios grupos de amigos a veces no reconocemos a una amigo maltratador, ¿por qué exigimos a las mujeres maltratadas que sí lo hagan?».

Maribel se esfuerza en dejar claro que «no hay nadie del todo bueno o del todo malo». Es decir, «que un maltratador que a ti te trata fatal, al mismo tiempo puede ser estupendo con tus hijos o con sus amigos». Pero insiste también en que un hombre que trata a su pareja como a una súbdita sobre la que gobernar «ya era maltratador antes de conocerla y probablemente esta conducta habría emergido, aunque fuera de manera implícita, en otras circunstancias».

Precisamente el entorno es un apoyo fundamental para que las víctimas vuelvan a su zona segura, «allí donde se viven los pensamientos y los sentimientos con plena libertad». En este tránsito desde la zona gris, «los amigos y amigas tienen que ir empujándolas hasta al menos el límite entre los dos territorios, el punto justo en el que ellas pueden empezar a tomar conciencia de lo que les ocurre».

Pero lo fundamental, recalca Maseda, «es acompañar» porque es la mujer la que tiene que tomar la iniciativa de romper la baraja, y «para eso necesita sentirse querida y apoyada». «Nadie puede llamar al 016 por ellas».

Cuando la víctima consigue salir de esa zona gris, el trabajo de reconstrucción de la identidad es imprescindible. «Es un error que intente buscar lo positivo de esa relación para fortalecerse –sostiene Maseda–. El proceso de recuperación de la autoestima no tiene nada que agradecer a esa relación, sino que se debe a las propias habilidades de las mujeres para hacer frente a una situación tan complicada. Eso es lo que todos y todas tenemos que poner en valor».

«Al final me di cuenta de que, a los ojos de la sociedad, la responsabilidad recae siempre sobre la mujer. Si es maltratada, la culpa es suya por ‘dejarse’, por no romper la relación… Al mismo tiempo, el hogar es una zona tan privada que el hombre se siente protegido por su derecho a la intimidad. Por eso hay que rescatar a estas mujeres y a sus hijos, porque los niños que han conocido eso pueden llegar a ser víctimas o verdugos».

#CartasDePerdónDeMaltratadores

2 Oct

 

Por Marta Borraz,  publicado por eldiario.es.

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«No puedo creer que te haya hecho esto, no va a volver a pasar nunca, te lo digo en serio, dame una oportunidad». Se iba a quedar ahí, la violencia no iba a repetirse, se disculpaba, prometía que no volvería a hacerlo, se justificaba aduciendo que había bebido y no podía controlarse. Es el correo electrónico que Sandro envió a su pareja, Rocío, después de agredirla físicamente. Un texto inundado de palabras de perdón y arrepentimiento.

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Sin embargo, es solo una parte de la historia. La otra se encuentra al dar la vuelta a la página. La ONG peruana Vida Mujer publica en un libro digital las cartas, correos y mensajes de Whatsapp o Facebook que 25 hombres enviaron a sus parejas tras un episodio de maltrato. Pero ‘No te mueras por mí’, que mantiene el anonimato de ambos, puede leerse también al revés. Al dar la vuelta al libro se puede leer qué ocurrió con esas mujeres: la mayoría fue agredida de nuevo o fue asesinada. Rocío sufrió un edema cerebral y aún está en coma.

La idea del proyecto nació hace cuatro años, cuando a la ONG, que trabaja con mujeres víctimas de violencia machista, acudió una de ellas con una carta en la mano. En ella él le pedía perdón. «Poco a poco fuimos encontrando que la mayoría de mujeres habían recibido textos similares, incluso regalos como billetes de avión o entradas para el cine», explica Nelly Canción, psicoterapeuta y directora de la entidad. El objetivo es visibilizar que, en muchas ocasiones, las palabras de perdón no responden a un arrepentimiento real, sino que «reproducen el patrón común que se da en el círculo de la violencia».

Este proceso fue estudiado por la psicóloga estadounidense Leonore E.Walker, que describió algunas de las razones que pueden dificultar a las mujeres víctimas de violencia de género salir de lo que la enfermera especializada en Psiquiatría Maribel Maseda llama «la zona gris», donde él ejerce el poder. Walker identificó tres fases del círculo de la violencia: Tensión, en la que el hombre se muestra enfadado y aumentan los insultos y los gritos; explosión, caracterizada por la violencia física o sexual y la última, luna de miel, para volver a empezar.

Es en esta última en la que el maltratador suele mostrarse arrepentido e intenta convencer a la víctima de que le perdone. Este tipo de comportamientos han sido analizados por Maseda, autora del libro ‘La zona segura’, que revelaba a eldiario.es en una entrevista que «cuando un agresor te hace regalos, no te está pidiendo perdón sino apuntalando su poder». Las expertas en violencia de género insisten en la importancia de que no se coloque en la mujer maltratada el peso y la responsabilidad de salir de esta situación.

Alejarse de ello es también la intención de ‘No te mueras por mí’, un título que pretende reflejar la polaridad y el antagonismo que construye el maltratador y siente la mujer, las palabras de perdón y la agresión, explica Canción. «El hombre suele desestructurar y romper ideas y pensamientos, provoca una ruptura emocional y tiene vía libre para controlar y ejercer poder», analiza la psicoterapeuta. Para ella, es significativo que el libro incluya mensajes de móvil y Facebook, pues, en su opinión «las nuevas tecnologías propician un mayor control y brindan al agresor la posibilidad de encontrar inmediatamente a la mujer».

#GéneroyPoder

31 Jul

Publicado en eldiario.es, Sección Zona Crítica, bajo el título “Vuelve el machismo”, por Rosa María Artal.

  • Han vuelto los culos a toda pantalla, síntoma del regreso de la barra libre para usar y minimizar a la mujer. En las elecciones catalanas el número de mujeres se ha reducido al 38,5%.

La foto del poder cambia algún elemento pero siempre es masculina

El 80% de los catedráticos de universidad son hombres, aunque es mayor el número de licenciadas que de licenciados. Más del 70% de los periodistas somos mujeres y ninguna dirige o ha dirigido un periódico de tirada nacional y son escasas las jefas de sección. Los consejos de administración de bancos y grandes empresas siguen ocupados por una mayoría abrumadora de hombres. En este punto compartimos honor con el resto del mundo.  Salvo en Noruega que cuenta con un 42% de mujeres en los órganos de dirección de las empresas, la media europea es del 11%. La foto del poder nos muestra siempre a un grupo de hombres con traje rigurosamente oscuro.

A este panorama ya conocido y sedimentado, se añade en España un intenso recrudecimiento del machismo. Han vuelto los culos a toda pantalla –se diría que hasta para vender estufas o gorros de playa–  como síntoma del regreso de la barra libre para usar y minimizar a la mujer. En las recientes elecciones al Parlament de Catalunya el número de mujeres se ha reducido al 38,5%, desde un 40% que tampoco era para tirar cohetes.

A quien se atreva a señalar los privilegios del machismo y defender la igualdad que busca el feminismo le caen insultos y hasta amenazas, como le ocurre a la colaboradora de eldiario.es que firma como Barbijaputa. La visceralidad en este punto, la agresividad, evidencia que mantener la discriminación por razón de presunta superioridad, se sitúa entre lo más sagrado o valioso. Tenemos un problema, va en aumento, a velocidad acelerada, y hay que hablarlo.

La crisis económica y la involución ideológica que vivimos se ha traducido en un aumento de la desigualdad en todos los niveles y explica este aumento del machismo, de esa brecha de género. En él, los medios de comunicación juegan un papel decisivo como vehículo que, a la vez, potencia el modelo.

Aquellos maridos de la publicidad en blanco y negro arrellanados en el sofá que decidían sobre lavadoras cuando ni pensaban darle en toda su vida al botón del encendido siguieron en activo mucho más tiempo del que creemos. Hasta hace apenas dos décadas continuaban siendo voces masculinas las que aconsejaban en los anuncios las bondades de cualquier producto. Invariablemente. La voz de la autoridad en todas las materias. Cuando ya dejaron piar a las mujeres, la publicidad continuó reforzando los papeles tradicionales de uno y otro: el hombre triunfador y la mujer complementaria. El que, en casa, intenta «ayudar» a su compañera. La mujer, joven y muy delgada, incluso para, cuando toca ese perfil, mostrar el culo –cada día más huesudo– en pantalla. Últimamente también usan los de los hombres como señuelo, si se puede igualar a la baja no se plantean dudas.

Con más de un 70% de periodistas y más de un 60% de licenciadas en distintas especialidades, han regresado las tertulias y debates pobladas de hombres y nada más que hombres. En esa progresión sin pausa desde hace tiempo, durante la noche electoral catalana no había ni una mujer en la mesa de La Sexta y Antena 3. Presentadoras o políticas, sí; como comentaristas no. También viene de lejos.

La opinión fue cosa de hombres hasta hace muy poco tiempo. Con una desproporción descomunal. Prácticamente solo Maruja Torres, Soledad Gallego-Díaz, Rosa Montero, con Julia Otero manteniendo el tipo en la radio, y muy pocas más, lograron el derecho a escribir de «asuntos serios». Porque en cuanto te daban la oportunidad –ese raro lujo que ciertamente pocas disfrutaban y disfrutan- y te salías del temario «igualdad hombre/mujer», «la edad» o similares, venían los retrasos en la publicación, hasta llegar al fin de las colaboraciones.

Y en cierto modo sigue la tendencia. Columnas enteras de solo hombres, con opiniones sin duda valiosas, aunque cuesta creer que sean casi los únicos que pueden aportar ideas. Incluso este diario que incorpora un número infrecuente de mujeres ofrece a veces esa desproporción. En otros medios el porcentaje femenino no debe llegar ni al 5%.

Cuando se trata de aportar argumentos en reportajes y noticias, si hay un hombre disponible para entrevistar siempre es preferido. La discriminación lo es a favor del hombre. Con excepciones: si se habla de la educación de los niños o de salud, belleza y moda, ahí sí encuentran que hay más mujeres «expertas». ¿Cuántas economistas salen a opinar con pizarra o sin pizarra? ¿Cuántas investigadoras, abogadas o juezas?

Había comenzado a cambiar. La Ley de Igualdad efectiva entre mujeres y hombres de Zapatero en 2007 –tan vapuleada por la derecha-, su trabajo en ese sentido desde el primer día, tuvo alguna influencia, como ha sucedido en otros países (Noruega, por ejemplo). Trajo no solo un mayor número de mujeres a órganos de decisión, sino que se aceptara su presencia. Una pica en Flandes hablando de España. Eran, además, mujeres; fuera del modelo tradicional de políticas con testosterona. Como reacción, nacieron también las «feminazis», el término que regaló a las mujeres defensoras de la equidad el afamado escritor Arturo Pérez Reverte. Pero hemos vuelto atrás y el machismo gana de nuevo la partida.

Está pasando factura. Si cualquier colectivo tuviera en su seno un balance de 700 personas asesinadas en la última década, como ocurre con las mujeres, se hubiera paralizado el país.

Cada vez son más las noticias y estudios que alertan sobre el agravamiento de las actitudes machistas incluso desde la adolescencia. El control de la pareja, el imponerle con quién puede hablar o qué puede hacer, impedir que vea a sus amigas, son ya prácticas frecuentes. Las chicas tienden a revisar el móvil de ellos más que al revés, aunque lo están haciendo en un gran número todos ellos. Las agresiones tampoco faltan. La creencia de que todo esto ocurre porque «las quieren». En una reciente encuesta, el 59,4% de los adolescentes consultados pensaban que «el chico debe proteger a su chica». Y que ellos tienen más necesidad de sexo. Han retornado hasta las «chicas duras», frente a las «fáciles».

Estos jóvenes están evidenciando una desoladora inseguridad, un peligrosísimo desconcierto, fruto de la crisis social que padecemos. De la debacle social que se enmascara entre globos de colores. Y en la que hombres y mujeres parecen mirar hacia otro lado obviando problemas de enorme envergadura que les afectan y marcarán su vida.

Soy de quienes se empecinan en pensar que las mujeres somos personas. Y que si una mujer está en el poder obrará como ella sea, porque tan mujeres son Ada Colau y Manuela Carmena, como Esperanza Aguirre y Dolores Cospedal y con eso está dicho todo. Pero las mujeres somos algo más de la mitad de la población. Mayoría, en numerosas especialidades ya. Se está ofreciendo un mundo parcial y mutilado. Y tenemos derecho a toda la voz que nos corresponde y a todos los derechos inherentes al ser humano.

Fuente: http://www.eldiario.es/zonacritica/Vuelve-machismo_6_436816336.html

Y en El Salvador, hay alguna diferencia en la representación de género en el poder?

#PorSerComoEs…

24 Jul

Publicado en eldiario.es, sección Micromachismos, bajo el título “Las guapas ascienden más rápido en las empresas”

  • Un compañero de Miriam juzgó así la promoción profesional de una colega de la empresa: «Ella se ha hecho fuerte aquí por ser como es. Tú tienes que esforzarte el doble para conseguir lo mismo»

Estudié ingeniería informática por vocación en una facultad en la que se podría decir que por cada diez chicos había dos chicas. Nunca tuve ningún problema con mis compañeros. Hice prácticas en varias empresas compaginándolo con los estudios, por aquello de adquirir más conocimientos prácticos y por no salir al mundo laboral sin saber a qué me enfrentaría. Jamás tuve ningún problema con mis compañeros, ya fuesen becarios o trabajadores en plantilla o externos.

Ahora, con los estudios finalizados y experiencia a mis espaldas, estoy trabajando en una PYME en la que somos únicamente cuatro mujeres de la rama técnica de unos 30 trabajadores que hay en plantilla. En una celebración de la empresa, un colega nos dijo a una compañera y a mí: «Vuestra compañera C. se ha hecho fuerte en la empresa y va bastante bien. Claro, ella por ser como es (una chica rubia de ojos azules, guapa y delgada). Vosotras como no sois así, vamos que sois normales, tenéis que esforzaros el doble para conseguir lo mismo».

Las dos nos quedamos frías. No era la primera vez que mi compañera escuchaba un comentario similar sobre el físico de esta persona. «Es más fácil colocar a C. en una empresa que a ti, y ya luego si vale es otra cosa». Entonces, tuvo un encontronazo con el colega que hizo esta afirmación. A mí me pilló de nuevas y, sorprendida, contesté: «Pensaba que me pagaban por desarrollar software, no por agradar la vista a nadie».

Da bastante rabia esta situación porque la media de edad de la empresa está en 30-35 años.

Miriam.

Fuente: http://www.eldiario.es/micromachismos/companera-hecho-fuerte-empresa-guapa_6_473562679.html

#Feminicidio

17 Jul

Publicado en eldiario.es, Sección Desalambre. Derechos Humanos, bajo el título «Temo que me pase algo por pedir justicia por mi hija asesinada, pero tengo más miedo a callar», por Javier Molina.

  • Seis mujeres son asesinadas cada día en México: en julio se declaró la alerta de género en el Estado de México para prevenir el aumento de feminicidios.
  • Dos meses después, más de una veintena de mujeres han sido asesinadas.
  • Entre 2012 y 2013 fueron asesinadas 3.892 mujeres, solo 613 de estos casos fueron investigados y solo el 1,6% recibió sentencia.

Imagen de archivo: Madres de mujeres desaparecidas en Ciudad Juárez, México, muestran pancartas con los nombres de sus familiares desaparecidas, durante una marcha de 370 kilómetros para exigir que les sean entregados los restos de jóvenes.| Efe

Imagen de archivo: Madres de mujeres desaparecidas en Ciudad Juárez, México, muestran pancartas con los nombres de sus familiares desaparecidas, durante una marcha de 370 kilómetros para exigir que les sean entregados los restos de jóvenes.| Efe

En México, aunque nadie parezca darse cuenta, seis mujeres son asesinadas cada día. Lo hacen en silencio, sin ruido, sin mucho impacto, de forma casi «naturalizada», denuncian las organizaciones implicadas. Norma Andrade gritó por una de ellas, por su hija. Pidió justicia, e intentaron callarla. «Afortunadamente he logrado sobrevivir a los dos atentados. Pero tengo que salir a la calle escoltada», dice la mujer que fundó la ONG ‘Nuestras hijas de regreso a casa’ para conseguir acabar con la impunidad que reina en su país.

«El feminicidio se ha naturalizando de una manera aberrante», cuenta Francisca Daniela, abogada y directora de la organización Pan y Rosas, encargada de denunciar la situación de la mujer en el país norteamericano.

Sólo en dos años, entre 2012 y 2013, fueron asesinadas 3.892 mujeres, sólo 613 de estos casos fueron investigados y sólo el 1,6% recibieron sentencia, según un informe del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminificio. El 46% de los casos estudiados fueron asesinatos brutales por apuñalamiento, quemadura, estrangulamiento o golpes, el 16% de las mujeres murieron de un balazo y en el 38% restante las autoridades ni siquiera informan sobre la causa de la muerte.

La hija de Norma Andrade fue secuestrada y asesinada en 2001 en Ciudad Juárez. Después de años de protestas empezó a recibir amenazas. Y a las amenazas les siguió la pólvora.

«Sufrí el primer atentado el 2 de diciembre de 2011. Me dieron cinco impactos de bala de calibre 357 (la primera quedó alojada al lado del corazón, la segunda me destrozó la mano, y las otras tres me atravesaron el hombro y me destrozaron el húmero). El segundo atentado ocurrió el tres de febrero de 2012 en Ciudad de México, me dieron dos cuchilladas en la mejilla derecha y en el cuello».

–¿Tiene miedo de que le vuelva a suceder?

–Por supuesto que tengo miedo de que me pase algo, a mí o a alguno de mis hijos. Pero tengo aún más miedo a quedarme callada.

Para ella, México es el paraíso de la impunidad, el lugar perfecto para asesinar mujeres: «Matar a una mujer en cualquier parte del país es muy fácil. Total, no pasa nada, las autoridades no detienen a los asesinos, por lo tanto se creen con el derecho de privar a la mujer de la vida sin consecuencias».

Norma Andrade concluye: «Un padre no olvida. Un padre sigue y seguirá luchando pese a que le vaya la vida en ello».

«Cada tres horas y 20 minutos asesinan a una mujer»

Sorprende la diferente reacción que causa un feminicidio en Europa y en México. El pasado mes de agosto Sergio Morate asesinó a dos chicas en Cuenca, el caso fue un escándalo internacional, el asesino fue perseguido por varios países europeos y detenido una semana después en Rumanía. En México vivimos la otra cara de la moneda: cada día aparecen nuevas noticias de mujeres asesinadas brutalmente, pero estas son ignoradas por la mayoría de la gente, que parece estar acostumbrada a esta realidad aberrante.

Ni likes, ni retuits, ni apenas comentarios. En México los feminicidios son tantos que no producen conmoción ni escándalo a nivel mediático. Y quizás por ello, la mayoría de los crímenes no son investigados y muy pocos reciben sentencia.

«En nuestro país cada tres horas y 20 minutos le arrebatan la vida a una mujer», cuenta Francisca Daniela. «Consideramos que el feminicidio es un crimen de Estado, porque el Estado sienta las condiciones para que se produzca y se reproduzca impunemente la violencia contra las mujeres. El Estado impone roles para garantizar la opresión. Las mujeres son consideradas mercancías desechables e incluso mercancías sexuales todos los días. Además el Estado participa en la desaparición de pruebas, en la manipulación de datos y en el sesgo que toman sus propias investigaciones. El Estado, en definitiva, se limita a poner en cuestión la forma de vida de las víctimas de feminicidio», concluye la abogada.

El Estado de México, nuevo escenario del horror

De todo México, Ciudad Juárez (la ciudad fronteriza al norte del Estado de Chihuahua) y el Estado de México (que rodea al DF en forma de U invertida) son los lugares en que se cometen más feminicidios. Esta última entidad es una de las más pobladas del país (con más de 15 millones de habitantes), y en ella el número de mujeres asesinadas y desaparecidas aumenta de forma desorbitante.

Para el periodista Sergio González Rodríguez, el patrón criminológico de Juárez y el Estado de México es semejante: «Crimen organizado coludido con poder económico-político, ineficacia, corrupción, impunidad. Las autoridades no quieren ni saben investigar. Más del noventa por ciento de las detenciones que se dan en México, se efectúan en flagrancia, o en flagrancia equiparada. Es decir, la cultura de la investigación en el país es casi nula».

La corrupción, las redes de trata, la ausencia de una policía eficaz, la impunidad y la cultura machista imperante explican que de 2007 a 2012 los asesinatos de mujeres hayan aumentado un 155%.

Cruces por las mujeres asesinadas en Campo Algodonero en México

Nueve años y 2.318 mujeres asesinadas no convencieron a los políticos del Estado de México para emitir una alerta de género con el objetivo de frenar los feminicidios. La presión social y las ONG obligaron a la Secretaría de Gobernación a emitir dicho régimen el pasado 31 de julio. A partir de agosto, el estado que rodea la capital por el norte cuenta con medidas especiales para combatir esta macabra epidemia de muerte.

Según estas, las víctimas de ataques tendrán acceso a la justicia pronta y gratuita, las autoridades emitirán alertas públicas, se conformarán grupos para investigar feminicidios, reforzar zonas peligrosas y detectar posibles víctimas, se generarán acciones inmediatas para buscar a las desaparecidas, se reforzará la vigilancia y se rendirán informes sobre el correcto funcionamiento de la ley.

Dos meses después de activarse estas medidas, más de veinte mujeres han aparecido asesinadas en el Estado de México. Y otras muchas han desaparecido o han sido secuestradas. Cada día siguen apareciendo noticias de chicas jóvenes violadas y asesinadas que son halladas descuartizadas, tiradas en arroyos, ahorcadas y troceadas dentro de bolsas o basureros.

El mismo gobierno del Estado de México minimizó durante años la gravedad del asunto alegando que los delitos no eran tantos, dado el elevado número de habitantes. Durante su reunión con la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, el representante del Estado de México dijo: «¿En el Estado de México es donde más delitos contra mujeres hay? ¡Sí! ¡Pero también es donde existen más mujeres!».

Los asesinatos de mujeres en el Estado de México aumentaron un 155% entre 2007 y 2012. La mayoría de este periodo de tiempo coinciden con el mandato del actual presidente Enrique Peña Nieto como gobernador de la entidad que se extendió desde 2005 a 2011. Hoy se puede afirmar que es el territorio más letal para las mujeres, superando incluso a Ciudad Juárez.

Según el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio de 2005 a 2013, unas 1.767 mujeres han sido asesinadas en el Estado de México, y otras 1.500 desaparecieron, muchas de ellas adolescentes de 15 a 17 años.

La mayoría de la gente leerá estas cifras y olvidará el asunto. Hasta que les toque poner cara a una de las víctimas. Cuando eso ocurre, la palabra feminicidio cobra un significado cruel, atroz y bárbaro. Y no se olvida jamás.

Dos días antes de terminar este reportaje, el periodista recibe un mensaje en el que le comunican que una amiga suya ha desaparecido en México DF. Cuando consigue hablar con sus cercanos se confirma lo peor: fue secuestrada y se pagó el rescate, pero han pasado dos semanas y la chica no aparece ni ha sido liberada. Se teme lo peor. Solo entonces un temblor muy superior al de un sismo traduce al reportero la terrible información que ha ido acumulando y que se resume en una realidad atroz: en México, aunque nadie parezca darse cuenta, seis mujeres son asesinadas cada día.

Fuente: http://www.eldiario.es/desalambre/feminicidio-crimen-sienta-bases-impunidad_0_439557005.html

#DDHHyDefensaDeLaMujer

3 Jul

Publicado en el diario.es, sección Zona Crítica, bajo el título “Defensa de la mujer, defensa de los Derechos Humanos “, por Rosario Goñi, de Economistas Sin Fronteras.

  • La violencia contra las mujeres es uno de los mecanismos sociales fundamentales por los que se les fuerza «a una situación de subordinación respecto del hombre”, según la ONU.
  • Se está reduciendo la financiación para garantizar que ellas y sus hijos tengan la asistencia especializada tras una agresión.
  • También se ejerce violencia cuando se limitan las ocasiones para lograr la igualdad jurídica, social, política y económica.

Eliminar la violencia contra la mujer supone que a toda mujer en cualquier parte del mundo se le reconozca el derecho a la igualdad, seguridad, libertad, integridad y dignidad que corresponde a todo ser humano. Para su eliminación es necesario suprimir todas las formas de discriminación. Discriminar es excluir. Es quitar a la mujer del lugar que le corresponde como ser humano, es prescindir de ella. Descartar, rechazar, negar la existencia de la mujer. La violencia contra la mujer viola los derechos humanos y las libertades fundamentales.

La violencia contra la mujer es “uno de los mecanismos sociales fundamentales por los que se fuerza a la mujer a una situación de subordinación respecto del hombre” , tal y como se recoge en la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer de Naciones Unidas. No es una cuestión de unas cuantas feministas histéricas. Es un problema que nos afecta a todos. La paz y el desarrollo de nuestra sociedad global no es posible si se mantiene la violencia contra la mujer.

La generalización de la violencia contra la mujer dentro de la familia y en nuestra sociedad es un hecho constatado. Transciende las clases sociales, la situación económica y la cultura de quien la ejerce y de quien la padece. Cada vez más radicalizado, se aprecia un incremento de los ataques contra los hijos e hijas con el objetivo de provocar más dolor a las madres. Todos podemos sufrir violencia de este tipo de forma directa o indirecta, y en nuestra mano está el rechazarla, denunciarla y combatirla.

Especial atención merecen los grupos más indefensos. Si además de ser mujer se pertenece a alguna minoría, la violencia, la discriminación y la vulneración de derechos es todavía mayor. Las mujeres indígenas, las refugiadas, las migrantes, las indigentes, las detenidas, las discapacitadas, las que viven conflictos armados, las que viven en comunidades rurales; todas ellas están más desvalidas frente a la violencia. Las ancianas y las niñas, también.

El compromiso de toda la ciudadanía en la lucha contra esta violencia es esencial pero también lo es la exigencia a los poderes públicos de su máxima implicación. Fomentar la investigación sobre las causas y las consecuencias y la recogida de datos especialmente en el ámbito familiar, donde es más complicado llegar a saber lo que sufren las mujeres, son aspectos que se tienen que reforzar. Garantizar que las mujeres y sus hijos tengan la asistencia especializada tras una agresión, que dispongan de los servicios de rehabilitación tanto a nivel físico como psicológico, la existencia de estructuras de apoyo tanto económico como de seguridad, son también necesidades importantes. Y para ello es necesaria una financiación que en los últimos años se ha ido reduciendo de forma sustancial.

Pero la violencia contra la mujer no sólo es física. También se ejerce cuando se limitan las ocasiones en las que puede lograr su igualdad jurídica, social, política y económica. Es una violencia continua, constante, sin tregua. Las conductas sociales y culturales basadas en la idea de inferioridad de unos sobre otros, los prejuicios o la atribución de papeles estereotipados tanto a hombres como a mujeres van en contra de la igualdad entre las personas, y a favor de la proliferación de una violencia que ha dejado demasiadas marcas, algunas más profundas que otras, pero marcas en todo caso.

La Unión Europea califica de plaga a la violencia contra las mujeres y las niñas y establece que con los datos disponibles se puede calificar de fenómeno mundial y del sistema. La Declaración Universal de los Derechos Humanos afirma que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos». Es por ello que todos, en todas partes del mundo y a todos los niveles, estamos llamados a ejercer nuestra responsabilidad en este ámbito porque si defendemos los Derechos Humanos tenemos que trabajar para la eliminación de cualquier violencia contra la mujer.

El artículo refleja la opinión de la autora. Economistas sin fronteras no coincide necesariamente con su contenido.

Fuente: http://www.eldiario.es/zonacritica/Defensa-mujer-defensa-Derechos-Humanos_6_454314571.html

#CuotasParaLasMujeres

26 Jun

Publicado en eldiario.es, Sección Zona Crítica, bajo el título “A favor de las cuotas para las mujeres “, por J. Ignacio Conde Ruiz.

En España, las mujeres representan  menos del 10% de los embajadores, menos del 14% de los jueces del Tribunal Supremo, menos del 30% de los Ministros, menos del 20% de los catedráticos, y así podríamos seguir enumerando multitud de profesiones

En todos los países desarrollados, las mujeres alcanzan niveles educativos superiores a los hombres. En España, por ejemplo, las generaciones de las mujeres que hoy tienen menos de 50 están más educadas que los varones de su misma edad. A nivel europeo las mujeres también representan el 60% de todos los trabajadores con estudios superiores y el 45% del empleo total. Pero cuando miramos a los puestos de dirección parece que existiera un ‘techo de cristal’ que impidiera a las mujeres el acceso a puestos de mayor responsabilidad. En España, las mujeres representan menos del 10% de los embajadores, menos del 14% de los jueces del Tribunal Supremo, menos del 30% de los ministros, menos del 20% de los catedráticos, y así podríamos seguir enumerando multitud de profesiones…

Como no podía ser de otra manera, en el sector privado sucede exactamente lo mismo. En los consejos de administración de las grandes corporaciones europeas que cotizan en bolsa, los últimos datos hablan de un escaso 18,6% de presencia femenina en media. Sin embargo, las diferencias entre países resultan muy significativas: mientras en Francia o Finlandia las mujeres alcanzan un 30% de los puestos en los consejos de administración, en países como Irlanda o Portugal no llegan ni al 10%. España también se sitúa por debajo de la media europea con un 15,1%. Mención especial merece Noruega, el único país europeo (aunque no de la UE) donde la presencia de mujeres alcanza el 40%.

Es por ello que la presencia de mujeres en los consejos de administración de las empresas se encuentra en pleno debate en Europa. Así, varios países europeos como Italia, Francia o Alemania, se han unido recientemente a los países nórdicos, pioneros en la imposición de cuotas obligatorias de representación femenina en los consejos de administración.

Las cuotas, por definición, consiguen aumentar la representación de las mujeres. Las principales voces en contra de las cuotas de representación femenina argumentan que no son la solución para acabar con la desigualdad de género, porque, desde su punto de vista, supone reconocer que las mujeres son incapaces de alcanzar estas posiciones por su propio talento sino únicamente debido a la imposición de una ley. Otras voces discrepantes afirman que las cuotas tratan de buscar la igualad de resultados y no la igualdad de oportunidades.

En primer lugar, estos argumentos parten de una premisa es falsa, pues a la luz de la evidencia no existe igualdad de oportunidades en cuanto al género. O es que alguien piensa que la posición que ocupan las mujeres en los cargos de responsabilidad es la que le corresponde. En segundo lugar, en mi opinión, las cuotas representan una medida muy útil para acabar con el monopolio masculino existente y romper el ‘techo de cristal’, aumentando la representación de mujeres. Además, sería un grave error pensar que las cuotas solo resultan beneficiosas para las mujeres, pues los beneficios para la sociedad son mucho mayores. Me baso en dos argumentos, principalmente. El primero de ellos alude a la equidad y el segundo a la eficiencia.

El primer argumento alude a la equidad pues las oportunidades de las mujeres de acceder a puestos donde habitualmente lo tienen más difícil aumentan. Y es que no podemos obviar que los procesos de selección no son neutrales en cuanto al género. Hay una gran evidencia empírica al respecto. Pero permítanme mencionar lo que ocurrió cuando se impusieron las audiciones a ciegas, es decir sin conocer el sexo del músico, en los procesos de selección de las principales orquestas norteamericanas. Pues sí, lo que cabría esperar, que aumentó considerablemente el número de mujeres seleccionadas. Por lo tanto las cuotas, avanzan en la igualdad de oportunidades.

El segundo argumento alude a la eficiencia. Las cuotas pueden resultar muy eficientes si, en un contexto de discriminación, rompen la ventaja persistente del grupo dominante, aquel que ostenta mayor representación en el propio comité de selección. No podemos olvidar que existe una tendencia en las personas a preferir personas que se parecen ellas («homofilia»), pues les permite evaluar mejor sus características, y esto da lugar, a que los evaluadores masculinos prefieran seleccionar candidatos masculinos, aún sin ser conscientes de ello. Así, un sistema con cuotas, al aumentar la probabilidad de que una mujer sea promocionada, genera, solo con su implantación, que un mayor número de mujeres con talento entren en la competición para optar por esos puestos.

Salvo que a estas alturas alguien todavía piense que el talento se encuentra menos representado en las mujeres, los problemas que aducen los adversarios de las cuotas sobre los menores méritos o la disminución del talento por la inclusión de mujeres no se justifica en absoluto. A día de hoy, en España el 48% de las mujeres menores de 35 años tienen un grado universitario, frente al 35% de los hombres. Por consiguiente, las cuotas resultan necesarias no solo para conseguir la igualad de oportunidades entre géneros, sino también para impulsar hacia una mejor selección de la clase dirigente (hombres y mujeres). En un sistema de cuotas, las empresas deben reconsiderar con mucha atención a quien sitúan en las posiciones de dirección: dado que algunos hombres han de quedarse fuera, existen grandes incentivos a que los excluidos sean los que presentan menor talento; de la misma forma que existen grandes incentivos a seleccionar las mujeres con mayor talento. La calidad de los consejeros, por tanto, puede mejorar con un sistema de cuotas de representación femenina.

¿Cuál es la situación en España? Tras la puesta en marcha de la Ley de Igualdad en 2007 donde se recomendaba, no se imponía, el aumento de mujeres en los consejos de administración, su presencia ha pasado del el 6% del 2007 al 17% de hoy. Un avance muy limitado, y más si tenemos en cuenta que tan solo el 5% de los consejeros ejecutivos son mujeres. Es decir, la mayoría de las mujeres son consejeras nominales o independientes, es decir las que menos poder tienen dentro de los consejos.

Porcentaje de mujeres en el Consejo de Administración de las mayores empresas que cotizan en Europa.

Pero si miramos con más detalle los datos de las ‘pocas’ consejeras que hay en nuestro país (tan solo hay 80 mujeres y 449 hombres), las señales resultan aún más alarmantes. Las consejeras, siendo más jóvenes y mejor preparadas que los hombres, tienen una remuneración que es hasta tres veces inferior a la de los consejeros. También es importante señalar el reducido porcentaje de directivas o de CEO en comparación con otros países, como podemos ver a continuación.

Mujeres en puestos directivos/CEO de las mayores empresas que cotizan en Europa.

La experiencia italiana resulta muy prometedora. La aprobación en 2011 de una ley de cuotas obligatorias, pero temporales, ha conseguido revertir una situación que era más desfavorable que la española. La Ley 120/2011 impuso cuotas de género obligatorias en los consejos de administración de las empresas que cotizan en bolsa y en las empresas públicas. Gracias a esta norma, la presencia de consejeras ha pasado en tres años del 6% al 23%. Pero además, la ley italiana no solo ha permitido aumentar la presencia de mujeres consejeras, sino que también ha mejorado la gobernanza de las empresas. Los consejeros, hombres y mujeres, de las empresas que han renovado su propio consejo después de la introducción de la ley poseen mayor cualificación y son más jóvenes. Incluso, la presencia de cuotas ha facilitado que el nivel de estudios de los hombres en los nuevos consejos también haya aumentado. Sin lugar a dudas, esta ley ha supuesto una revolución en las empresas italianas, y ha asentado la presencia femenina en puestos de dirección.

Es interesante resaltar que las cuotas italianas son temporales y solo duran tres renovaciones de los consejos. Ello tiene sentido si pensamos que las cuotas son necesarias para romper un equilibrio donde el poder se concentra en manos de los hombres. Una vez alcanzado otro equilibrio con un reparto más igualitario del poder y con igualdad de oportunidades para las mujeres, las cuotas de género carecen de sentido.

En conclusión, no solo no existe ningún argumento convincente en contra de la introducción de cuotas temporales de representación de mujeres en los consejos de administración de las empresas, sino que además los beneficios de las mismas son claros para el conjunto de la sociedad, mejorando la igualdad de oportunidades. ¿A qué estamos esperando?

FUENTE: http://www.eldiario.es/zonacritica/favor-cuotas-temporales-representacion-mujeres_6_454314584.html

#BrechaSalarialyDesigualdad

19 Jun

Publicado en eldiario.es, sección Economía, bajo el título “La brecha salarial entre hombres y mujeres tardará 118 años en cerrarse al ritmo actual”, por Belén Carreño.

  • El World Economic Forum publica su índice sobre brecha de género en el que reconoce que apenas ha habido avances en los últimos años en materia de salarios o participación laboral.
  • El Salvador se sitúa en el puesto 62. España se sitúa en el puesto 25, mejorando su posición que cayó con fuerza en 2012 a raíz de la pérdida de cargos de mujeres en primera línea del Gobierno.
  • España es el país 102 de 145 en diferencia de salarios entre hombres y mujeres.

La posición de la mujer en el ámbito socioeconómico se ha frenado en todo el mundo. Así lo muestra el índice Gender Gap Index, un indicador creado por el World Economic Forum hace diez años para medir la diferencia que hay entre hombres y mujeres en diversos aspectos (educación, sanidad, economía y participación pública). El índice rastrea la situación de la mujer en estos ámbitos y los resultados de 2015 muestran que en brecha salarial y en participación laboral apenas hay avances desde el año 2009. «El lento avance en cerrar la brecha económica entre hombres y mujeres significa que las mujeres están ganado este año la misma cantidad que los hombres en 2006», concreta el informe. A este ritmo, el órganismo calcula que serán necesarios 118 años para cerrar por completo la diferencia económica entre hombres y mujeres. Ningún país del mundo ha logrado la igualdad salarial desde que se creó el índice.

El índice que sigue el acceso a la sanidad de hombres y mujeres es el que mejores resultados está dando, ya casi con igualdad en todos los países, y el de educación también sigue logrando avances. Pero el cuarto vector que analiza la institución, la participación pública, es que tiene peores registros, con solo dos países en el mundo consiguiendo paridad en su Parlamento (Ruanda y Bolivia) y cuatro países con el mismo número de ministros y ministras en sus gobiernos (Finlandia, Cabo Verde, Suecia y Francia).

gender-gap-2015

Click para ir al sitio gender-gap-2015 de World Economic Forum

Precisamente a España le penalizó en su posición en el ranking el paso atrás que supuso el Gobierno de la Rajoy en paridad en el Gobierno y en la presencia de mujeres en el Parlamento. En el año 2011, España había logrado su mejor nota en el indicador, un 7,58 (donde uno es la igualdad total y cero el peor escenario) lo que le situó como el país número 12 en el mundo en proximidad a conseguir la igualdad. Ese año, España era el quinto país en igualdad dentro del ámbito de representación política. Sin embargo, con el cambio de Ejecutivo, España pasó al puesto 27 (perdiendo 22 posiciones en un solo año) en paridad en el Gobierno lo que lastró su posición global hasta el puesto 26. En diez años, su peor posición relativa respecto al resto de países del mundo en términos de igualdad fue 2013, donde España ostentaba la posición número 30.

La buena noticia es que en 2015, España frena la tendencia ‘machista’ y mejora de nuevo varias posiciones, hasta quedar el 25 entre los 145 países analizados. La mejora ha venido en parte por la economía (la recuperación ha aumentado la participación de las mujeres en el mercado laboral al encontrar empleo) que ha aupado con fuerza la posición española. Sin embargo, en brecha salarial, España tiene una de las peores posiciones del mundo, al estar situada en el puesto 102 de 145 países analizados.

Además, la equiparación de los derechos de hombres y mujeres sigue perdiendo fuelle y empeora la posición relativa con otros países en la brecha en sanidad, educación y participación pública. Lo cierto es que en términos absolutos las notas se mantienen, y la peor posición de España se explica porque otros países se han puesto las pilas y están haciendo reformas con más brío por lo que adelantan a España. En Educación España tiene varios elementos en los que ha logrado la igualdad tota (como acceso de niños y niñas a la educación) y en sanidad las mujeres españolas están mejor situadas que los hombres en aspectos como esperanza de vida.

En términos globales, Islandia repite como país más igualitario del mundo, seguido por Noruega y Finlandia que intercambian posiciones en el segundo y tercer puesto. Finlandia, Irlanda y Eslovenia, son los únicos páises de la zona del euro que se cuelan en este top ten. Entre las posiciones no occidentales, destaca la buena posición de Ruanda y de Filipinas, en el sexto y séptimo puesto. Dinamarca y Bélgica se han salido del listado de los diez páises más igualitarios del mundo.

También es llamativo la pérdida de puestos de Estados Unidos ya que, según el informe, ha aumentado la brecha salarial, esto es, lo que se paga a hombres y mujeres en trabajos similares.

Fuente: http://www.eldiario.es/economia/brecha-economica-hombres-mujeres-estancada_0_453904875.html

Desigualdad en América Latina y el Caribe: mucho más allá del reparto del pastel

  • En América Latina y el Caribe,  aún sesenta millones de personas (el 10% más pobre) deben repartirse el 1.3% del  ingreso.
  • Rosa Cañete Alonso @aticanete – Coordinadora de la campaña IGUALES contra la Desigualdad en América Latina y el Caribe de OXFAM.

Una familia ante su casa en República Dominicana. Imagen de Pablo Tosco / Oxfam Intermón.

Hablar de desigualdad es molesto: no solo para los que se llevan la peor parte, sino también para los que se llevan la mejor. Es como cuando tu hermano te acusa de haber tomado dos porciones del pastel cuando a él solo le tocó una. La desigualdad nos reta éticamente, y ésta es una de las razones por las que es una lucha tan difícil de impulsar, particularmente  en América Latina y el Caribe, la región más desigual del mundo en el reparto de su ingreso y su tierra.

Como la desigualdad es incómoda, durante décadas los gobiernos de la región − al igual que entidades tan influyentes como el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), y muchas  organizaciones de cooperación− fijaron su atención en el crecimiento y la lucha contra pobreza, no en la desigualdad. En América Latina y el Caribe les fue bien en la última década, gracias a que el pastel aumentó ayudado por el alza de los precios internacionales de nuestros recursos naturales. La región creció y la pobreza monetaria disminuyó considerablemente. Todo esto gracias, no solo al aumento del pastel, sino también a diferentes medidas progresistas que adoptaron algunos países.

El problema es que cuando una sociedad no es capaz generar iguales oportunidades para todas las personas la reducción de la pobreza  monetaria es un hecho muy voluble y, en algunos casos, casi una ilusión óptica. Esta ilusión se puede desplomar ante cualquier choque externo, como una enfermedad en la familia, un niño que nace con alguna discapacidad, la subida de la gasolina o la desaceleración económica. Doscientos millones de personas que dejaron de ser pobres en la década dorada ven ahora la amenaza de una economía que no crecerá, unos gobiernos que verán reducidos sus ingresos, unos servicios sociales de mala calidad y, sobre todo, unas capacidades que no han conseguido adquirir. El pastel ha dejado de crecer y ahora habrá que repartirlo mejor, si no queremos que a algunos no les toque nada.

En América Latina y el Caribe,  aún sesenta millones de personas (el 10% más pobre) deben repartirse el 1.3% del  ingreso, mientras 32 personas tienen tanta riqueza como los 300 millones de personas  más pobres de la región. En Honduras, hay 225 personas que ganan al año 16,460 veces lo que gana una persona perteneciente al 20% más pobre de la sociedad. Es decir, tu hermano se está comiendo casi todo el pastel.

La situación hace evidente la necesidad de un reparto más justo y éste pasa por remover el avispero de los  conflictos de intereses. Los conflictos y las luchas de poder que forman parte de cualquier democracia son  son naturales y saludables, siempre  y cuando sean visibilizadas y debatidas en la arena pública. Esto permite  que las diferentes voces se escuchen y que las decisiones políticas garanticen los derechos de todas las personas. Es decir, todos queremos mucho pastel, por lo que es necesario que intervengan las instituciones del Estado para garantizar derechos y repartir de una manera justa.

Lo que vemos en la realidad de esta región es que  cuando la riqueza está concentrada también se concentra el poder, o al revés. Los niveles de desigualdad actuales  solo son posibles en democracias que no trabajan para las mayorías, en democracias secuestradas por élites políticas y económicas. Es como si mamá y papá no fueran tan justos y decidieran darle una gran parte del pastel a uno de los hermanos o, peor aún, ¡comerse ellos más de la mitad! Y esto es lo que está ocurriendo en nuestras sociedades. Los que deben equilibrar los diferentes intereses, protegen sólo algunos, o se ocupan sólo de los suyos propios.  Las políticas fiscales, los bajos salarios mínimos, la mala calidad de la salud y la educación pública, o la falta de acceso al agua son claros ejemplos de ello.

El debate sobre la desigualdad es esencialmente político, nos habla de si las políticas y las leyes representan o no los intereses de las mayorías. Las políticas que funcionan para repartir mejor el pastel ya han sido probadas, es necesario que los gobiernos  de esta región decidan representarnos a todos. Porque no hablamos de un simple pastel sino de derechos de personas como tú y como yo, que son negados para proteger los privilegios de unos pocos.

Fuente: http://www.eldiario.es/desigualdadblog/Desigualdad-America-Latina-Caribe-reparto_6_436466372.html

#JuguetesNoSexistas

5 Jun

Publicado bajo el título Decálogo para escoger juguetes no sexistas,  por Montserrat Barba Pan, September 27, 2015.

Te proponemos este decálogo para escoger juguetes educativos que no sean sexistas, no inciten a la violencia y promuevan el cuidado del medioambiente.

  1. Menos es más: Merece la pena aplicar la máxima de «menos es más», sobre todo cuando se trata de juegos, videojuegos, muñecos y demás aliados en la educación de tus hijos e hijas. Si orientas bien sus gustos reforzarás su autoestima y les estarás educando en valores positivos de cooperación, igualdad y consumo responsable.
  2. Déjales elegir con criterio: Como es inevitable que reciban los impactos publicitarios, una buena opción es revisar con ellos las revistas especiales y los anuncios de televisión y debatirlos en familia para fomentar, ya desde la infancia, su espíritu crítico:
    -¿Por qué la mayoría de los personajes de las series Cars o Aviones de Disney tienen nombres masculinos?
    -¿Por qué la mayoría de las muñecos a los que hay que cuidar son niñas o bebés de color rosa? ¿Por qué, en cambio, los muñecos de acción representan a personajes masculinos?
    -¿Es que a las niñas no les gustan los coches y ellos no deben también aprender a cuidar mientras juegan?
  3. No hay juguetes para niños y para niñas: Trata de que tus regalos no transmitan esa idea y acércales catálogos de marcas que transmitan igualdad en sus imágenes. El juego debe fomentar la espontaneidad y libertad. Los kits de construcción de edificios, vehículos o criaturas, o juegos de bloques , son una buena opción. También los juegos de mesa, científicos, instrumentos musicales,…que fomentan la creatividad y el talento sin distinguir el género.
  4. En los juegos de figuras, intenta que haya personajes femeninos y masculinos así como diversidad cultural: Es frecuente que los muñecos de acción y juguetes de aventura se enfoquen para niños, y sus personajes sean solo masculinos. Lo mismo ocurre con los conjuntos de muñecas, que modulan ya todo un universo «rosa» de ocio para chicas. Debemos intentar que niños y niñas jueguen juntos.
  5. Cuidado con la imagen que algunas muñecas dan del cuerpo de la mujer: Barbie o Catty Noir, de la serie Monster High, tienen unas dimensiones irreales y pueden transmitir una idea equivocada sobre lo que es el cuerpo de una mujer. Además, muchas de las muñecas están ahora más hipersexualizadas. Las nuevas propuestas, como Lammily, se han convertido en alternativas muy interesantes. ¡Cuida la autoestima y la salud de tu hija!
  6. Rompe estereotipos de género: Ya desde la primera etapa, hay opciones en el mercado para romper estereotipos. Y cada vez hay más alternativas para mayores, como los famosos juegos de ingeniería de GoldieBlox.
  7. Regala juegos en los que niños y niñas cooperen tanto en espacios públicos como domésticos. Busca una cocinita para él o una casa de juguete en el que haya parejas del mismo o diferente sexo que cuidan al bebé y se encargan de pasear a la mascota. Y, entre los videojuegos, Nintendo ofrece buenas alternativas, como el Wii Party U, para divertirse y alcanzar metas en común. ¡Promueve desde la infancia la conciliación!
  8. Limita al máximo los juguetes que fomenten la violencia: Hay muchos juguetes y videojuegos que promueven la velocidad, la agresividad o la violencia. Para educar en la paz, evita juguetes como armas y espadas. Ah, muy importante, vigila las edades a las que van dirigidos los juegos de consola más de moda. Tal vez no sean los más adecuados para tu hijo o hija.
  9. No limites sus sentimiento y emociones, y favorece que las desarrollen tanto ellos como ellas por igual. Furby es un peluche educativo dirigido a niños y niñas entre 6 y 12 años, aunque tiene una versión para bebés de más de 10 meses y hasta los tres años. Es un buen juguete para aprender a educar y desarrollar la afectividad. No es el único, ayúdales a expresar sus emociones con libertad.
  10. Ellas también tienen que tener superheroínas. El mundo de los superhéroes está pensado principalmente para chicos, aunque es uno de los juguetes que más están actualizándose a los nuevos tiempos. Por contra, en la mayoría de juegos para ellas predominan las hadas, princesas, novias y reinas del baile. Pero, ¿y si les propones alguna de estas superheroínas de A Mighty Girl para que pasen a la acción?

(Fuente: Decálogo para elegir juegos y juguetes no sexistas y no violentos. Instituto Andaluz de la Mujer. Web: Abogadas para la Igualdad.)

RECUPERADO DE: http://feminismo.about.com/od/trabajo/fl/7-tips-para-ejercer-la-corresponsabilidad-en-el-hogar.htm?utm_content=20151119&utm_medium=email&utm_source=exp_nl&utm_campaign=list_feminismo&utm_term=list_feminismo

#DiscriminaciónDeGénero

29 May

Publicado bajo el título “¿Qué es la discriminación de género?”, por Montserrat Barba Pan, Agosto 29, 2015.

Tanto la discriminación por razón de sexo como la de género excluyen o limitan el acceso de las mujeres a sus derechos y a determinados ámbitos y espacios de actuación, obstaculizando su poder y su desarrollo personal como ciudadanas. La primera, excluye a las mujeres por el hecho de serlo. La segunda, se basa en los estereotipos culturales y sociales que prescriben roles y funciones diferenciados para las mujeres y los hombres.

Han existido y existen muchas formas de discriminación de género a lo largo de la historia, como limitar el derecho al voto o a la educación, a ser propietarias de bienes y tierras o a aspectos cotidianos como practicar algún deporte. Quizás, la más frecuente en nuestros días es la discriminación laboral, que se manifiesta en diferencias salariales, diferente valoración económica del trabajo u obstáculos para acceder y ascender en una empresa u organización.

Discriminación por razón de sexo

La definición oficial de discriminación por razón de sexo quedó recogida en 1979 por Naciones Unidas como «toda distinción, exclusión a restricción basada en el sexo que tenga por objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera”.

(Artículo 1. Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, Asamblea General de Naciones Unidas).

La ley de (España) 2007 para la Igualdad efectiva entre Mujeres y Hombres diferencia tres tipos de discriminación:

  • Discriminación directa: Situación en que se encuentra una persona que sea, haya sido o pudiera ser tratada, en atención a su sexo, de manera menos favorable que otra en una situación comparable (artículo 6). Por ejemplo, un despido por embarazo. .
  • Discriminación indirecta: Es la más frecuente y la más difícil de probar. Se define como aquella «situación en que una disposición, criterio o práctica aparentemente neutros pone a personas de un sexo en desventaja particular con respecto a personas del otro». (artículo 6). Por ejemplo, los convenios y contratos salariales pueden establecer categorías profesionales a las que acceden mujeres y hombres, pero un análisis de las mismas puede probar que los hombres son los que acceden a los puestos mejor pagados o los que tienen una nómina más gruesa por las dietas, sobresueldos o condiciones especiales.
  • Discriminación múltiple: Se habla de doble, triple o múltiple discriminación, cuando además de la desigualdad de género se cruzan otros tipos de discriminación, como la racial, por condición sexual, por edad, por discapacidad, por creencia… Un ejemplo es el de una mujer inmigrante, que puede sufrir doble o múltiple discriminación por los estereotipos hacia su colectivo y por el hecho de ser mujer.

Discriminación positiva

Por si todavía quedaban pocas dudas acerca de la falta de sensibilidad de la Real Academia Española hacia las mujeres, a la hora de definir el verbo ‘discriminar’ tras una primera acepción general: «Seleccionar excluyendo», su segunda acepción es «Dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.». En ella, no aparece expresamente la discriminación por razón de sexo o género, a pesar de ser «la forma más generalizada de exclusión», según la directora ejecutiva de ONU Mujeres.

Sí, en cambio, forma parte de la definición de discriminación positiva, que sería «la protección de carácter extraordinario que se da a un grupo históricamente discriminado, especialmente por razón de sexo, raza, lengua o religión, para lograr su plena integración social».

Estas acciones positivas son, en realidad, medidas para corregir «situaciones patentes de desigualdad patentes respecto al hombre, razonables y proporcionadas» en cada caso en concreto. Por ejemplo, la implantación de cuotas en los gobiernos para asegurar una representación equitativa de mujeres y hombres.

(Fuentes: ‘Guía para la Formación en Igualdad de la Escuela de Administración Pública de Extremadura‘ y ‘Género y Discriminación’. Documentos temáticos. INADI. Gobierno de Argentina).

RECUPERADO DE: http://feminismo.about.com/od/conceptos/fl/iquestQueacute-es-la-discriminacioacuten-de-geacutenero.htm?utm_content=20150910&utm_medium=email&utm_source=exp_nl&utm_campaign=list_feminismo&utm_term=list_feminismo

#Androcentrismo

22 May

Publicado bajo el título “¿Qué es el androcentrismo?, 5 ejemplos de cómo se impone la cultura masculina en nuestra sociedad, por Montserrat Barba Pan, enero 31, 2015.

Una sociedad androcéntrica, como la nuestra, parte de la mirada y los intereses masculinos y deja en segundo plano los de las mujeres, hasta el punto de llegar a invisibilizar sus aportaciones o incluso considerarlas ciudadanas de segunda categoría a la hora de tomar decisiones.

El concepto de androcentrismo está muy relacionado con el origen y desarrollo posterior en la historia del patriarcado así como en la discriminación que existe hacia la mujer en el mundo educativo, legal, laboral o personal.

El androcentrismo es, según la definición de la Real Academia Española, «la visión del mundo y las relaciones sociales centrada en el punto de vista masculino».

Existen muchos ejemplos de cómo el androcentrismo se traslada a nuestro día a día, y, a continuación, exponemos cinco de ellos:

  • Medicina: En los ensayos clínicos no se han incluido mujeres hasta la segunda mitad del siglo XX, aunque los resultados se han aplicado por igual, tal y como explica el Instituto Andaluz de la Mujer.
  • Arte: El canon se refiere a las proporciones perfectas del ser humano y la armonía y se ha utilizado en escultura, pintura y arquitectura desde la época de los egipcios. Los más famosos de la época de la Grecia clásica fueron los de Policleto y Praxíteles, basados en el cuerpo del hombre, y en la época del Renacimiento se impuso el canon de Vitrubio como modelo de belleza. Incluso en la era contemporánea, el arquitecto Le Cobursier creo un canon (el modulor, de 2,26 metros de altura) para diseñar tanto sus edificios como muebles u objetos. Estos influyentes estudios de la perfección tomaban como punto de partida al hombre para determinar qué es lo perfecto. Las representaciones de Venus y la Virgen (palidez, pelo largo y rubio, voluptuosidad,..) se fijó como canon estético femenino.
    Actualmente, el canon de belleza masculino sigue inspirándose en el de los clásicos (musculatura, hombros anchos, altura, mandíbula marcada) mientras que el ideal de la mujer supone la negación de todo ello (extrema delgadez, poco musculada, piel blanca aunque bronceada).
  • Política: El androcentrismo considera al hombre el centro en la toma de decisiones de todos los ámbitos de la convivencia, comenzando por estructuras como la familia o las comunidades de vecindad hasta los partidos políticos y órganos de representación.
  • Lenguaje: El lenguaje es androcentrista y las instituciones encargadas de su buen uso, como la Real Academia Española, siguen considerando como oficiales muchos términos sexistas. El uso de términos como hombre para referirse al hombre y la mujer, o las terminaciones en o/os (niños, ancianos, médicos,…) para hablar de ambos sexos son una prueba de ello.
  • Relaciones laborales: Desde los horarios hasta la forma de hacer negocios y los espacios escogidos para llevar a cabo una negociación esconden un punto de vista androcentrista del mundo laboral, que no ha sabido readaptarse a la incorporación de las mujeres. También la forma de medir el trabajo realizado, los salarios, son mayores en el caso de los hombres que en el de las mujeres. Las leyes laborales no tienen en cuenta en muchos países la realidad de la mujer, por ejemplo en España, donde el permiso maternal dura cuatro meses mientras que la Organización Mundial de la Salud recomienda que la lactancia materna se prolongue como mínimo hasta los seis meses.

Las religiones, la sexualidad, la psicología, la educación e incluso la disposición de nuestras ciudades ha sido creada por hombres pensando en los hombres. Basta con que mires con detalle a tu alrededor y analices tu mundo, el más próximo: el patio del colegio, tu barrio, las noticias de prensa, la estructura de tu iglesia y las imágenes que hay en ella,… Ellos son los que siguen marcando la pauta, aunque se vayan consiguiendo pequeños cambios o las mujeres nos adaptemos (con mayor o menos resistencia) a un mundo androcéntrico.

FUENTE: http://feminismo.about.com/od/conceptos/fl/iquestQueacute-es-el-androcentrismo.htm?nl=1

#DiccionarioRAE-Sexista

15 May

Publicado bajo el título “El nuevo diccionario de la RAE es menos sexista, pero…”, por Montserrat Barba Pan, octubre 23, 2014.

  • «Femenino» deja de ser «débil, endeble» para la Real Academia Española

Biblioteca-academicos-rae

El nuevo diccionario de la Real Academia Española (RAE) ha modificado algunas acepciones sexistas en su 23 edición, que acaba de salir al mercado. Forman parte de las reivindicaciones de grupos feministas (y en concreto de la Federación de Mujeres Progresistas) a esta institución, encargada de marcar las directrices sobre el uso de la lengua española.

Así, entre las acepciones de «femenino» se ha eliminado «débil, endeble», que estaba presente en la anterior edición de 2011 y en sus cinco actualizaciones posteriores. De igual forma, del término «masculino» se ha quitado el significado de «varonil» y «enérgico». En cambio, otros conceptos como «feminizar» (para refererirse por ejemplo a la «feminización de la pobreza» o a la «feminización de sectores laborales») no ha sido incluido, a pesar de la existencia de «masculinizar». Tampoco sororidad, concepto referido a la unión de mujeres contra el patriarcado, ha entrado en una obra que sí ha aceptado en cambio la palabra ‘papichulo’ («hombre que por su atractivo físico es objeto de deseo»).

Entre las nuevas entradas, como ya adelatábamos en este artículo, se ha incorporado «feminicidio» como el «asesinato de mujeres por razón de su género».

Por detrás de la sociedad

La Real Academia Española, que este año ha cumplido 300 años y lo ha celebrado con un anuncio que ridiculiza a las mujeres,  siempre ha estado en el centro de las críticas del feminismo. El uso del lenguaje influye en nuestra imagen y nuestra relación de poder y el español oficial abusa tanto del género masculino que contribuye a invisibilizar a las mujeres. Al considerar como correcto el masculino para representar a ambos géneros, casi siempre uno de ellos deja de ser representado o queda en un plano secundario. Por ejemplo:

  1. Hombre: Se emplea en frases como «el hombre es un animal», como si englobase a hombres y mujeres por igual, pero la realidad jurídica de los hombres ha sido durante siglos privilegiada respecto a las mujeres. Y ejemplo de ello es la Declaración de Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1789, que se refería exactamente a eso, a ellos, sin considerar los derechos de las ciudadanas.
  2. Niños. Frases como «los niños están en el patio» se utilizan habitualmente para referirse a niños y niñas, pero si hablamos del problema de la escolarización infantil en el mundo y afirmamos que 57 millones de niños no pueden acceder a la escuela de calidad, no describimos que más de la mitad son mujeres y,  en muchos casos, discriminadas por razón de género.

Respecto a la representación, son históricas ya las disputas de Emilia Pardo Bazán para lograr que una mujer fuese académica de la RAE y famosa la respuesta de la época: «No hay sitio para señoras». Y en pleno siglo XXI, tan sólo 7 mujeres (pendiente de designar el asiento de Ana María Matute, fallecida recientemente) se sientan en las 46 cátedras desde las que se deciden las normas de la lengua con la que expresamos nuestro amor, nuestras reivindicaciones y nuestros argumentos.

El paso dado por la RAE en su nuevo diccionario es positivo, pero hay agravios que deben resolverse con más determinación y la sociedad exige ya un cambio de postura hacia el feminismo y el lenguaje de género.

FUENTE: http://feminismo.about.com/od/publicaciones/fl/El-nuevo-diccionario-de-la-RAE-es-menos-sexista-pero.htm?nl=1

#LasMediasRojas.UnCuento

8 May

Publicado bajo el título «Las medias rojas», un cuento de Pardo Bazán sobre violencia machista, Relato breve, publicado en 1904 por la escritora gallega, Por Montserrat Barba Pan, Noviembre 24, 2014.

Cuando la rapaza entró, cargada con el haz de leña que acababa de merodear en el monte del señor amo, el tío Clodio no levantó la cabeza, entregado a la ocupación de picar un cigarro, sirviéndose, en vez de navaja, de una uña córnea, color de ámbar oscuro, porque la había tostado el fuego de las apuradas colillas.

Ildara soltó el peso en tierra y se atusó el cabello, peinado a la moda “de las señoritas” y revuelto por los enganchones de las ramillas que se agarraban a él. Después, con la lentitud de las faenas aldeanas, preparó el fuego, lo prendió, desgarró las berzas, las echó en el pote negro, en compañía de unas patatas mal troceadas y de unas judías asaz secas, de la cosecha anterior, sin remojar. Al cabo de estas operaciones, tenía el tío Clodio liado su cigarrillo, y lo chupaba desgarbadamente, haciendo en los carrillos dos hoyos como sumideros, grises, entre el azuloso de la descuidada barba.

Sin duda, la leña estaba húmeda de tanto llover la semana entera, y ardía mal, soltando una humareda acre; pero el labriego no reparaba: al humo ¡bah!, estaba él bien hecho desde niño.

Como Ildara se inclinase para soplar y activar la llama, observó el viejo cosa más insólita: algo de color vivo, que emergía de las remendadas y encharcadas saias de la moza… Una pierna robusta, aprisionada en una media roja, de algodón…

  • ¡Ey! ¡Ildara!
  • ¡Señor padre!
  • ¿Qué novidá es esa?
  • ¿Cuál novidá?
  • ¿Ahora me gastas medias, como la hirmán del abade?

Incorporóse la muchacha, y la llama, que empezaba a alzarse, dorada, lamedora de la negra panza del pote, alumbró su cara redonda, bonita, de facciones pequeñas, de boca apetecible, de pupilas claras, golosas de vivir.

  • Gasto medias, gasto medias – repitió sin amilanarse-. Y si las gasto, no se las debo a ninguén.
  • Luego nacen los cuartos en el monte – insistió el tío Clodio con amenazadora sorna.
  • ¡No nacen!… Vendí al abade unos huevos, que no dirá menos él… Y con eso merqué las medias.

Una luz de ira cruzó por los ojos pequeños, engarzados en duros párpados, bajo cejas hirsutas, del labrador… Saltó del banco donde estaba escarrancado, y agarrando a su hija por los hombros, la zarandeó brutalmente, arrojándola contra la pared, mientras barbotaba:

-¡Engañosa! ¡engañosa! ¡Cluecas andan las gallinas que no ponen!

Ildara, apretando los dientes por no gritar de dolor, se defendía la cara con las manos. Era siempre su temor de mociña guapa y requebrada, que el padre la mancase, como le había sucedido a la Mariola, su prima, señalada por su propia madre en la frente con el aro de la criba, que le desgarró los tejidos. Y tanto más defendía su belleza, hoy que se acercaba el momento de fundar en ella un sueño de porvenir. Cumplida la mayor de edad, libre de la autoridad paterna, la esperaba el barco, en cuyas entrañas tanto de su parroquia y de las parroquias circunvecinas se habían ido hacia la suerte, hacia lo desconocido de los lejanos países donde el oro rueda por las calles y no hay sino bajarse para cogerlo. El padre no quería emigrar, cansado de una vida de labor, indiferente de la esperanza tardía: pues que se quedase él… Ella iría sin falta; ya estaba de acuerdo con el gancho, que le adelantaba los pesos para el viaje, y hasta le había dado cinco de señal, de los cuales habían salido las famosas medias… Y el tío Clodio, ladino, sagaz, adivinador o sabedor, sin dejar de tener acorralada y acosada a la moza, repetía:

-Ya te cansaste de andar descalza de pie y pierna, como las mujeres de bien, ¿eh, condenada?, ¿llevó medias alguna vez tu madre? ¿peinóse como tú, que siempre estás dale que tienes con el cacho de espejo? Toma, para que te acuerdes…

Y con el cerrado puño hirió primero la cabeza, luego, el rostro, apartando las medrosas manecitas, de forma no alterada aún por el trabajo, con que se escudaba Ildara, trémula. El cachete más violento cayó sobre un ojo, y la rapaza vio como un cielo estrellado, miles de puntos brillantes envueltos en una radiación de intensos coloridos sobre un negro terciopeloso. Luego, el labrador aporreó la nariz, los carrillos. Fue un instante de furor, en que sin escrúpulo la hubiese matado, antes de verla marchar, dejándole a él sólo, viudo, casi imposibilitado de cultivar la tierra que llevaba en arriendo, que fecundó con sudores tantos años, a la cual profesaba un cariño maquinal, absurdo. Cesó al fin de pegar; Ildara, aturdida de espanto, ya no chillaba siquiera.

Salió fuera, silenciosa, y en el regato próximo se lavó la sangre. Un diente bonito, juvenil, le quedó en la mano. Del ojo lastimado, no veía.
Como que el médico, consultado tarde y de mala gana, según es uso de labriegos, habló de un desprendimiento de la retina, cosa que no entendió la muchacha, pero que consistía…en quedarse tuerta.
Y nunca más el barco la recibió en sus concavidades para llevarla hacia nuevos horizontes de holganza y lujo. Los que allá vayan, han de ir sanos, válidos, y las mujeres, con sus ojos alumbrando y su dentadura completa…

 (‘Las medias rojas’, 1904. Autora: Emilia Pardo Bazán. Cortesía de la Casa-Museo Emilia Pardo Bazán, de A Coruña, España).

FUENTE: http://feminismo.about.com/od/violenciagenero/fl/Las-medias-rojas-un-cuento-de-Pardo-Bazaacuten-sobre-violencia-machista.htm?utm_content=20150917&utm_medium=email&utm_source=exp_nl&utm_campaign=list_feminismo&utm_term=list_feminismo

#TareasCompartidas

1 May

Publicado bajo el título “Siete propuestas para conciliar y repartir las tareas en casa”, por Montserrat Barba Pan, enero 29, 2016.

Conciliar y repartir las tareas familiares y de la casa sigue siendo motivo de disputa en muchas familias, pareja o cualquier otra forma de convivencia. En pleno siglo XXI, el absentismo familiar del hombre continúa siendo un problema social que implica a empresas e instituciones pero cuya solución comienza con un cambio de actitud en su hogar. ¿Cómo podemos repartir de manera más justa nuestro trabajo en casa?:

Negocia y planifica por tareas: Se trata de enumerar y repartir semanalmente las tareas, encajándolas en el resto de calendario (cursos, trabajo, búsqueda de empleo, visitas médicas, reuniones de la asociación, aficiones…) y teniendo en cuenta las motivaciones y habilidades. Puedes usar una planilla como ésta. O como esta otra.

  1. Elimina estereotipos: A la hora de repartir las tareas, elimina cualquier estereotipo de género como pensar que una mujer es más eficaz haciendo la colada y un hombre se encarga mejor de llevar el coche al mecánico. Lo idóneo es rotar los trabajos para que todos y todas aprendan a ser independientes y a cuidarse de sí mismos. Y es un buen momento para compensar la educación sexista recibida y no prolongarla más en el tiempo.
  2. Implica también a tus hijos e hijas: Es positivo delegar en los hijos e hijas responsabilidades que se ajusten a su edad y capacidad e incorporarlos ya a la planificación inicial. Aprenderán a cuidar y a implicarse desde jóvenes en la igualdad. Trata de no hablar despectivamente de las tareas domésticas para que no las perciban como un castigo.
  3. No hay un trabajo principal y otro secundario: Cobrar más o menos es muchas veces consecuencia de una valoración injusta y discriminatoria de los trabajos que realizan las mujeres, la formación o las posibilidades que ha tenido una profesional de promocionar en la empresa. A la hora de negociar el reparto de tareas ningún trabajo debe tener más importancia que otro anque tenga mayor remuneración económica o prestigio social. Sí, en cambio, hay que considerar el tiempo disponible de cada miembro de la pareja.
  4. Haz tu horario en la oficina… y tu horario en casa: No siempre es imprescindible quedarse más tiempo del necesario en la oficina si se toma conciencia real de las obligaciones familiares y personales. Lo mismo ocurre con los permisos para llevar al médico a tus familiares, las bajas por maternidad y paternidad o las reducciones de jornada.  Si eres hombre, utiliza las herramientas que tienes en tu mano para conciliar. O seguirás contribuyendo a que la sociedad crea que la conciliación es solo un asunto femenino.
  5. Hay expresiones todavía comunes que sobran en la vida familiar y de pareja si verdaderamente crees en la igualdad. Por ejemplo: «¿Quiéres que te tienda la ropa?» o «Mi marido me ayuda con las cosas de casa». Pero aún se escuchan…
  6. Disfruta de todo lo positivo de la corresponsabilidad. Además de ser lo justo, es la base para construir un nuevo modelo de masculinidad, poder disfrutar más de tus hijos e hijas, repartir el peso del trabajo fuera de casa, tener una vida de pareja más satisfactoria, cuidarte mejor… El proyecto All Together ha elaborado un decálogo para hombres europeos (pero válido para todos) con los beneficios que tiene la corresponsabilidad. En resumen, repartir el tiempo para ser más feliz.

La conciliación y la corresponsabilidad es un término que, junto a otros muchos aspectos, tiene que ver con el reparto justo de tareas y obligaciones en el ámbito personal. Es uno de los ejes de las políticas de igualdad, ya que las mujeres se han ido incorporando cada vez más al mercado laboral, pero, en cambio, los hombres no han asumido de igual manera las tareas domésticas y el cuidado.

Esto se traduce en dobles y hasta triples jornadas para ellas, que en cambio perciben de media menos remuneración económica por su trabajo fuera de casa y tienen más problemas para ascender a puestos directivos. Además de ausencia de tiempo para la vida social, el deporte, el descanso, la participación comunitaria o el ocio.

Un reparto de tareas equilibrado es, por tanto, un acto de justicia hacia la mujer.

Fuentes: Guía ‘La igualdad, un trabajo en equipo’ de la Junta de Andalucía (Instituto Andaluz de la Mujer). Guía sobre corresponsabilidad para hombres. (Diputación Foral de Vizcaya).

RECUPERADO DE: http://feminismo.about.com/od/trabajo/fl/7-tips-para-ejercer-la-corresponsabilidad-en-el-hogar.htm?utm_content=20151119&utm_medium=email&utm_source=exp_nl&utm_campaign=list_feminismo&utm_term=list_feminismo

#PerspectivaDeGénero

24 Abr

Publicado bajo el título ¿Qué es la perspectiva de género?, Por Montserrat Barba Pan, agosto 10, 2015.

La «perspectiva de género» es un método para analizar de una forma más equitativa la sociedad en la que vivimos y asegurar que mujeres y hombres influyan, participen y se beneficien de igual manera en todos los ámbitos de la política, la sociedad y la cultura.

También se denomina enfoque o dimensión de género así como ‘mainstreming’ o transversalidad.

La perspectiva de género afecta a todas las esferas, desde el deporte hasta la elaboración de los presupuestos generales de un estado, y tiene como objetivo compensar el desequilibrio de poder y representación histórico entre hombres y mujeres así como la desigualdad de trato y oportunidades que ha afectado más a mujeres que a hombres por el mero hecho de ser mujeres.

Para una correcta aplicación

Para aplicar correctamente la «perspectiva de género» en cualquier ámbito en el que trabajemos es importante:

  1. Entender que busca un cambio en el actual sistema sexo- género, es decir, «los conjuntos de prácticas, símbolos, representaciones, normas y valores sociales que las sociedades elaboran a partir de las diferencias sexuales».

(De Barbieri, 1992).

  1. Dos de sus principales objetivos (recogidos por Emakunde-Instituto Vasco de la Mujer) son:
  • Modificar la posición de desigualdad y subordinación de las mujeres en relación a los hombres en los campos económico, político, social, cultural y étnico.
  • Abordar aspectos de la condición de las mujeres, que tienen que ver con las circunstancias en las que viven: ingresos, salud, vivienda, etc… con el fin de mejorar su vida cotidiana.
  1. No está dirigida exclusivamente a las mujeres. Es un enfoque metodológico basado en una nueva concepción de la ciudadanía que busca una mayor justicia social.
  2. Su origen institucional se remonta a la Cuarta Conferencia sobre la Mujer de Pekín, en 1995, que lo consideró elemento estratégico para promover la igualdad y, desde 1997, está incorporada a todos los programas y proyectos de Naciones Unidas.
  3. Su formulación supuso un avance en el reconocimiento de los derechos de las mujeres como derechos humanos.

Ejemplos en el arte, la redacción de noticias o la salud

Existen varios manuales para aplicar la perspectiva de género a la historia, el derecho, el lenguaje o la economía. A continuación, destacamos cinco de ellos:

  1. Salud comunitaria con perspectiva de género: Documento de Carme Valls-Llobet, directora del programa ‘Mujer, Salud y Calidad de vida’ del CAPS (Centro de Análisis y Programas Sanitarios de Barcelona). Para entender cómo la atención médica, los diagnósticos y la investigación debe realizarse teniendo en cuenta al sexo femenino. No siempre ha sido así, y, por ejemplo, los manuales de salud en el trabajo siguen siendo elaborados pensando en el trabajador varón.
  2. Manual de Género para Periodistas: Recomendaciones básicas propuestas por el programa América Latina Genera, de Naciones Unidas.El periodismo con enfoque de género es cada vez más necesario. Tan importante es visibilizar la situación y los logros de las mujeres como hacerlo con un enfoque adecuado. Por ejemplo, el tratamiento informativo de los casos de violencia machista es todavía una asignatura pendiente de la ética periodística.
  3. Guía para la incorporación del enfoque de género en museos. Editado por la Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos de Chile es una excelente guía para visibilizar la contribución de las mujeres en el arte y la cultura.
  4. Manual para la perspectiva de género en las políticas de empleo de la Comisión Europea. Un clásico para entender el mainstreming o transversalidad de género, que forma parte de la formulación de proyectos de la Unión Europea.
  5. Australia y Sudáfrica fueron los dos primeros países en diseñar sus presupuestos generales con perspectiva de género. Esta guía de ACSUR analiza estas dos buenas prácticas y realiza otras propuestas acerca de cómo distribuir el dinero público con enfoque de género.

Dos ejercicios prácticos:

La perspectiva de género se utiliza mucho en el diseño de políticas públicas, pero es extensible a cualquier otra área. Un ejercicio práctico para analizar su eficacia es coger el programa electoral extenso de varios partidos que opten a la presidencia en un país y analizar las promesas electorales.

  1. ¿Benefician por igual a los hombres y a las mujeres?
  2. ¿Incluyen alguna medida concreta sobre empleo femenino o cambios en la división sexual del trabajo?
  3. ¿Defienden con acciones concretas los derechos de las mujeres?
  4. ¿Fomentan la participación de la mujer en la toma de decisiones?
  5. ¿Incluyen medidas contra la violencia machista?
  6. ¿Tienen en cuenta problemas concretos de las mujeres en tu región?

Otro buen ejercicio es analizar los presupuestos de tu barrio o ciudad para ver si existen partidas específicas para las necesidades de mujeres (centros de acogida, servicio de guardería, unidades de salud de la mujer,…) así como promoción de la igualdad y visibilidad de la mujer (por ejemplo en el callejero). ¿Cuál es el resultado?

FUENTE: http://feminismo.about.com/od/igualdad/fl/iquestQueacute-son-los-derechos-de-las-mujeres.htm

#Igualdad-Paridad-Equidad

17 Abr

Publicado bajo el título Diferencia entre igualdad, paridad y equidad,  por Montserrat Barba Pan, December 28, 2015.

Explicamos las diferencias entre los términos igualdad, paridad y equidad de género, que a menudo se confunden y utilizan indistintamente, a pesar de sus diferencias:

  1. Igualdad: 

La igualdad es el derecho inherente de todos los seres humanos a ser reconocidos como iguales ante la ley sin discriminación por su género, condición sexual, raza, creencia, nacionalidad o clase social o cualquier otro motivo. Se traduce en la igualdad de trato de individuos, grupos sociales o comunidades sin condiciones en la representación pública (parlamentos, ministerios, organismos,…), la educación (acceso a los estudios, becas,…), la sanidad (acceso universal a la sanidad), las empresas públicas y privadas (igualdad salarial, igualdad en la contratación y promoción en base únicamente a la valía profesional,…). Un ejemplo de su no cumplimiento es la desigualdad salarial: la demanda pendiente de que mujeres y hombres cobren lo mismo por el mismo trabajo realizado y las mismas capacidades demostradas.

La igualdad de género, como principio jurídico universal, está recogido en diversas declaraciones de derechos humanos y forma parte de los principios fundamentales de la Constitución europea (y de todos los países del mundo), así como de normas nacionales.

Una inadecuada interpretación de este concepto es el que lleva a antifeministas a criticar las leyes que proponen cuotas o medidas especiales para las mujeres, como las recogidas en la Ley Integral contra la Violencia de Género o la Ley de Igualdad 3/2007 española.

  1. Paridad:

El concepto de paridad está relacionado con corregir la falta de representatividad de las mujeres en la esfera pública, sobre todo en la política. Según Alicia Miyares, «garantiza el derecho civil de las mujeres a ser electas y también a representar políticamente a la ciudadanía». La paridad en la representación establece por ley en España un 60%-40%, es decir, ningún género puede estar representado en una proporción menor a un 40% ni mayor a un 60%, siempre entre candidatas y candidatos de igual valía y méritos para un puesto.

La paridad tiene que ver con las llamadas cuotas de género que siguen generando rechazo por parte de algunos sectores incapaces de aceptar la deuda histórica existente con las mujeres. Así, el Gobierno alemán acaba de aprobar que haya como mínimo un 30% de mujeres en los consejos de administración de las grandes empresas alemanas para contribuir a superar el «techo de cristal» que impide a muchas trabajadoras ostentar puestos de poder y dirección.

  1. Equidad:

La equidad (del inglés, equal) se utiliza más en Latinoamérica, en ocasiones como sinónimo de igualdad pero va más allá de ésta y articula tanto los derechos individuales como la justicia social. Tiene en cuenta las condiciones de partida y las necesidades específicas y diferenciadas de las mujeres de forma que la igualdad de condiciones y oportunidades pueda ser efectiva y no androcéntrica.

Las feministas latinas, tras la Conferencia de Pekín de 1995, prefirieron utilizar el término equidad frente a igualdad, ya que entendían la igualdad como el querer equiparar a las mujeres con los hombres para poder gozar de los mismos derechos que ellos, en vez del reconocimiento de una realidad específica de las mujeres que rechaza esa comparación.

(Fuentes: Alda Facio. Americalatinagenera.org y Alicia Miyares. La paridad como derecho. Mujeresenred.org).

RECUPERADO DE: http://feminismo.about.com/od/conceptos/fl/Diferencia-entre-paridad-igualdad-y-equidad.htm?utm_content=20160310&utm_medium=email&utm_source=exp_nl&utm_campaign=list_feminismo&utm_term=list_feminismo

#DatosViolenciaMachista

10 Abr

Publicado bajo el título “10 hechos y datos sobre la violencia contra las mujeres”, Por Montserrat Barba Pan, Marzo 30, 2016.

¿Hasta qué punto es un problema global la violencia machista? El caso de las estudiantes nigerianas secuestradas por Boko Haram o los feminicidios en el Congo que denuncia la periodista Caddy Adzuba son algunos ejemplos de una guerra contra las mujeres que se produce a diario en todos los países y se podría documentar con estos diez hechos y datos oficiales:

  1. Situación global: Un 35% de las mujeres de todo el mundo ha sufrido violencia física y/o sexual durante una relación de pareja o violencia sexual fuera de su relación de pareja. Estudios por países señalan que el porcentaje puede llegar a ser de un 70% en algunas zonas. (Fuente: Informe de la OMS, 2013: Global and regional estimates of violence against woman, en inglés).
  2. La mitad de las mujeres asesinadas en 2012 tuvieron como agresor a un familiar o un compañero o ex pareja sentimental. (Fuente: Informe Global Homicide 2014, Naciones Unidas, en inglés).
  3. Denuncias: Las cifras oficiales utilizan el número de denuncias presentadas como indicativo de la violencia de género en un país. Pero no se trata de un dato que aporte información real. Tal y como explica ONU Mujeres, en un estudio realizado en los 28 estados de la Unión Europea basado en 42.000 entrevista se extrajo que un 14% de las agredidas habían denunciado ante la policía la agresión más grave que hubiese sufrido por parte de su pareja.
  1. Matrimonio infantil: 700 millones de mujeres de todo el mundo se han casado con menos de 18 años. De ellas, 250 millones sin alcanzar los 15 años. Según ONU Mujeres, «las niñas casadas no saben cómo negociar afectivamente unas relaciones sexuales más seguras y están en situación de vulnerabilidad ante infecciones como el VIH o embarazos precoces.(Fuente: Unicef. Ending Child Marriage, informe en inglés).
  2. Violaciones de niñas: Unas 120 millones de niñas de todo el mundo (algo más de 1 de cada 10) han sufrido penetración u otro tipo de relaciones sexuales forzadas en algún momento de su vida. (Fuente: Unicef. Análisis estadístico de la violencia contra las niñas. Estudio en inglés).
  3. Mutilación genital femenina: Es una práctica habitual en 29 países de África y Oriente Medio y la han sufrido más de 133 millones de niñas y mujeres del mundo. Tal y como señala el informe de ONU Mujeres, «además del dolor extremo, tanto físico como psicológico, las niñas corren el riesgo de sufrir hemorragias prolongadas, infecciones (incluido el VIH), esterilidad, complicaciones durante el embarazo y muerte».
  4. Trata, esclavas sexuales de la era moderna: El 98% de personas explotadas sexualmente contra su voluntad son mujeres, 4,5 millones en todo el mundo. La pobreza, la inestabilidad política y las guerras son algunos de los contextos en los que son secuestradas para formar parte de las redes de prostitución. (Fuente: Organización Internacional del Trabajo, OIT).
  5. Sexismo cotidiano: En la Unión Europea, entre el 40 y el 50% de las mujeres sufren acoso sexual, contacto físico o insinuaciones sexuales no deseadas en el lugar de trabajo. (Fuente: Informe en inglés: Sexual harassment at the workplace in the European Union, 1998).
  6. Trabajos forzosos: El 55% de las personas explotadas laboralmente son mujeres y niñas. Sectores como la limpieza, el cuidado o el textil son ejemplo de ello. (Fuente: OIT).
  7. Acoso escolar: En Estados Unidos, un 83% de las niñas entre 12 y 16 años han sufrido acoso sexual en la escuela pública, según un estudio de la asociación  American Association of University Women. (‘Hostile Hallways: Bullying, Teasing, and Sexual Harassment in School’, 2001,)

(Fuente: ONU Mujeres. Hechos y cifras, acabar con la violencia contra mujeres y niñas.)

RECUPERADO DE: http://feminismo.about.com/od/violenciagenero/fl/10-hechos-y-cifras-alarmantes-sobre-la-violencia-contra-las-mujeres.htm?utm_content=20151112&utm_medium=email&utm_source=exp_nl&utm_campaign=list_feminismo&utm_term=list_feminismo

#MásTrabajoxMenosDinero

3 Abr

Publicado en elpais.com, bajo el título «Las mujeres cuidan, trabajan más y ganan menos», el 08 de marzo 2016.

  • Un estudio del Overseas Development Institute denuncia una crisis de cuidados oculta en la que niños y mujeres son las víctimas. 35,5 millones de críos sufren carencias de atención.

Elisabeth López emigró a España desde Bolivia en busca de un trabajo que le permitiera sostener a sus cinco hijos. Álvaro Minguito (ODI)

Las mujeres del mundo emplean más tiempo que los hombres en labores de cuidado no remuneradas, principalmente de los hijos. Hasta diez años más de su vida, tal como revela la investigación Trabajo de mujeres: madres, niños y crisis de cuidados, del centro de pensamiento británico Overseas Development Institute (ODI). Pero las madres también trabajan en el mercado laboral formal para sostener a sus familias, lo que se traduce en una crisis de tiempo que les afecta en su calidad de vida y bienestar, pero también a sus pequeños. Al menos 35,5 millones de menores de cinco años pasan más de una hora al día solos o bajo la supervisión de otro niño de menos de 10, según el estudio. “Lo que no refleja una falta de amor por parte de sus padres”, señalan los autores, sino una crisis mundial de cuidados que se ceba con los más pobres.

La de Elisabeth López es la historia de todas esas (y más) desigualdades. De género, económica, de tiempo y oportunidades. Ella cuidaba de sus cinco hijos en Bolivia cuando en 2004 decidió emigrar en busca de un trabajo mejor remunerado que el de costurera que tenía en su país y así poder sostener a la familia. “El papá era muy machista. Se emborrachaba y nos echaba de la casa”, relata esta mujer de 43 años. En julio llegó a Madrid, tras un primer intento en Francia en el que acabó en un centro de internamiento y después deportada. “Vine para poder mandarles dinero. Vivíamos en una vereda de tierra, junto a un barranco y cuando llovía se inundaba”, recuerda. Entonces, su hija pequeña tenía seis años.

“Cuando se combinan responsabilidades remuneradas y no pagadas, incontestablemente ellas trabajan más, de media cinco semanas más al año que los hombres”

“Ellos se quedaron allá en La Paz”. La decisión fue tan difícil que a Elisabeth aún le duele. Varias veces interrumpe su relato para llorar. “Disculpe señorita”, se recompone. “Les llamaba todos los días y les cantaba canciones. Les despertaba y les decía que se fueran a la escuela. Pero han pasado muchas cosas malas y yo no estaba allí. Tengo 43 años, no tengo amigas y no puedo sonreír. Me siento culpable”, consigue contar. Pero con la parte del sueldo obtenido en sus diferentes trabajos como empleada doméstica que Elisabeth envía a sus hijos, estos han conseguido cambiar de casa y costearse sus estudios universitarios. “La mayor estudió Farmacia y el chico está haciendo Medicina”, explica la madre.

Como Elisabeth, “muchos padres, principalmente las madres, tienen tomar la difícil elección entre cuidar de sus hijos y ganar suficiente para sostener a la familia”, subraya el documento. Algunos emigran de zonas rurales a la ciudad o incluso a otros países. Así lo expresan los investigadores: “A veces, la elección entre sustentar a sus hijos y cuidarles supone decisiones agonizantes. Muchas mujeres dejan sus países —y a menudo a sus hijos dependientes— para encontrar un trabajo en otro lugar. En algunos países, incluyendo España —que es uno de los mayores empleadores de trabajadoras domésticas en Europa—, el empleo que encuentran es casi siempre como sirvientas, aunque la mayoría no habían ejercido tal labor antes de emigrar”.

Esto ocurre en los casos más extremos de necesidad y desesperación. Emma Samman, Elizabeth Presler-Marshall y Nicola Jones, los investigadores del ODI autores del estudio, destacan que cuanto menos, las mujeres sufren pobreza de tiempo que acaba repercutiendo en la atención a sí mismas y sus hijos. “En 66 países que representan dos tercios de la población mundial, hay una gran desigualdad en el tiempo que emplea la población femenina respecto de la masculina en labores no remuneradas. De media, ellas dedican 3,3 veces más”, detallan. Así, en Irak las mujeres conceden 10,5 semanas más al año que los varones a trabajos no pagados ni reconocidos. Mientras que en Suecia, el más igualitario de los países, esa diferencia es de 1,7 semanas.

El hecho de que las mujeres gasten más tiempo que los hombres en tareas invisibles en el hogar y de cuidados, a veces significa que trabajen menos horas en el sector formal. “Pero cuando combinamos responsabilidades remuneradas y no pagadas, incontestablemente ellas trabajan más, de media cinco semanas más al año que los hombres”, detalla el ODI, que ha cruzado datos de distintas fuentes de Naciones Unidas.

Elisabeth sabe bien lo que es esa desigualdad de responsabilidad. Su marido, recuerda, “tomaba mucho”. Se emborrachaba con frecuencia y no se hacía cargo de los niños. “Allá hay mucho machismo”, resume. “Ahora le digo a mi hijo que él no se comporte así, que no sea como su papá”, añade emocionada. Con sus enseñanzas, esta madre trata de evitar que la discriminación contra la mujer que ella tanto ha sufrido se perpetúe. En lo que a la carga de cuidados se refiere, los datos muestran que son las chicas las que mayoritariamente asumen esa función en la familia desde la infancia. “Restándoles posibilidades de asistir a la escuela frente a los chicos”, advierten los expertos del ODI. “En algunas zonas rurales de Etiopía, el 52% de las niñas entre cinco y ocho años ya desarrollan labores de cuidado a las que dedican tres o más horas, frente al 38% de niños”, ponen de ejemplo.

En España, Elisabeth se ha encontrado con otro tipo de discriminación: laboral, salarial, institucional, racismo. Cuando perdió su último empleo, porque el “famoso abogado” al que servía como interna por 461 euros al mes —“360 en el banco y 100 en mano”— la despidió al solicitar unos días de vacaciones en Navidad, Elisabeth solo recibió la ayuda de la ONG Pueblos Unidos. “Conseguí un trabajo cuidando niños gracias a ellos”, dice agradecida. Aunque ha pensado en volver a Bolivia, Elisabeth ha pedido reagrupación familiar para la menor de sus hijas a la que le han detectado una enfermedad degenerativa. “Aquí la van a atender mejor”, considera. Y sigue mandando dinero a sus otros hijos.

“La política les está fallando a esas mujeres y niñas. A menudo, se asume que el tiempo es solo un problema para las mujeres empleadas en el mercado laboral formal. Y las decisiones que se toman olvidan a la gran mayoría de mujeres en países en desarrollo que trabajan en el sector informal (129 millones en el mundo) y cuidan de sus hijos”, escriben los autores. Ellas, abundan, no tienen derechos reconocidos para hacer frente a la crianza de su prole. “Esperamos que los decisores políticos se centren en la población femenina y los niños, y tomen medidas encaminadas a extender su protección”, desea Samman.

Algunos países ya lo están haciendo con éxito. El informe destaca Vietnam que, a pesar de que es un país de renta media, ha aprobado una amplia gama de políticas de protección como, por ejemplo, una baja de maternidad de seis meses con derecho al 100% del salario, paternidad igualmente pagada, así como la obligación de retribuir los descansos para asistir a citas antenatales y posparto, y amamantar al bebé. También en línea positiva está la decisión de Sudáfrica de ratificar la Convención Internacional para el Trabajo Doméstico para la protección de las empleadas de este sector predominantemente informal y femenino.


 

El precio de la desigualdad

A. AGUDO

La pobreza de tiempo que padecen las mujeres tiene un coste, denuncia el documento. “La capacidad de las madres para criar a los hijos llega al límite”. Lo que empuja a muchas progenitoras a dejar sin atención a sus niños durante unas horas al día. “Le ocurre a 35,5 millones de menores de cinco años en el mundo, son más que todos los niños de Europa [26,3 millones, según Eurostat]. Esa falta de cuidado es perjudicial para su salud, su educación y desarrollo”, explica por teléfono Emma Samman, una de las autoras. Los países más pobres, donde la desigualdad de género es más elevada y los padres no se pueden permitir no trabajar o pagar una guardería, son los que más sufren esta crisis de cuidados. En países de renta media, un 20% de críos se quedan solos. Un porcentaje que se eleva al 46% en naciones de bajos ingresos. En cuatro de ellos (República Democrática del Congo, Costa de Marfil, Chad y República Centroafricana) más de la mitad se quedan sin supervisión.

Y hay otros costes, además del emocional y educativo de los más pequeños. “El trabajo no remunerado de cuidados supone 10 billones de dólares que se pierden al año”, recoge el texto. Es un 13% del PIB mundial que en la práctica no existe. Esto se produce no solo porque las mujeres hacen un trabajo de crianza que no se les remunera, sino además, porque cuando entran en el mercado laboral formal, reciben un sueldo menor que las que no son madres. Esta diferencia salarial es de un 42% en países en desarrollo, un 37% en China o un 21% en Reino Unido, subrayan los investigadores. “Esto quizá refleje elecciones como la reducción de jornada, pero también tiene que ver con discriminación por parte del empleador y ausencia de servicios de guardería”, indican.

En Estados Unidos, según el Pew Research Center (2014), en las familias con dos progenitores en las que ambos trabajan, las mujeres se dedican más al cuidado de los niños que los padres, sobre todo en lo que se refiere a gestionar sus horarios y cuando se ponen enfermos. Otro estudio en aquel país reveló, además, que el 41% de las encuestadas (de trabajos a tiempo completo y parcial) dijo que ser madres les frenaba su carrera, en contraste con el 20% de hombres que dieron esa misma respuesta.

La dificultad se ceba, sin embargo, con los más pobres. En Bostwana, un estudio con 500 hogares, el 50% de los padres declararon haber tenido dificultades en el trabajo por el hecho de haber tenido que cuidar de un hijo enfermo. Ese porcentaje era del 64% en México y 41% en Vietnam. En estos tres países, el 22% de las familias con ingresos menores a 10 euros al día habían dejado solos y sin atención a sus pequeños pacientes.

La World Values Survey, que provee una fotografía de la opinión en 52 países que cubren la mitad de la población mundial, muestra que el 46% de encuestados estaba de acuerdo en que “si las mujeres trabajan por dinero, los niños sufren”. Este es uno de los muchos estudios y estadísticas que han analizado los integrantes del ODI. Todos sostienen su tesis.

Las mujeres se encuentran atrapadas, muchas veces con sentimientos de culpa, en la decisión de elegir entre el cuidado y obtener ingresos, y trabajar más para conseguirlos. ¿Y los padres? “Hemos encontrado que se entiende que la crianza de los hijos depende de las madres y lo hombres no creen que sea su tarea”, responde Samman. Simplemente no va con ellos. Los datos recabados por el equipo del ODI cuantifican tal afirmación: las madres se hacen cargo de tres cuartos del tiempo de crianza. Con un rango que oscila del 63% en Suecia al 93% en Irlanda.

FUENTE: http://elpais.com/elpais/2016/03/06/planeta_futuro/1457271834_439651.html#?id_externo_nwl=newsletter_planeta_futuro20160309

#Neomachismo

27 Mar

Publicado en eldiario.es, bajo el título «No todos los hombre», por Barbijaputa, el 07/09/2015.

hombresdevalorparaunfuturomejor1Es habitual, en debates sobre violencia de género o en comentarios de artículos feministas sobre miedos exclusivamente femeninos (como el de andar sola por la calle o la posibilidad siempre latente de poder ser acosada o violada), encontrar excusas como «No todos los hombres somos…» o «no podéis generalizar porque yo…». Hay hombres que se molestan porque los metamos a todos en el mismo saco, centrándose sólo en cómo nuestros temores les afectan a ellos y a su imagen como hombre, siendo completamente incapaces de empatizar con el temor en sí que nos acompaña a nosotras toda la vida.

Esto, sin más, es el postmachismo. Una evolución natural del machismo más rancio del que muchos intentan distanciarse, ya que ya no está aceptado socialmente decir cosas como «vete a fregar» o «las mujeres no servís para nada». El postmachismo quiere desmarcarse del antiguo discurso adoptando otros mucho más sutiles -y por lo tanto mucho más peligrosos- ninguneando el feminismo de otras formas: ridiculizando sus quejas y reclamos, intentando desmentir cualquier argumento basándose en su propio caso personal o usando falacias como ‘ni machismo ni feminismo’, como si fueran antónimos o extremos indeseables.

Pero lo cierto es que sí son todos los hombres. Si es obvio que la mujer es usada a lo largo y ancho del mundo para traficar, para hacer la guerra (terrorismo sexual de Boko Haram, por ejemplo) o usarse como venganza (dos hermanas indias han sido condenadas a ser violadas por un delito de su hermano, por poner otro), además de ser algo que poseer, controlar, acosar… es lógico que a nosotras, cualquier hombre, sí usted que está leyendo esto también, nos cause temor si estamos, por ejemplo, a solas. Porque son los hombres los que ejecutan violaciones, acoso y violencia de género. Teniendo en cuenta que los verdugos son siempre hombres y las víctimas siempre mujeres, ¿cómo se nos puede culpar a nosotras por temer hasta a las buenas personas? ¿Acaso yo que me monto con usted en el ascensor, señor desconocido, debo saber que es incapaz de matar a una mosca? ¿Una chica cualquiera que ha sufrido acoso callejero durante probablemente toda su vida, debe no temerle a usted, señor aleatorio que camina tras ella en la acera, simplemente porque usted sabe que no va a manosearla a la vuelta de la esquina? Eso es el postmachismo, descartar el «vete a fregar» para adoptar el «eres una histérica».

Pongamos un ejemplo donde los hombres puedan ser la víctima, quizás así consigamos la empatía que seguimos reclamando: usted está en una fiesta donde se están sirviendo constantemente copas de champán. Usted sabe, porque lleva toda la vida yendo a esas fiestas, que algunas camareras llevan a veces copas envenenadas. No todas las camareras llevan veneno, claro, de hecho usted sabe que muchísimas portan bandejas de un champán excelente, el mejor, pero no puede distinguirlas a simple vista. ¿Cuánto champán bebería usted en estas fiestas? Exacto, no tocaría ni una de las copas porque no se fiaría de ninguna camarera. Ahora imagine que las camareras, que saben que algunas de sus compañeras envenenan la bebida, encima, le reprocha su actitud: «Oiga, no generalice, no todas están envenenadas, páselo bien, no haga dramas y beba, ¡las posibilidades de que palme son ridículas!». Usted bien podría responder: «Para usted es fácil decirlo, que no va a beber ni una sola».

Algo así es lo que sentimos muchas mujeres cuando se cuestionan nuestros miedos y nos acusan de dramáticas, histéricas o exageradas, lo que vemos es a una persona que no corre nuestros mismos riesgos diciéndonos que a qué viene tanto drama, si no todos los hombres son unos acosadores, violadores o maltratadores en potencia.

Así que sí, de la misma forma que usted le teme a todas las copas de esa hipotética fiesta aunque sepa que muchas son de un champán excelente, las mujeres podemos sentir miedo de cualquier hombre, usted incluido, aunque sea una bellísima persona en realidad.

Al igual que todas las mujeres somos víctimas potenciales, los hombres son verdugos potenciales. ¿Quiere decir eso que todas las mujeres vamos a ser violadas o maltratadas? No. Al igual que no todos los hombres serán violadores o maltratadores. La ventaja es que los hombres al menos saben si ellos son o no verdugos: las mujeres no podemos saberlo nunca, el riesgo siempre está ahí.

No todas las personas machistas son conscientes de que lo son ni quieren mantenerse en esa postura cueste lo que cueste, es sólo que la alienación por la educación recibida y el miedo a perder privilegios los hace defenderse atacando, sin darse cuenta de que el feminismo no es un ataque, sino una búsqueda de la igualdad. Y precisamente porque muchos no se mantienen en esta postura machista conscientemente, muchas escribimos sobre feminismo, para traerlos al bando de las que queremos vivir en igualdad de condiciones.

Es imprescindible que el postmachismo deje a un lado su preocupación por sí mismo y empatice con la realidad de las mujeres que conviven con ellos en la sociedad. Para cambiar la situación no hay que amurallarse contra el feminismo, como si de un ataque se tratara, sino de asomar la cabeza y comprobar que no estamos lanzando flechas sino gritos para que nos escuchen. Muchas veces estos gritos rebotan o no son entendidos, pero aquí seguimos, desgañitándonos.

Salgan de su trinchera, esto no es una guerra, es un bombardeo unilateral y sólo queremos que se acaben las municiones porque todos los tiros nos dan a nosotras, que seguimos cayendo como moscas.

FUENTE: http://www.eldiario.es/zonacritica/hombres_6_428417171.html

#RedesyViolenciadeGénero

20 Mar

Publicado en eldiario.es, bajo el título «La batalla contra la violencia de género también se libra en las redes», por Silvia Font, el 05/11/2015.

  • Un informe de la ONU revela que «el 73% de las mujeres ha estado expuesta o ha experimentado ya algún tipo de violencia online».
  • «En el ciberacoso entra en juego la viralidad y perpetuidad de los mensajes propias del medio, por lo que para quien lo está sufriendo es una repetición continuada de la violencia» advierte Ianire Estébanez, psicóloga impulsora del portal Minoviomecontrola.org
  • «La guerra contra las mujeres se ha trasladado a las redes sociales a través del lenguaje, en forma de violencia simbólica», señala Graciela Atencio, de Feminicidio.net
Imagen Flickr Fixer CC

Un informe de la ONU revela que «el 73% de las mujeres ha estado expuesta o ha experimentado ya algún tipo de violencia online”. / Imagen Flickr: Fixer CC

«Una de cada tres mujeres en el mundo habrá experimentado algún tipo de violencia a lo largo de su vida. Es un problema de proporciones pandémicas» asegura una reciente investigación publicada por ONU Mujeres –la entidad de Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer. Una impactante cifra que podría incrementarse significativamente a causa de la «ciberviolencia de género» ya que tal y como revela dicho informe «el 73% de las mujeres ha estado expuesta o ha experimentado ya algún tipo de violencia online».

En la Unión Europea el porcentaje es del 18% entre mujeres mayores de 15 años, es decir, cerca de 9 millones de europeas reconocen haber sufrido episodios graves de violencia en Internet en alguna de sus múltiples formas, según apunta el estudio «Ciberviolencia contra mujeres y niñas: una llamada de atención mundial».

El informe de la ONU recalca que el «cyber-WAG» (término anglosajón para denominar la ciberviolencia contra las mujeres y niñas) representa una evolución de la violencia de género que ya no sólo se restringe al ámbito del hogar, familiar o de la pareja. Asistimos a un tipo de violencia que se manifiesta en la Red de muy diversas formas, desde las tradicionales violaciones de privacidad online como son: el hackeo para conseguir información personal, suplantación de identidad digital, la vigilancia y seguimiento por geolocalización, spameo y acoso, e incluso el deseo manifiesto de querer causar un daño físico; hasta nuevos conceptos surgidos del traslado de la violencia de género a la esfera de las comunicaciones online como la porno-revancha, el sexting o el grooming, en el caso de los menores.

«Se trata de una violencia psicológica, que en cualquier caso puede hacer tanto o más daño que la violencia física», señala Ianire Estébanez, psicóloga experta en violencia de género y creadora del portal Minoviomecontrola.org .Y es una violencia psicológica que traspasa los límites del ámbito privado.

«Ahora los insultos, el etiquetaje o la creación de mala fama se hace en la red y es público. Esa es la diferencia». La definición de acoso se refiere tradicionalmente a «un daño causado de forma insistente y reiterativa contra una persona, pero en las redes lo que puede ocurrir es que esa insistencia no sólo proceda de una única persona sino que se sumen otras personas», y es otra de las diferencias que encontramos en el ciberacoso, «entra en juego la viralidad y perpetuidad de los mensajes propias del medio, por lo que se crean bulos con más facilidad».

«Con un ‘me gusta’ o un retuit participan muchas personas aunque sean menos veces; pero para quien lo está sufriendo es una repetición continuada de la violencia”

«No nos paramos a pensar cómo nos estamos relacionando en las redes, que estamos compartiendo sentimientos en un espacio que a la vez de íntimo es público», recuerda Estébanez, cuyo último proyecto ‘CTRLa’ promueve la educación emocional para el uso de las redes sociales. Así destaca la necesidad de «generar conciencia colectiva en torno a la idea de que cuando usamos las redes vivimos como en la vida real, y tenemos que hacerlo respetando también unos límites, como haríamos al relacionarnos en persona».

Imagen-Feminicidio.net

Campaña «No es Amor Romántico. Es Acoso» de la Comunidad Autónoma de Madrid, revisitada por Feminicidio.net para #SanValentínFeminista/ Imagen: Feminicidio.net

Somos pésimos gestionando los abusos

A principios de año la revista The Verge se hacía eco de una conversación del Foro interno de Twitter en el que su CEO, Dick Costolo, asumía personalmente la responsabilidad por los constantes problemas de acoso y abuso que se dan en la plataforma. «Somos pésimos gestionando los abusos y trolls en la plataforma y lo hemos sido durante años» respondía el ejecutivo a un comentario de otro empleado que decidió trasladar a debate corporativo una polémica que se extiende con contundencia por esta y otras redes sociales donde los mensajes violentos y las amenazas de muerte se encuentran por miles a diario.

Costolo se reconocía avergonzado por los errores de la compañía y aseveraba que pronto se tomarían acciones contundentes para eliminar trolls. El pasado año, Twitter lanzó algunas herramientas para mejorar sus sistemas de denuncia de abusos y acordó una colaboración sin precedentes con el colectivo estadounidense WAM (Women Action & the Media) para realizar un proyecto piloto que identificara mejoras en las pautas de actuación de la compañía frente a las denuncias de abusos por cuestión de género.

«Reporting, Reviewing, And Responding To Harassment On Twitters» ha quedado, de momento, en eso: un experimento, como reconocían ambas partes. Y es que la falta de transparencia por parte de redes sociales como ésta, Facebook o Youtube, en lo que a medidas contra el abuso online respecta, especialmente en la violencia por razones de género, sigue siendo un motivo de estudio y denuncia.

Así lo manifiesta otra investigación de la APC (Association for Progressive Communications) que dentro de su campaña ‘Take Back the Tech!’ (¡Dominemos la tecnología!) rastreó las políticas que tiene cada una de estas redes sociales para denunciar y resolver casos de acoso o violencia contra las mujeres, incluido el acoso sexual online y las amenazas directas; así como sus respuestas públicas ante casos de abuso a nivel internacional.

El resultado de este análisis, ‘¿Qué haces respecto a la violencia contra las mujeres?’ al que los usuarios podían contribuir siguiendo el hashtag #WhatAreYouDoingAboutVAW, fue un suspenso contundente para las tres plataformas en su «compromiso público con los estándares de derechos humanos», El fin de las iniciativas de la APC no es sólo denunciar o visibilizar, sino que realmente las compañías del ámbito tecnológico, y que siguen estando dominadas por hombres, creen entornos de convivencia igualitarios entre hombres y mujeres.

La guerra contra las mujeres se ha trasladado a las redes sociales

«La guerra contra las mujeres se ha trasladado a las redes sociales a través del lenguaje, en forma de violencia simbólica, que no olvidemos es una violencia real porque lo virtual es parte de la realidad» afirma Graciela Atencio, periodista a la cabeza de Feminicidio.net, proyecto de documentación de casos de feminicidio en España y países de América Latina.

«El hombre que violenta a mujeres en la Red, cuando ‘desconecta’ con quien va a ejercer la violencia es con la mujer que tenga al lado, sea su madre, su novia o su amiga».

Con casi 24K de seguidores en Twitter (un ‘K’ equivale a 1.000 en la red social del pajarito) Feminicidio.net es un referente en la denuncia de «asesinatos a mujeres por el hecho de ser mujeres» y un ejemplo único de periodismo de datos con visión de género. Desde hace cinco años registran en Geofeminicidio, su instrumento de mapeo, hasta un total de 50 campos estadísticos distintos de cada mujer víctima de la violencia machista, de cada uno de los 648 casos contabilizados hasta el momento. Números que ocultan 648 historias personales de mujeres asesinadas, y a las que ellas quieren poner rostro.

Su discurso es certero contra el patriarcado y no pasan desapercibidas para la comunidad machista/masculinista que habita el universo del social media, por lo que la propia plataforma ha sufrido desde su nacimiento ataques sexistas e intimidatorios. «A los tres meses de estar online ya nos amenazaron de muerte, nos mandan fotomontajes que rozan el sadismo, cuando iniciamos la campaña contra el lobby de la prostitución y la trata nos empezaron a atacar con envíos masivos de mailing porno, en 2013 tumbaron la web dos veces…», explica Atencio.

«La violencia simbólica es muy efectiva, es la que alimenta al maltratador para tener una justificación para después poder actuar». Y se manifiesta a diario en Internet: criticando determinados artículos informativos –incluso comentando en masa desde distintos perfiles- para coaccionar a las mujeres a expresarse libremente o hablar de determinados temas; acosando, linchando o troleando a determinadas usuarias hasta forzarlas a abandonar las redes, o imponiendo sus discursos patriarcales. Por ello, la periodista no duda en que «las próximas batallas de la violencia genero se van a librar mayoritariamente en Internet y en las redes sociales especialmente».

Del hashtag a la calle

Paradójicamente, «las personas que sufren ciberviolencia por lo general se sienten muy solas, pese a que los hechos ocurren en un espacio tan público como son las redes sociales» manifiesta Estébanez. Por su experiencia como psicóloga especialista en violencia de género y tecnología «cuando se es víctima de humillación tan pública es necesario una respuesta más social; por eso, en los casos en los que una persona ha recibido apoyo colectivo, si bien la violencia  no desaparece, las consecuencias son distintas para la víctima».

«Violencia es el silencio, si estamos siendo testigos y no hacemos nada por cortarla».

En este sentido, la psicóloga opina que «las redes sociales nos están ayudando a movilizarnos». «Antes como sociedad estábamos muy individualizados, pero a través de las redes vemos muchas injusticias; para visibilización las redes son una herramienta superpoderosa».

En los últimos años las redes están siendo el terreno en el que paralelamente está floreciendo una comunidad cada vez más nutrida de colectivos e individuos concienciados con la defensa de los derechos de las mujeres y la lucha contra la violencia de género, cualquiera que sea su denominación. Comunidades de información, de apoyo y acción.

Este sábado se prevé una multitudinaria marcha por las calles de Madrid, que viene fraguándose desde hace meses en las redes con los hashtags #YoVoy7N, #MarchaContraViolenciasMachistas o #VivasNosQueremos. Un movimiento que empieza a tomar peso en España pero que mira a luchas feministas hermanas en Latinoamérica, especialmente alentado por el éxito de las últimas movilizaciones contra los feminicidios en Argentina, bajo el lema #NiUnaMenos, al que rápidamente se sumaron países vecinos como Chile y Uruguay y que han calado de forma viral en numerosos países americanos y europeos.

El 7N nos manifestamos contra feminicidios, violencia y acoso sexual, trata de mujeres, violencia económica y simbólica, etc. VIOLENCIAS7N

— Marcha7N #YoVoy7N (@Marcha7Nmadrid) agosto 16, 2015

#YoVoy7N porque soy hombre y tambien rechazo las violencias contra las mujeres, aqui y en cualquier lugar del mundo pic.twitter.com/fReYZYBF9g

— Amayuelas (@aramayuelas) noviembre 2, 2015

«En las redes no hay fronteras, el efecto de contagio es total. Para el 7N esperamos más de 100.000 personas, va a ser una marcha multitudinaria y diversa, porque se han sumado colectivos no sólo feministas», explica la portavoz de Feminicidio.net, que participa activamente en la convocatoria de la marcha. «La lucha por los derechos de la mujer es una lucha global».

FUENTE: http://www.eldiario.es/cultura/batalla-violencia-genero-libra-Red_0_449005984.html

#APropósitode08Marzo

13 Mar

Video La Prensa Gráfica Noticias de El Salvador, publicado el 28 de febrero 2016.

Nota editorial publicada por la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, el 04 /03 / 2016, bajo el título «Desnudos».

Con todo lo dicho sobre el escándalo de lo que los medios han llamado “pornofiestas” (de las cuales, por cierto, se rumoraba desde hacía ya buen tiempo), queda en evidencia la tremenda manipulación y discriminación de la mujer, profundamente afincadas en la sociedad salvadoreña. Salvo contadas reacciones personales o de alguna organización que defiende los derechos de las mujeres, la inmensa mayoría de opiniones se han centrado en la violación a la ley, en el daño que la tregua causó al país y en los privilegios que recibieron los pandilleros. Los videos difundidos viralmente en las redes sociales y reproducidos por casi todos los medios de comunicación masiva no muestran solo el desnudo de las mujeres, sino que también desnudan el machismo campante y la lamentable cosificación de la mujer.

En no pocos de los discursos sobre el hecho, a las mujeres involucradas se les valora como cosas. Incluso cuando algunas diputadas piden investigar lo sucedido, se las pone al mismo nivel que los celulares, televisores, tarjetas telefónicas y otros objetos que, catalogados como privilegios, supuestamente se les dieron a los pandilleros a cambio de reducir los homicidios. Que a nadie le quepa duda que de esto se quiere sacar ventaja política. Quienes lamentan lo sucedido poco o nada les preocupa en qué condiciones fueron llevadas las mujeres a los centros penales, si fueron forzadas, si eran parte de una red de trata o de prostitución, si eran menores de edad. Lo que les importa es ir a la caza de los culpables para sacar raja política. Otros, para restarle importancia al asunto, dicen que solo se trató de “mujeres chulonas”, evidenciando así que la discriminación de la mujer no es patrimonio exclusivo de la derecha ni solo cuestión de hombres.

Por supuesto, hay que investigar lo sucedido en los centros penales. Pero algunos de los que más insisten en que se haga no tienen autoridad moral para erigirse en jueces, como pretenden. El hemiciclo legislativo no solo es feudo del tradicionalismo político más rancio del país, sino también del machismo más cavernario. La historia nos recuerda que la vida de no pocos diputados está llena de actos que riñen con la moral, incluso con la ley. Escándalos públicos que dejan a una policía herida de bala, un presidente de la Asamblea que conduce una plenaria en evidente estado de ebriedad, legisladores ligados al narcotráfico o al lavado de dinero, abuso sexual contra una comunicadora y violencia doméstica son solo algunos de los casos a enumerar.

Además, no hay que olvidar que en 2014 se desmanteló una red de trata de personas que se dedicaba a prostituir jóvenes con presentadores de medios de comunicación y empresarios prominentes. El caso siguió adelante sin que nunca entraran en el proceso los “clientes”. En un documento de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos publicado en 2011, se informaba que las instituciones que registraban mayor número de casos de acoso sexual o laboral eran la PNC, la Asamblea Legislativa y el sistema de justicia, entre otras. En este contexto, con este historial, solo faltaría que algunos de los que exigen conocer a fondo lo que sucedió pidan que se procese a las mujeres que aparecen en los videos, y no solo a los responsables de permitir su ingreso al penal. El caso evidencia tan bien la vigente discriminación de la mujer que, aunque ridículo, ello no sería raro.

FUENTE: http://www.uca.edu.sv/noticias/texto-4102

Las negritas al interior del texto, son de CoMEGen.

#MujeresyDerechosHumanos

6 Mar

Publicado en eldiario.es, bajo el título «Es necesario que las mujeres maltratadas sepan que no están solas, por Carlos Saavedra, el 13/11/201.

  • En Nicaragua, la violencia de género afecta a una de cada dos mujeres y ya se ha llevado por delante 46 vidas en 2015.
  • La falta de recursos económicos y el aislamiento de muchas zonas rurales es una barrera, a veces insalvable, a la hora de denunciar los casos de maltrato
  • Formamos y apoyamos el trabajo de las promotoras comunitarias en la detección, seguimiento y denuncia de casos, imprescindible para seguir salvando vidas
Adilia Vega-Ayuda en Acción

Adilia Vega. Foto: Miguel Corazón/Ayuda en Acción

Las estadísticas no difieren demasiado con las que se leen en otras partes del mundo. Como en el resto del planeta, en Nicaragua la mujer representanta algo más de la mitad del total de una población de 6 millones de personas. Los números dicen que son ya 46 las mujeres a las que se la ha negado su derecho a seguir viviendo en lo que va de 2015, según datos de la Red de Mujeres Contra la Violencia. Pero la estadística, aunque ofrece un mapa de la situación y asegura convertir a Nicaragua en el país más seguro de Centroamérica, no profundiza  en una realidad que afecta a una de cada dos mujeres según datos del Fondo de Población de Naciones Unidas.

Adilia Vega es la coordinadora de la Cooperativa de Mujeres Productoras de Río Blanco, entidad con la que Ayuda en Acción trabaja en este municipio nicaragüense para revertir la situación de ese 50%. Desplazada por la guerra que partió el país, lleva 23 años de su vida trabajando sin descanso con mujeres, familias de 8 comunidades y un barrio del casco urbano de Río Blanco, municipio del Departamento de Matagalpa, con más de 30.000 habitantes, en su mayoría pertenecientes al ámbito rural. Su máxima es rotunda: “Es necesario que las mujeres maltratadas sepan que no están solas”.

Porque los datos vuelven a ser similares y la violencia parece no discriminar entre mujer rural y urbana. Aunque pueda parecer lo contrario, la violencia de género presenta prácticamente las mismas cifras en la ciudad y en el ámbito rural. Pero la vida en una comunidad rural en contexto de violencia de género llega a ser angustiosa. En muchas ocasiones, las violaciones son silenciadas por el aislamiento y el hecho diferenciador de que el maltratador tenga un arma de fuego, lo que convierte en imprescindible la labor de las promotoras comunitarias, que a modo de espías “vigilan” las comunidades y permanecen alerta.  Y es que en algunas ocasiones, muchas mujeres se ven obligadas a vender a escondidas del marido gallinas para poder pagar el billete y poner la denuncia en la Comisaría de la Mujer.

¿Qué sucede cuando se tiene la sospecha de que una mujer está siendo víctima de violencia y no se atreve a denunciarlo? “Se le da seguimiento con la promotora comunitaria para que esa mujer entre en confianza”, asegura la coordinadora de la cooperativa. Las más de dos décadas de trabajo con la mujer y la infancia dan para recabar testimonios que ponen los pelos de punta. Como el caso de Doña Reyna, recuerda Adilia, hace ya ocho años. En uno de los talleres que se impartían en las escuelas, al finalizar había una niña de 10 años entre lágrimas que no quería marcharse: “Yo no quiero llegar a mi casa porque lo que me hace mi papá son groserías”, recuerda emocionada. De ese espeluznante testimonio y gracias al trabajo de las promotoras se descubrieron situaciones similares con sus dos hermanas, que acabaría con la madre y las 3 hijas viviendo en su casa y el agresor entre rejas. No tenían recursos para más. “Éramos 12 en la casa y nos costaba mucho mantenernos todos. Pero salimos adelante y cada vez que veo a la pequeña siempre me da un abrazo”.  Por desgracia, las violaciones dentro de la familia son comunes, cuenta con resignación Adilia.

Practicando derechos económicos

La mayoría de las veces  la violencia surge de la economía, va ligada a la falta de recursos, cuando no hay comida que poner encima de la mesa se llega más fácil a los gritos y los golpes.  Tener acceso a la propiedad de la tierra marca la diferencia, porque es absurdo hablar de seguridad alimentaria si las mujeres no cuentan con un pedacito de tierra que cultivar. Supone un empleo fijo para las familias, frena la emigración a otros países al contar con fuente de ingresos permanente y clarifica su futuro.

Yahaira-Ayuda en Acción

La diversificación de cultivos permite a Yahaira alimentar a su familia más fácilmente. Foto: Miguel Corazón / Ayuda en Acción

Yahaira es una de esas mujeres que consiguió dejar atrás un pasado de violencia y ahora vive junto a su madre y un sobrino en una de las comunidades periurbanas de Río Blanco. Maestra de Primaria, forma parte de un programa piloto conjunto de Ayuda en Acción y la cooperativa de mujeres, de la que es promotora.  Su empeño en conseguir que un plato de comida aparezca todos los días en la mesa de muchas familias de Río Blanco da sentido a su trabajo como promotora de seguridad alimentaria. Se consigue a través de la diversificación de parcelas, en las que se pasa de grandes extensiones de frijol y maíz a cultivos de hortalizas, frutales, cacao, arroz, plantas medicinales y ahora, también pescado.

El proyecto agropecuario consiste en la instalación de una pequeña pileta con capacidad para 200 peces (tilapias), que servirán para el consumo propio de las familias a la vez que les generará recursos complementarios mientras se aprovechan los recursos hídricos de la zona. Si todo marcha bien, en unos pocos meses los peces empezarán a reproducirse, estarán aptos para el consumo e incluso se creará un excedente que se venderá a la cooperativa para que esta pueda obtener un mejor precio. Todo esto, teniendo que pagar un alquiler por la tierra, además de trabajarla, hubiera sido inviable y todo el sudor solo desembocaría en la pobreza de muchas familias.

La educación es la única salida

El combate más importante que tiene la violencia está en la educación y las escuelas, donde se imparten los talleres sobre violencia y salud reproductiva.  Las estadísticas dicen que una de cada cinco mujeres mayor de 10 años es analfabeta. Aunque no han podido disfrutar de una formación adecuada, muchas promotoras comunitarias realizan un trabajo que llega a salvar vidas en estas pequeñas sociedades de Nicaragua.

Antonia y Grethel-Ayuda en Acción

Antonia y Grethel, en el salón de su casa. Foto: Miguel Corazón/Ayuda en Acción

Es la labor que realizan promotoras comunitarias como Antonia, de 37 años y su hija Grethel, de 17 y en quinto de secundaria. Antonia tuvo a su primera hija con 18 años, la felicidad del matrimonio duró poco, un año nada más. Luego vinieron la violencia y la amargura. Antonia buscó ayuda y tuvo el coraje suficiente para plantar cara a una situación que no le gustaba y cambiar su vida, la de su marido y la de sus hijas. Ambas reciben formación a través de talleres sobre salud reproductiva que imparte Odesar, socio local de Ayuda en Acción en el municipio de Tuma La Dalia. Así lo reconoce la hija: “Yo siento que viví y salí de la violencia. Cuando yo viví con mi mamá vivía una vida amarga de violencia, vivía al golpe, al grito, al maltrato, malas palabras…”. Ahora, centran su trabajo comunitario en dar a conocer a las mujeres y hombres de la comunidad la equidad de género. ”Desde que somos novios nos mantienen controladas. Si permitimos eso ahora, luego será peor”. El trabajo con los niños desde la infancia es esencial: “Se les critica que lloren, porque eso es de mujeres”, se queja  Grethel, que también denuncia que es difícil que los hombres compartan las labores de la casa familiar. “A mi hermana se lo he dicho, con su hijo de 4 años, las mujeres son importantes, los hombres también. Y habría que verlo cómo lava sus trastos”, se ríe la joven.

Grethel es una niña de 17 de años y en su fuerza se respira la esperanza de muchas jóvenes nicaragüenses. Los embarazos adolescentes, que afectan a casi una de cada cuatro mujeres entre los 15 y los 19 años, también son otro camino que conduce a la miseria: “Yo pienso que soy una niña todavía y no puedo cargar con otro niño, porque de ahí viene la pobreza, no tener con qué vestirle, la comida…. Yo quiero seguir estudiando”.  Esa es la salida.

FUENTE: http://www.eldiario.es/ayudaenaccion/violencia_de_genero-Nicaragua-mujer_6_451864818.html

#Micromachismos-y-AcosoLaboral

28 Feb

Publicado bajo el título “Los micromachismos, tan perjudiciales como el acoso laboral”, en eldiario.es, por Teguayco Pinto, el 28/08/2015.

  • Un estudio sobre 70.000 sujetos concluye que las formas menos intensas pero más frecuentes de sexismo dañan tanto a las mujeres como otras formas de maltrato en el trabajo
  • El machismo implícito produce los mismos resultados que la sobrecarga de trabajo o las condiciones laborales deficientes
  • Las prácticas más comunes son el uso continuado de lenguaje machista, ignorar o devaluar a las mujeres en reuniones o la justificación de la ausencia de mujeres en puestos directivos

seguro tiene la regla

Las formas de acoso machista más frecuentes y menos intensas, los micromachismos, resultan tan perjudiciales para el bienestar de las mujeres en el trabajo como otras formas aparentemente más graves de maltrato laboral. Esta es la conclusión de un estudio que ha sido publicado este jueves en la revista Psychology of Women Quarterly. Según los autores del informe de la Universidad de Melbourne (Australia) estas actitudes «no deben ser considerados formas menores de sexismo» y, por tanto, deben ser «erradicadas».

La prevalencia de ambientes de trabajo hostiles hacia las mujeres es algo bien documentado en la literatura científica. Estudios anteriores ya habían mostrado que las mujeres son las principales víctimas de acoso en el trabajo, de discriminación por motivos de género y de acoso sexual. Sin embargo, existe una tendencia a considerar más graves aquellos eventos en los que el daño se produce en un corto espacio de tiempo, que los que pueden producir daños a largo plazo. Por este motivo, una gran proporción de la población cree que los eventos de alta intensidad, como el acoso sexual, son inaceptables, mientras que otros, como el uso continuado de lenguaje machista, se consideran menos problemáticos.

Sin embargo, los resultados de este nuevo estudio indican que los micromachismos pueden tener un efecto acumulativo en el tiempo y que el impacto negativo de estas acciones «no se limita a impedir la progresión profesional de las mujeres, sino que también puede tener un efecto negativo sobre su salud», ha explicado a eldiario.es el principal autor del estudio, Victor Sojo.

Escasa oposición

El estudio señala dos mecanismos que podrían explicar por qué el machismo encubierto termina siendo igual de perjudicial que el manifiesto. Por un lado, está el hecho de que la baja intensidad hace que las personas del entorno sean menos propensas a oponerse a estas situaciones. A esto hay que añadir que, a diferencia del acoso sexual, este tipo de actitudes provienen de muchas fuentes diferentes, con lo que resulta difícil evitarlas. Estos dos mecanismos provocan que este tipo de situaciones terminen por perpetuarse, convirtiéndose en «una forma constante de estrés a la que las mujeres están expuestas todo el tiempo», algo que puede ser «altamente perjudicial, incluso si los eventos individuales son percibidos como incidentes menores», explica Sojo.

Además, los micromachismos son responsables de generar un contexto donde la discriminación es algo más aceptable e incluso puede fomentar formas más extremas de abuso. Por ejemplo, el continuo uso de chistes y comentarios sexistas en el ámbito laboral «es una de las formas más explícitas y eficaces para crear y perpetuar un clima organizacional sexista», señalan los autores del estudio. Los investigadores concluyen que se debe evitar hacer distinciones entre los micromachismos y las experiencias de acoso aparentemente más graves, ya que «estas distinciones pueden perpetuar la idea de que algunas experiencias de trabajo tienen un impacto menor, cuando en realidad son tan perjudiciales como otras formas bien reconocidas de maltrato en el trabajo», como la sobrecarga de trabajo o las condiciones de trabajo deficientes.

Un metanálisis basado en 88 estudios

El trabajo se ha realizado a través del análisis de 88 estudios previos, que han contado con más de 70.000 mujeres trabajadoras. Los investigadores, miembros de la Escuela de Psicología de la Universidad de Melbourne (Australia), clasificaron las distintas experiencias de acoso en el trabajo en varias categorías. En primer lugar distinguieron entre las experiencias que pueden afectar a cualquier trabajador independientemente de su sexo (como la intimidación o la victimización), de las que están dirigidas a las mujeres por el hecho de serlo. Dentro de las experiencias dirigidas a mujeres, distinguieron entre aquellas de contenido sexual (como el acoso sexual o la atención sexual no deseada), de las que no lo eran. Las experiencias más comunes son: el uso continuado de lenguaje machista, ignorar o devaluar a las mujeres en reuniones o la justificación de la ausencia de mujeres en puestos directivos.

Los autores del estudio aseguran que «las organizaciones deben tener tolerancia cero con el denominado sexismo de baja intensidad, de la misma manera que lo hacen con acoso sexual». Según el doctor Sojo, si las personas no reconocen los micromachismos como algo abusivo y no consideran que son perjudiciales, es «poco probable que se quejen o que tomen medidas para evitarlo». Por esto, los autores del estudio recomiendan «formar a los trabajadores sobre el carácter nocivo de este tipo de actitudes», incidiendo en el hecho de que no solo afecta a las mujeres, «sino que también perjudica el clima general de la organización».

FUENTE: http://www.eldiario.es/sociedad/micromachismos-sexismo-acoso_laboral-ciencia_0_424508035.html

#Transgénero-Transexual-Intersexual

21 Feb

comunidad-lgbt-universiaprPublicado en feminismo.about.com, bajo el título Diferencia entre transgénero, transexualidad e intersexualidad, Por Montserrat Barba Pan, Febrero 10, 2016

Explicamos la diferencia entre tres conceptos que tienen que ver con las personas que no pertenecen o no se identifican con las identidades de género binarias (masculino y femenino) cuya rigidez es cuestionada por diferentes teóricos y activistas del movimiento Queer.

Transgénero

Personas, grupos o colectivos que forman parte de un género diferente al que tradicionalmente se les asigna socialmente: masculino o femenino a partir del sexo o las características biológicas que tienen en su nacimiento.

Los y las transgénero puedes tener diferentes orientaciones sexuales (gay, heterosexuales, bisexuales, asexuales,…) e identidades: pueden identificarse o no como hombre, mujer, ambos géneros, transexuales (operados o no), travestis o genderqueer (que cambian de identidad dependiendo del momento o el contexto), entre otras.

Los colectivos y personas transgénero reivindican su reconocimiento y leyes y medidas contra la transfobia (odio, rechazo y discriminación por su opción personal).

Transexualidad

Situación o conciencia en la que una persona pertenece a un género diferente al que la sociedad le asigna en función de su sexo biológico. Como transexual se siente que se habita un cuerpo ajeno. Realiza tratamientos hormonales o quirúrgicos de reasignación de sexo para recuperar su verdadera identidad y sentirse reconocido o reconocida en ella.

Las organizaciones trans trabajan para que la transexualidad deje de considerarse una enfermedad por diferentes asociaciones, como ocurrió también con el lesbianismo y la homosexualidad. También el reconocimiento legal de su sexo en la documentación e identificación de la persona (DNI, tarjeta sanitaria,…) además de la normalización social de cara al empleo, la maternidad o paternidad o cualquier aspecto de la vida.

  • La película ‘La chica danesa’, estrenada en noviembre de 2015, cuenta la historia de la pintora Lili Elbe, la primera mujer transexual que se sometió a una operación de reasignación de sexo. Otra película, ‘Transamérica’ (2005) permite entender mejor la situación de exclusión social que atraviesan muchas personas transexuales.

Intersexualidad

La intersexualidad es una condición en la que una persona nace con una anatomía reproductiva y/o sexual que no encaja con las definiciones típicas de hombre o mujer, según la definición de la Intersex Society of North America. Presenta órganos masculinos y femeninos o combinaciones de cromosomas y genitales en diferentes grados y, muy a menudo, son los padres, madres o médicos los que en el momento del nacimiento deciden operarles y asignarles un sexo para «normalizar» su situación.

Estas decisiones condicionan su identidad y pueden derivar en un conflicto si la persona no siente que pertenezca al sexo que se le ha asignado. Desde los colectivos LGTB se critica también que estas operaciones pueden tener efectos secundarios de por vida como infecciones o pérdida de sensibilidad en los genitales, así como la falta de apoyo que reciben.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada 2.000 personas (un 1% de la población mundial) nace intersexual. Alemania es, desde hace dos años, el primer país europeo que permite que, en estod casos, no se registre el sexo del recién nacido en el registro de nacimiento.

  • La novela ‘Middlesex’, de Jeffrey Eugenides; las películas ‘XXY’ de Lucía Puenzo (2007) y ‘El último verano de la Boyita’, de Julia Salomoff (2009) y la serie ‘Masters of sex’ abordan desde la ficción la intersexualidad.

FUENTE: http://feminismo.about.com/od/conceptos/fl/Diferencia-entre-transgeacutenero-transexualidad-e-intersexualidad.htm?utm_content=20160211&utm_medium=email&utm_source=exp_nl&utm_campaign=list_feminismo&utm_term=list_feminismo

#HombresHetero

14 Feb

Publicado por diario elpais.com, bajo el título “Por qué hombres ‘hetero’ tienen sexo con otros hombres”, por Miguel Ángel Bargueño 26 AGO 2015.

  • No les llame gais, llámelos heterosexuales flexibles. Están tan seguros de su identidad que no les importa de vez en cuando experimentar cosas diferentes.

hombres hetero

Sí, ha leído bien: hombres que tienen sexo con otros hombres y no son homosexuales. Resulta más habitual de lo que algunos puedan pensar. La cosa es bien simple: un hombre heterosexual conoce a otro (en un bar, a través de una red social de contactos, da igual cómo) y deciden darse un revolcón. Es más, lo encuentran satisfactorio. Después, cada uno sigue con su vida perfectamente hetero, sin que el encuentro les haga dudar de su orientación. ¿Qué mueve a algunos varones a estas prácticas? Y, ¿por qué es incorrecto catalogarlos como gais?

En nuestros días, la aceptación de la diversidad sexual es mucho mayor que en el pasado. “A medida que hay una mayor tolerancia todos salimos un poquito de nuestros armarios”, sostiene Joan Vílchez, psicólogo clínico, psicoterapeuta y sexólogo. “Hombres que no acaban de sentirse muy satisfechos pueden tener la ocasión de tener relaciones con otras mujeres, con un hombre o probar ciertas prácticas que en otros tiempos estaban más censuradas”. Para Juan Macías, psicólogo especializado en terapias sexuales y de pareja, “conceptos como heteroflexible o heterocurioso están permitiendo a los hombres explorar su sexualidad sin necesidad de cuestionar su identidad como heterosexuales”. Por otro lado, Internet facilita el contacto, que puede ser virtual o físico.

“La orientación sexual está construida socialmente, son categorías rígidas y excluyentes, con implicaciones que afectan a la identidad individual y social”

Juan Macías, psicólogo

A los especialistas les parece lo más natural del mundo, parten de la premisa de que una cosa es la orientación sexual de un individuo y otra las prácticas que este lleve a cabo. “La orientación sexual”, explica Macías, “está construida socialmente, son categorías rígidas y excluyentes, con implicaciones que afectan a la identidad individual y social”. Forzosamente, uno debe encajar en alguna de estas tres clasificaciones: heterosexual, homosexual o bisexual. En cambio, “la práctica sexual es más flexible y más libre, es un concepto descriptivo. Se abre un espacio tremendamente sano en el que la exploración del deseo se libera de la identificación con una orientación sexual”,explica Macías.

Es tan natural que viene de lejos. Que un hombre emparejado con una mujer tuviera un amante no era inusual en la antigua Roma. Por no hablar de las que se montaban en las bacanales. Y jóvenes de todas las épocas han recurrido a pasatiempos de difusa carga sexual. “En la adolescencia es bastante común que haya juegos de cierta genitalización: a ver quién mea más lejos, a ver quién la tiene más grande, hay tocamientos…”, indica Joan Vílchez. “No dejan de ser incursiones homosexuales, pero todavía predomina el modelo heterosexual y se realizan desde la transgresión propia de la juventud”, señala el psicólogo.

Un nuevo modelo: SMSM

En 2006, un estudio sobre la discordancia entre comportamiento sexual e identidad sexual realizado por investigadores de la Universidad de Nueva York (EE UU), halló que 131 hombres de los 2.898 analizados admitían tener relaciones con hombres pese a definirse como heterosexuales. En opinión de los expertos, representaban a un 3,5% de la población. Desde hace años, los médicos emplean las siglas HSH para referirse al conjunto de hombres (heteros o gais) que tienen sexo con hombres. Pero, recientemente, ha aflorado otro acrónimo más preciso para definir a este grupo: SMSM (straight men who have sex with other men, hombres hetero que tienen sexo con otros hombres). Portales web como Straightguise.com están consagrados a abordar el tema.

El pasado julio se publicó en EE UU el libro Not gay: sex between white straight men (No gay: sexo entre hombres blancos heterosexuales), en el que la profesora Jane Ward, de la Universidad de California, se hacía este planteamiento: una chica hetero puede besar a otra chica, puede gustarle hacerlo y aun así se la sigue considerando hetero; incluso su novio puede animarla. Pero, ¿pueden los chicos experimentar esa fluidez sexual? ¿O besar a otro chico significa que son gais? La autora cree que estamos ante un nuevo modelo de heterosexualidad que no se define como lo opuesto o la ausencia de homosexualidad. “La educación de los hombres ha sido bastante homofóbica. Se les ha hecho creer que es antinatural tener esos impulsos hacia otros hombres”, explica Joan Vílchez.

Probando, probando

El perfil más extendido es el del explorador sexual: aquel a quien le gusta probar cosas nuevas

Las motivaciones, como es lógico, son múltiples. El perfil más extendido es el del explorador sexual: aquel a quien le gusta probar cosas nuevas. “Experimentar una relación homo le resulta novedoso, y aunque le gustase no podríamos decir que es homosexual, sino que le gusta esa práctica”, dice el doctor Pedro Villegas, médico de familia y sexólogo. El psicólogo Joan Vílchez comparte esa idea. “Está muy de moda la bisexualidad, y en realidad todos somos bisexuales: si cierras los ojos te costaría identificar quién te está acariciando, si es un hombre o una mujer. No hay un hombre que sea cien por cien homosexual ni cien por cien heterosexual”, sentencia.

Otra de las causas es cierto desencanto con las mujeres, frecuente después de algunas rupturas matrimoniales. Joan Vílchez lo explica: “Cuando una pareja heterosexual está en crisis es habitual que algunos hombres sientan que no se entienden con las mujeres, que son incapaces de llevarse bien con ellas y es como que miran para otro lado. Se produce una especie de regresión, se vuelve a un estadio anterior en el que con los hombres se sentían bien juntos, como en la adolescencia. En muchos casos es una necesidad afectiva que sexual real”.

De hecho, para este especialista, a veces estas relaciones eróticas esconden una necesidad de afecto que el hombre no está acostumbrado a expresar: “En los hombres hay mucha tendencia a genitalizar. Entre la cabeza y los genitales tenemos el corazón, que representa los sentimientos, y las tripas, que simbolizan los comportamientos más viscerales y las emociones más intensas, y es como si los hombres hubiéramos aprendido a hacer un baipás: pasamos de la cabeza directamente a los genitales sin acabar de vivir las emociones. A las mujeres, por tanta represión de su sexualidad y miedo al embarazo, les ocurre lo contrario: les cuesta mucho genitalizar. Para un hombre a veces es más fácil hacer eso que descargar emociones más sutiles o decirle a otro hombre: ‘Es que me siento inseguro, tengo miedo, me siento débil, no sé lo que quiero”.

El impulso narcisista

Entre los hombres heteros que se acuestan con hombres también hay muchos narcisistas. “Es aquel a quien le gusta que se fijen en él. Se da mucho en los gimnasios: le agrada despertar admiración y no le importa que provenga de hombres o mujeres”, apunta Eugenio López, psicólogo y sexólogo. Otros simplemente tienen ganas de ligar y acuden a garitos gais de sexo duro porque piensan que allí les resultará más fácil.

Hay hombres heterosexuales que se enrollan con hombres porque les gusta; otros, porque no les queda más remedio: pensemos en aquellos privados del contacto con mujeres durante largas temporadas (¿eran gais los protagonistas de Brokeback Mountain?) “El ser humano se rige por sus pensamientos”, razona Eugenio López. “Y si cree que está perdiendo su sexualidad por la falta de una mujer, puede reafirmarla con otro hombre. Suelen empezar con un simple roce”.

Si no hay conflicto, no hay problema

Algunos de estos nuevos heterosexuales han podido sentir este tipo de impulsos en el pasado y no se han atrevido a dar el paso. “Luego llegan circunstancias de la vida que se lo ponen ahí en bandeja y deciden vivirlo, pero eso les genera un conflicto porque por una parte les proporciona placer pero por otra amenaza un poco su estatus y su imagen: ‘¿Soy o no soy?’, se preguntan”, comenta Joan Vílchez. También pueden sentirse confundidos aquellos que llegan al SMSM por la carencia de una figura paterna positiva en su infancia: “A veces, para reforzar su masculinidad, se integran en actividades ‘de hombres’ (fútbol, gimnasio) o tienen contactos sexuales con otros hombres, aunque lo que buscan es sobre todo comprensión y cariño”, agrega Vílchez. Los psicólogos están de acuerdo en que su intervención sobra, siempre que estas experiencias no provoquen un conflicto en el sujeto. “Si a él no le está fastidiando, ahí no hay nada que tratar”, concluye Pedro Villegas.

FUENTE: http://elpais.com/elpais/2015/08/24/buenavida/1440425476_656178.html#?id_externo_nwl=newsletter_buenavida20150909

#MujeresHetero

7 Feb

Publicado por diario elpais.com, bajo el título «Soy una mujer hetero y me excitan las mujeres atractivas. Es hora de que lo entiendas», por Miguel Ángel Bargueño, el 22 ENE 2016

La ciencia señala el hecho y los expertos lo explican. Con imaginación no hay genitales.

mujerhetero

¿Hay algo que excite tanto a una mujer heterosexual como la imagen de un hombre atractivo desnudo y en actitud sugerente? Sí: la imagen de una mujer atractiva desnuda y en actitud sugerente. Lo afirman investigadores de la Universidad de Essex (Reino Unido) después de analizar las reacciones de 345 féminas a las que proyectaron vídeos eróticos masculinos y femeninos. Las espectadoras hetero respondían en ambos casos con similar dilatación de pupilas, prueba concluyente, según los científicos, de que los vídeos de hombres y mujeres les excitaban por igual. Las espectadoras lesbianas, en cambio, solo registraban el indiscreto efecto ocular con las imágenes femeninas.

Antes de explicar la razón de estas reacciones, conviene aclarar las diferencias entre sexos en su relación con los estímulos picantes. Para empezar, ellas se inspiran sexualmente de forma diferente de los hombres. “El varón es mucho más ‘visual’ y a la mujer le atrae más el contexto. También somos más auditivas”, distingue Marta Pascual, sexóloga y psicóloga general sanitaria de Madrid. «Determinadas imágenes pueden provocar rechazo en las mujeres», concluye. Dan igual los cromosomas de quien las protagonice.

Investigaciones realizadas en 2004 por expertos de la Universidad de Emory (Atlanta, EE UU) encontraron una explicación a esa disyuntiva visual. Los hombres reaccionan como un resorte ante las imágenes porque estas activan la amígdala cerebral y el hipotálamo más intensamente que en las mujeres. La amígdala, exponía otro estudio de la Universidad de Howard (Washington DC, EE UU), es un centro cerebral que maneja aspectos relacionados con el miedo y la seguridad y, por tanto, con el aprendizaje de cosas que creemos que son relevantes para sobrevivir. La respuesta sexual, recordaban estos investigadores, es un proceso esencial para la supervivencia de las especies. Este es un instinto más desarrollado por el hombre, que se basa en lo que observa para la excitación, como asegura el ensayo. La fémina está viendo un cuerpo desnudo, pero no es tan importante lo que observa, porque la imaginación… echa a volar.

El ingenio femenino desempeña un papel importante. Donde los hombres solamente ven una foto explícita, las mujeres esbozan toda una historia detrás. “Nosotras somos más globales y más estéticas. Los hombres son más genitalizados”, disocia la psicóloga y sexóloga Ana Adán, del gabinete Tú y Yo Psicólogos (Madrid): “Nosotras necesitamos más historia: no solo el genital o el coito. Preferimos imaginar la historia completa”.

“A las mujeres nos excita el contexto. Y no tanto que el protagonista del relato sea hombre o mujer. El ambiente erótico nos hace sentirnos deseadas y deseantes, indica Marta Pascual. También hay razones culturales. “Los hombres heterosexuales tienen un problema a la hora de excitarse, porque a veces albergan pensamientos bloqueantes”, añade esta sexóloga. “Si piensan en excitarse entre ellos con una imagen, digamos, homoerótica, aparece el conflicto. No se dan a sí mismos permiso para ello. Están más condicionados, porque piensan: ‘Si veo una imagen de un hombre y me gusta, ¿será que soy homosexual?’. Las mujeres no nos definimos a través de lo que nos excita, no entra en conflicto con nuestra orientación».

Porno divertido, cálido y humano

Si las mujeres heterosexuales se ponen a tono con una imagen erótica femenina (en foto o vídeo), no es extraño, por tanto, que hayan experimentado algo parecido ante personas de carne y hueso de su mismo sexo. Hasta un 60% han percibido alguna vez ese agradable cosquilleo, según una encuesta realizada en 2011 por las universidades de Boise (Idaho, EE UU) y Arizona (EE UU) entre sus estudiantes. Un 45% había besado a otra mujer. Y la mitad admitía tener habitualmente fantasías con mujeres. El 68% de las encuestadas se definía como “exclusivamente heterosexual”.

“La iniciación a la sexualidad se da en muchas mujeres a través de amigas”, analiza Ana Adán. “En multitud de ocasiones es por juego, por probar. No significa que haya una atracción. Nosotras vemos la orientación de una manera muy distinta de los hombres”. Este escenario, donde los genitales o la inclinación sexual no son tan relevantes a la hora de fantasear o, por qué no, incluso probar, no encaja con la pornografía dominante, donde lo explícito aplasta a lo onírico. De ahí que tan solo uno de cada cuatro consumidores de porno online, según la estadística de la web PornHub, sea mujer. Así lo desarrolla la periodista y feminista británica Caitlin Moran en su libro Cómo ser mujer: «Sospecho que la pornografía femenina, cuando empiece realmente a andar, será algo muy distinto: cálido, humano, divertido, peligroso, psicodélico, con parámetros completamente diferentes a la pornografía masculina». Y donde un cuerpo desnudo solo sea una excusa para empezar soñar, más allá de los detalles de su vulgar anatomía

FUENTE: http://elpais.com/elpais/2016/01/19/buenavida/1453216866_317920.html#?id_externo_nwl=newsletter_buenavida20160127

#CulturaDeLaViolación2

31 Ene

Publicado por eldiario.es, bajo el título “No soy una de esas “, por Barbijaputa, el 28Enero 2016.

  • Lo cierto es que hay miles de letras que suenan desde megáfonos y altavoces allí donde pisamos que no son más que puras agresiones a las mujeres

El otro día, una amiga me preguntaba si me parecía una idea muy loca poner quejas en aquellos bares en los que de repente te casquen canciones de reguetón que hacen apología de la violencia de género. Lo cierto es que hay miles de letras que suenan desde megáfonos y altavoces allí donde pisamos que no son más que puras agresiones a las mujeres, pero el problema no es sólo ese, también lo es que estén tan normalizadas que no escandalizan a nadie. Es más, adolescentes y mujeres y hombres de cualquier edad las bailan y las cantan a voz en grito en conciertos y discotecas.

Parece que es fácil coincidir en que el reguetón es reincidente en este tema, pero la verdad es que no hace falta irse a este tipo de música para encontrar violencia de género, ni mucho menos. Vivimos en una sociedad que ahora ve claros los mensajes misóginos en canciones como «La mataré» de Loquillo, con letras como «Que no la encuentre jamás o sé que la mataré. Por favor sólo quiero matarla. A punta de navaja». O en la «Ni contigo ni sin ti» de Manzanita, que literalmente dice «Cuantas veces tú a mí, mujer, juraste que tú sin mi amor te morirías. Te he dejado y no te has muerto. Tus palabras eran mentiras». O en la de Radio Futura: «Y si te vuelvo a ver pintar un corazón de tiza en la pared, te voy a dar una paliza por haber escrito mi nombre dentro». Vemos claro estos mensajes, pero no otros.

Por ejemplo, el mes pasado, Alejandro Sanz sacaba un nuevo tema con Jesse & Joy: ‘No soy de esas’. En un mes, este enlace solamente tiene ya más de 16 millones de reproducciones, y entre los dos artistas suman más de 20 millones de seguidores en Twitter. Bueno, tampoco hace falta explicar cuál es el alcance y relevancia de artistas como Alejandro Sanz.

La canción es ésta:

Ni Manzanita, ni Radio Futura, ni reguetón. No necesitamos irnos a otro siglo, ni a otro año ni a otro país para encontrar letras como esta, que hacen una clara apología de la cultura de la violación o la violencia de género. No tenemos espacio para analizar las letras de todas las canciones que suenan ahora en todas las radios, pero analicemos en profundidad la letra de esta, cuyo mensaje se repite en muchas más (‘What do you mean’, por ejemplo, exitazo mundial de Justin Bieber donde el joven asegura que la chica que le gusta quiere decir que sí cuando niega con la cabeza), y cuya repercusión va más allá que muchas otras.

«Tus manos sobre esa guitarra me llevaron a imaginar todo lo que una dama no debe contar».

Canta ella rodeada de sus amigas. Por un lado, la carga sexual de la canción está explícita en letra y videoclip, pero si eres una dama, cuidado con lo que piensas. Siente lo que quieras, pero finge que no. Guárdatelo para ti, es vergonzoso.

«La música fluye, tus ojos me huyen, te quiero amarrar».

Canta Alejandro. Él puede expresar libremente que quiere amarrar a la chica. A la misma que intenta que intenta callar como una dama lo que imagina.

« Ay!, ¡Ay!, mejor doy un paso atrás. Aunque me interesa no soy una de esas que tan fácilmente se deja enredar».

Le contesta ella, haciendo alusión al título de la canción «No soy una de ésas». Una mujer culpando a aquellas mujeres que se «dejan» a la primera. Imagino que, por «dejarse», se refiere a vivir libremente su sexualidad, a no callar lo que sientes ni fingir ser inmune a la atracción sexual. ¿Cómo cala este mensaje en las adolescentes que están desarrollando aún su concepto de la sexualidad? Cala con una clara culpa por dejarse llevar o hacer lo que le apetece. ¿Y en ellos? Aquí cala de forma diferente, lo que se cuestiona jamás es cómo de rápido van ellos o si han accedido a algo inapropiado o no; el mensaje que se les inocula aquí es el de «una chica que accede «demasiado rápido» a lo que ambos queremos no es una dama que haya que respetar».

Más tarde, en la canción, la chica le manda un claro mensaje a él: «mejor doy un paso atrás». Pero él, lejos de respetarlo, le dice:

«No deberías haberme tentado, te gusta jugar».

Ahhhmiga, que ya no hay marcha atrás. Que has movido así las pestañas dos veces y, claro, has desatado sus instintos más primitivos. Mala suerte. Tenías que haberte comportado como una dama desde mucho antes.

Cualquier adolescente o mujer que esté bailando esta canción en una discoteca, siente que eso que le ha pasado mil veces en la vida real, esos forcejeos, apretones, manoseos, se lo está cantando por el altavoz de la discoteca el mismísimo Alejandro Sanz, mientras da la razón a todos los que les han insistido y acosado hasta la saciedad porque ellas lo miraron, porque fueron simpáticas o porque tontearon con ellos. Más culpa para ellas.

«No confundas la dulzura con la temperatura».

Se excusa ella entonces. Este «sí pero no», este «no puedo decir lo que estoy imaginando» porque soy una dama pero a ver cómo lo digo para no enfadarle, da lugar a tener que disfrazar de error de lectura del otro el hecho de que digamos ‘no’ cuando nos da la real gana decir ‘no’. Se perpetúa así la represión femenina de querer dejarse llevar por un lado y, por el otro, saber que no puedes hacerlo tan rápido. Porque así te lo han enseñado en canciones como, justamente, esta.

Este es otro de los problemas en la forma de relacionarnos hombres y mujeres: por un lado no podemos sentir ciertas cosas, no somos de esas. Por otro, si lo sentimos pero en algún punto nos arrepentimos o, directamente, lo dejamos de sentir, tenemos que apelar a la confusión para que no nos den la murga toda la noche -en el mejor de los casos- o se pongan violentos -en el peor-. No se nos permite socialmente bajo ningún concepto decir: «Estaba excitada, pero ya no», «me apetecía, pero ya no».

Contestación de él: «Si no quieres flamenquito, no toques las palmas».

En esta frase, en el videoclip, el portero tiene que salir a separarlo de la chica, escena que hemos vivido la mayoría de mujeres en la vida real. Pero si sale en un videoclip de Alejandro Sanz, ¿cómo va a ser eso algo reprobable? Tienes que verlo como algo romántico: está tan desatado por ti, que tiene que aparecer otro hombre que aún no ha caído en tu embrujo (menos mal) para quitarte al tipo de encima. No me digas que no te sientes halagada cuando eso pasa. Porque si te sientes violenta o agredida en casos así en los que un extraño te toca y te acosa, eres una amargada, porque a la prota del vídeo se la ve bastante feliz.

Pero ella insiste, siempre rodeada por sus amigas: «¡Ay!, ¡Ay!, mejor doy un paso atrás». A lo que él contesta:  «A lo mejor es muy tarde para echarte atrás».

Lo siento. El hombre ha decidido que ya es tarde. Ahora te toca apechugar. Ahora no te quejes, ahora cede, ahora llega hasta el final. Siendo el final lo que él considere, no lo creas tú que es el final. No haber empezado. Haber sido una dama. Has dado demasiadas señales, la culpa es tuya de lo que pase de aquí a continuación.

Esta canción que ya se sabe de memoria media España y parte de Latinoamérica, que han bailado y cantado miles y miles de chicas sin que nadie se eche las manos a la cabeza, no es otra cosa que apología de la cultura de la violación. Violaciones que están a la orden del día en nuestro país, exactamente una cada ocho horas.

Pero no pasa nada, no es importante. No es un tema para preocuparse. Está todo bien. Mensajes como el de Loquillo hoy están mal, mensajes como el de Alejandro Sanz sí están bien. El problema no es que la violencia sobre la mujer sea algo estructural y esté aceptada socialmente, no, es algo relacionado más bien con locos o pervertidos. Nada que ver con hombres completamente sanos que crecen escuchando este tipo de mensajes y se sienten con el poder para forzar o acosar a mujeres.

La misma sociedad que no ve ningún mensaje preocupante en canciones, películas y anuncios, es la misma que culpa en un  40% a las mujeres maltratadas por no irse de casa. La misma que sigue preguntando a mujeres agredidas sexualmente qué llevaban puesto cuando las asaltaron. La misma que sigue viendo violencia sólo en ojos morados y en mujeres asesinadas en el telediario.

FUENTE: http://www.eldiario.es/zonacritica/barbijaputa_6_478462181.html

#Machismo-Terrorismo2

24 Ene

Artículo publicado en eldiario.es por Isabel Muntané, Periodista y codirectora del Master Género y Comunicación (UAB), el 23/01/2016, bajo el título «Dejémonos de eufemismos, es terrorismo machista»

  • El terrorismo se estructura a partir de una violencia diseñada para generar dinámicas sociales de terror en determinados grupos de víctimas y que afecta a la integridad psíquica y física de estas personas

Inequidad de GéneroNaciones Unidas intentó consensuar una definición de terrorismo en 1972 sin conseguirlo. Desde entonces, todos los intentos de la comunidad internacional para llegar a una definición de conformidad sobre qué significa terrorismo han tenido por denominador común el fracaso. Posiblemente por las múltiples connotaciones que esta palabra aporta y por el temor a las reacciones de aquellos que pueden ser incluidos como sujetos activos de esta categoría lingüística y política. Son muchas las definiciones parciales de terrorismo, pero todas ellas hablan de terror, violencia, fuerza, política, amenazas, alarma social, efectos psicológicos… Tomamos tres definiciones de las muchas posibles. Así, terrorismo, según la RAE, es «la dominación por el terror»; «la sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror» y la “actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos.” Oxford Dictionary lo define como «el uso no oficial o no autorizado de la violencia y la intimidación para la consecución de objetivos políticos» y el Duden alemán habla de “las actitudes y comportamientos, que tienen como objetivo [político] cumplir objetivos mediante el terror”.

Partiendo de estas definiciones podemos entender que el terrorismo se estructura a partir de una violencia diseñada para generar dinámicas sociales de terror en determinados grupos de víctimas y que afecta a la integridad psíquica y física de estas personas. Y que el terrorismo se ejerce con el objetivo de imponer unos determinados valores y obtener unos resultados políticos y sociales que se corresponden a una ideología. Así, si las características atribuidas al concepto de terrorismo son, entre otras, violencia directa, generación de terror y alarma social, intención política e imposición ideológica ¿por qué no hablamos de terrorismo machista?

¿No entendemos que el patriarcado es un sistema de dominación? ¿No entendemos que el machismo es la base ideológica de la organización política del patriarcado? ¿No entendemos que el machismo es una sucesión de acciones violentas, persistentes en el tiempo, para infundir terror? ¿No entendemos que este terror es su herramienta de dominación? ¿Una herramienta para imponer su orden y mantener su poder? ¿Para provocar miedo intenso en la mujer? ¿Los hombres machistas no ejercen la máxima intimidación para mantener sus privilegios sociales y políticos? ¿No entendemos que la máxima violencia machista es el asesinato de las mujeres por el hecho de ser mujeres? Si entendemos todo esto también entendemos que el machismo es una ideología por qué se define por un conjunto de ideas que lo caracteriza, todas ellas basadas en la supuesta superioridad del hombre sobre la mujer y sobre toda persona que se aleja del modelo hombre. De forma que esta ideología, que toma el sexo como categoría social impregnada de política, tal y como la definía Kate Millet, se corresponde con el pensamiento de una colectividad, los hombres machistas, y es un pensamiento que impregna todos los ámbitos de la vida con el objetivo de controlar y someter a sus parámetros políticos las mujeres y todas aquellas personas distintas al modelo de hombre impuesto como hegemónico.

¿No entendemos que el patriarcado es un sistema de dominación? ¿No entendemos que el machismo es la base ideológica de la organización política del patriarcado?

Sin esta violencia, posiblemente, el resto de instrumentos del patriarcado no serían tan eficaces porque la fuerza de la violencia es un instrumento de intimidación constante que impone el miedo y el terror paralizante para mantener su orden y poder. O también, como dijo recientemente Miguel Lorente, el machismo que radica en la cultura y la violencia normalizada por la propia cultura actúa para restablecer «el orden perdido» y para castigar. Por ello podemos decir que los hombres machistas maltratan y matan por un sistema de ideas y representaciones políticas. Y también podemos decir que el terrorismo machista y el político tienen muchos elementos en común. Entonces, ¿por qué nos da tanto miedo hablar de terrorismo machista?

Sabemos que el lenguaje construye la realidad y, a veces, sus consecuencias pueden ser imprevisibles, o tal vez porque son muy previsibles evitamos nombrar las cosas por su nombre. Si consideramos que la intimidación, el maltrato y el asesinato de las mujeres y de todas aquellas personas que no cumplen con las normas de sexualidad y de género impuestas desde el patriarcado es terrorismo machista, estaremos torpedeando la base del patriarcado. Estaremos admitiendo que estos actos tienen un alcance político que ahora mismo se les niega. Porque dar esta categoría es admitir que las vejaciones y agresiones sexuales, las violaciones, los feminicidios, los crímenes por homofobia, lesfobia y transfobia son acciones públicas con dimensión social y política. Es admitir también la dimensión estructural de estas violencias y por tanto requeriría de una intervención social y política, una intervención de Estado, que ahora se niega. Mientras no digamos las cosas por su nombre estaremos negando su existencia y, en consecuencia, su solución. Pero por muchas vueltas de tuerca que demos al lenguaje, la realidad social que sufrimos las mujeres diariamente no es más que la demostración contundente de como la ideología machista busca perpetuarse a través de la violencia física, psíquica y verbal. Es terrorismo machista. Dejémonos de eufemismos y digamos las cosas por su nombre.

FUNTE: http://www.eldiario.es/tribunaabierta/Dejemonos-eufemismos-terrorismo-machista_6_476712335.html

#EsclavitudDelSigloXXI

17 Ene

Publicado b ajo el título “La trata de mujeres, la esclavitud del siglo XXI, El comercio con personas mueve casi tanto dinero como las drogas o las armas”, por Montserrat Barba Pan, en feminismo.about.com, el 31 de julio 2015.

La trata de personas se define como «la adquisición y explotación de personas, a través de medios como la fuerza, el fraude o el engaño. Esta práctica atrapa a millones de mujeres y niñas en la esclavitud moderna, muchas de las cuáles son explotadas sexualmente». (ONU Mujeres). Naciones Unidas ha declarado el 30 de julio como Día Mundial contra la Trata de Personas para denunciar la trata de personas para la explotación sexual, que tiene como objetivo abastecer el consumo de prostitución y supone una grave vulneración de los derechos de las mujeres.

Revisamos la situación de este problema global, directamente relacionado con la explotación de personas migrantes, el consumo de prostitución y la feminización de la pobreza frente al que los gobiernos hacen la vista gorda. Al tratarse de actividades delictivas y en mucho casos normalizadas por parte de la sociedad, es complicado manejar datos y cifras definitivos, pero organismos públicos y ONG se han aproximado al problema y sus informes incluyen cifras aproximadas e impactantes:

  1. Dentro del ‘comercio’ con seres humanos, la forma de trata más común es la explotación sexual, un 79%, aunque ONG como Médicos del Mundo o Accem denuncian que también está en alza la explotación laboral y el tráfico de órganos.
  2. La trata de personas o el negocio de comerciar con seres humanos mueve casi tanto dinero como  el negocio de las drogas y las armas: entre 7000 y 10.000 millones de dólares al año.
  3. Según la Oficina de Naciones Unidas contra la Drogas y el Crimen (UNODC), la trata con fines de explotación laboral ha ido creciendo en los últimos años y se da principalmente en los sectores de la manufactura, la construcción, el trabajo doméstico y la producción textil.
  4. 20,9 millones de personas en todo el mundo son víctimas de trabajo forzoso y más de la mitad (un 55 por ciento de ellas) son mujeres y niñas.
  5. Respecto a la explotación sexual, afecta a 4,5 millones de personas en todo el mundo de las cuáles el 98% son niñas y mujeres. Se calcula que entre 1 y 2 millones de personas son víctimas de explotación sexual en Europa Occidental, la mayoría inmigrantes. (Fundación Scelles).
  6. Las mujeres que viven en países con conflictos armados, catástrofes naturales o mayor pobreza son las más vulnerables a estas prácticas, ya que en estos lugares se ponen en marcha las organizaciones para raptar a mujeres y niñas e introducirlas en las redes de la prostitución internacional.
  7. En Europa, según Euroestat, se identificaron entre 2010 y 2012 más de 30.000 personas víctimas de trata, lo que supone un incremento del 28 por ciento con respecto al periodo 2008-2010. De ellas, el 69 por ciento fueron introducidas en redes de explotación sexual, un 17 por ciento tenía entre 12 y 17 años y un 2 por ciento, menos de 11.
  8. Feministas y organizaciones sociales coinciden al criticar las legislaciones del mundo que insisten en multar o detener a la víctima de trata y no a las mafias o al consumidor de prostitución, como la ‘Ley Mordaza’, recientemente aprobada en España. Si la prostitución sigue formando parte de la cultura del ocio, mayoritariamente masculino, será imposible acabar por completo con la trata de mujeres.
  9. El caso de Suecia: la legislación sueca considera desde 1999 la prostitución como un tipo de violencia masculina contra la mujer y las niñas y niños. La penas son para los hombres que pagan por servicios sexuales y se apoya a las mujeres que ejercen la prostitución, además de poner en marcha un plan de sensibilización y reeducación social para contrarrestar los mensajes y el machismo implícito en la práctica de la prostitución.
    Esta política, que necesitó tiempo para dar resultados, ha conseguido reducir la trata de mujeres a entre 200 y 400 frente a las entre 15.000 y 17.000 víctimas de tráfico sexual en Finlandia, el país vecino. En la capital sueca, Estocolmo, el número de clientes ha descendido un 80%.
  10. Finlandia, Escocia y Noruega plantean adoptar un modelo similar al de Suecia, ya que el otro modelo existente en Holanda, Alemania y Bélgica (el de la despenalización de la actividad de la prostitución) ha conllevado un aumento en la explotación sexual de la mujer.

(Fuentes: ONU Mujeres, Médicos del Mundo, Justicewomen.com)

FUENTE:

http://feminismo.about.com/od/violenciagenero/fl/La-trata-de-mujeres-la-esclavitud-del-siglo-XXI.htm?utm_content=20150813&utm_medium=email&utm_source=exp_nl&utm_campaign=list_feminismo&utm_term=list_feminismo

#MachismoCotidiano

10 Ene

Experiencias de machismo cotidiano publicadas por eldiario.es, sección micromachismos, coordinado por Ana Requena.

«Tiran más dos tetas que dos carretas»

Publicado 07/01/2016

http://desmotivaciones.es/carteles/carretas/2

Ese día terminaba mi contrato (de prácticas y precario, claro) en una oficina. Hablando con el director del área en la que trabajé, le pedía que me firmase un documento acreditativo de mi paso por la empresa. Todo iba bien, con la tensión típica entre jefes y becarios.

El problema llegó cuando me preguntó cuál era mi proyecto de futuro a partir de ese momento. Yo le comenté que, como soy joven y tengo idiomas, iba a probar suerte en Francia, que el mercado allí era más dinámico y ofrecía más oportunidades. Él me preguntó si me iba solo o si tenía a alguien por allí. Y yo, con una inocencia peligrosa, le conté que tenía a mi compañera (por supuesto, tuve que llamarla novia, a riesgo de que me preguntaran que qué es eso) estudiando en esa ciudad. Entonces, haciendo alarde de un machismo y un simplismo apabullantes, sentenció:

-«Tiran más dos tetas que dos carretas»

Seguido por unas risas sonoras (complacientemente acompañadas por otro compañero de oficina), sentí cómo se resumía la vida y la historia de toda una persona a dos pechos, y cómo me simplificaba a mí a un animal que solo piensa en perseguirlos.

Casi peor fue mi respuesta. Primero me eché las manos a la cara, sonreí después ligeramente y me puse a enumerar los condicionantes que me hicieron tomar la decisión de irme. En vez de decirle que se leyera algún libro y se educara en el feminismo. En vez de enfadarme y montar en cólera por reducir a mi compañera a «dos tetas».

Tardaré en curarme este sentimiento amargo.

Pablo.

Acoso en los bares: «A todos les parecía muy divertida mi cara de agobio»

Publicado 22/12/2015

acoso-520x265Hace unos años, volvía con cervezas en la mano de la barra de un bar atestado de gente. Iba a reunirme de nuevo con mis amigos cuando un grupo de seis chicos me impidieron el paso. Al principio me lanzaron ataques verbales pero, transcurridos unos segundos, hicieron un corro en torno a mí y uno de ellos me tiró del pelo. A continuación, otro me tocó un pecho y el siguiente me quitó una de las cervezas que llevaba en la mano.

A todos les parecía muy divertida mi cara de agobio y se reían a coro de cada insulto. Yo intentaba salir de allí y buscaba a mis amigos con la mirada, pero el círculo se cerraba a mi alrededor. Quiero pensar que el bar estaba tan lleno que nadie se dio cuenta y por eso no vinieron a socorrerme. Cuando conseguí zafarme me fui a toda prisa fuera del bar, con una angustia difícil de explicar y lágrimas en los ojos.

Han pasado ya bastantes años, pero creo que no olvidaré aquella experiencia en la que me vi atacada y vejada por el hecho de ser una mujer y cruzar por delante de un grupo de machistas que no tenían otra cosa que hacer que acosar a alguien que pasaba por allí. También pienso en cuántas veces habrían actuado de manera similar con otras chicas creando recuerdos difíciles de superar.

Irene López.

Mis amigos y yo estábamos en un pub bastante conocido de Salamanca. Habíamos dejado los abrigos colgados en los percheros que hay debajo de la barra y, por la acumulación de gente, nos habíamos ido moviendo hacia otra zona. Cuando quisimos irnos, yo me ofrecí a ir a buscarlos. Al lado de donde estaban había un grupo de chicos.

Cuando empecé a recogerlos, noté que uno de esos chicos me tocaba el culo. Me giré inmediatamente y él apartó la mano. Le pregunté qué estaba haciendo. En ese momento llegó un amigo, que me preguntó qué me pasaba. No me dio tiempo a decir ni una palabra porque el desconocido se dirigió hacia mi amigo: «Ah, perdona tío, la había confundido con mi novia». Se me quedó cara de imbécil.

De todo este asunto aún no sé qué me molesta más: que un desconocido me sobase como si tuviese ese derecho sobre mí o que mi amigo no se diese cuenta de que él no tenía que haber aceptado jamás unas disculpas que no iban dirigidas a mí y además me humillaban aún más. Tengo claro que su falsa disculpa no fue por tratarme como si fuera una objeto, sino que se dirigió a mi amigo por confundirme con algo de su propiedad.

Ana Sánchez.

Y de regalo por asistir al debate… una corbata

Publicado 16/12/2015

Cuando abrí el regalo era una bonita corbata roja. Habría sido un regalo estupendo, la verdad es que sí, de no ser porque nunca me he puesto una y ahora tampoco pienso hacerlo por una sencilla razón: soy una mujer.

Ya se habían disculpado cuando, tras finalizar el debate sobre política energética en la que participé, me entregaron un regalo envuelto: «No te pega mucho», «puedes regalárselo a alguien». Me despedí con prisas y solo pensé que quizá se tratase de algo formal; algo que no es de mi estilo. Pero no, era justo eso, una corbata.

Me pregunto: si ese es el regalo por defecto, ¿nadie pensó que una mujer podría participar en un debate? ¿Nadie pensó que quizá sea una mujer a la que haya que agradecer haber dicho algo interesante? Y lo que es aún más grave, si la consultora dedicada a comunicación y Public Affair da este mensaje, ¿es que solo trabaja con hombres?

Supongo que lo sensato habría sido no regalar nada antes que regalar una corbata. Y justo de inmediato replantearse: ¿qué clase de empresa somos si ignoramos sistemáticamente a la mitad de la población?

Marta.

Las mujeres no saben de coches

Publicado 21/11/2015

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Hace unos años decidí comprarme un coche. Un coche para mí, con mi dinero. Fui con mi pareja a varios concesionarios y todos los vendedores se dirigían a él. Otras veces me acompañó mi padre y misma situación: yo era invisible. En algunas ocasiones los empleados me llegaban a dar la espalda o les ofrecían a mis acompañantes masculinos si querían probar el coche, un vehículo que desde el principio había dejado claro que era para mí. Era tan evidente la situación que mi padre le dijo a uno de los trabajadores: «No tienes que venderme el coche a mí, sino a ella que es quien lo va a pagar».

Irene.

Mi marido y yo decidimos comprar un coche de segunda mano. Él no tiene mucha idea, así que era yo la que preguntaba por los caballos, la antigüedad, si tenía cambiada la correa de distribución… pero nadie me respondía directamente a mí. Durante la visita al último concesionario, me acompañaba un compañero de trabajo. La empleada que nos atendió tuvo la misma tentación de dirigirse a él. Al día siguiente, volví con mi marido y, en este caso, tardó poco en darse cuenta de que, por más que le preguntaba sobre los caballos del motor, él no dejaba de mirarme para que lo sacara del apuro.

Natalia.

El otro día fui a un desguace a por una pieza de recambio para el motor de mi coche. Me acompañaba mi padre porque está jubilado y tiene tiempo libre, no porque entienda del asunto. Mi marido es mecánico y yo tengo algo de idea del tema (mi padre, en cambio, nada en absoluto) por lo que yo sabía exactamente la pieza que debía pedir, su nombre y, por si acaso, llevaba un par de fotos en mi móvil.

A la hora de atendernos, el empleado se dirigió a mi padre sin dudarlo un instante e incluso usó el singular «¿qué quería?», a pesar de que éramos dos. A continuación, cuando me dirigí a él para pedirle la pieza, preguntó un par de detalles del coche. Le contesté yo de nuevo, pero siguió dirigiéndose a mi padre en todo momento. Se ve que las mujeres no podemos saber de mecánica.

Ana.

Historias en la consulta del pediatra

Publicado 11/11/2015

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Mi marido y yo acudimos siempre a las revisiones pediátricas de nuestra bebé juntos. Él se muestra parte activa en la visita: comenta, viste y desviste a la niña cuando hace falta, le cambia el pañal… Pero siempre, tanto la pediatra como la enfermera, al hablar de los cuidados del bebé, la alimentación o el baño lo hacen dirigiéndose a mí en exclusiva, como si fuera la única responsable de esos cuidados. ¿Cuándo van a dejar de asociar los cuidados de los hijos e hijas exclusivamente con las mujeres? ¿Por qué sistemáticamente se olvidan del padre?

Kira

padreplanchandoHace unas semanas mi pareja y yo tuvimos que ir con nuestra hija a urgencias. La médico que nos atendió nos indicó que iban a poner a la niña unos paños de agua para bajarle la fiebre en una habitación contigua a la consulta donde nos atendieron.

Cuando salimos de la sala, la doctora se dirigió a mí para decirme que solo la madre podía entrar a la habitación. Yo debía esperar fuera, según sus indicaciones. Me quedé estupefacto. ¿Por ser un hombre soy menos útil que la madre y no se cuidar de mi hija?

Carlos

La llave del gas es cosa de hombres

Publicado 06/11/2015

Hace unos días hubo una fuga de gas en mi comunidad. Un técnico entró a mi casa para cerrar la llave y averiguar dónde se había producido la fuga. Era domingo y mi novio estaba cocinando mientras yo recogía. Nos dijo que volvería, y cuando lo hizo dio la casualidad de que tanto mi pareja como yo estábamos hablando por el móvil.

Yo estaba más cerca de la puerta así que fui a abrir y dejé el teléfono para atenderle. El técnico entonces se puso nervioso, no atinaba a explicar lo que teníamos que hacer con la llave del gas y terminó diciéndome: «Es un momento, voy a hablar con su marido para que sepa lo que hay que hacer». Me negué, le dije que podía comentármelo a mí. De hecho, es mi casa porque no vivimos juntos, así que me parecía normal que yo fuera su interlocutora.

Pero como ya conocía el camino a la cocina, decidió entrar y pedir a mi novio que se asomase a la ventana para que viese cuál era la posición correcta de la llave. Supongo que algo tan simple como que la llave tiene que quedarse cerrada porque siguen sin saber de dónde viene la fuga yo no podía comprenderlo. Mejor hablarlo con mi «marido», alguien que tenga voz en casa.

Lo que más me molesta es que con las ganas de acabar cuanto antes con esa visita, pues tenía una llamada que atender, no reaccioné. Me quedé parada y permití que le explicase todo a mi pareja. Cuando colgué el móvil analicé cómo había sido la situación y me cabreé. Me pregunto qué habría pasado si hubiese estado sola en casa, o hubiese estado con compañeras de piso. ¿De verdad hay personas que creen que hace falta un hombre para entender qué hay que hacer con la llave del gas?

Ainhoa.

FUENTE: http://www.eldiario.es/micromachismos/?page=2

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#AñoNuevo2016

24 Dic

feliz-2016

#InfiernoParaMujeresyNiñas

20 Dic

Publicado en eldiario.es, bajo el título “El negocio del café en Honduras: 40% del PIB, un infierno para mujeres y niñas”, Liana Liseth Funes Giron / Patricia Méndez Rodríguez – Ayuda en Acción Honduras, 24/11/2015

  • En Honduras, el negocio del café aporta aproximadamente el 40% de su PIB. Quince de sus dieciocho departamentos se dedican a la producción del grano.
  • El café emplea de forma precaria y temporal al 20% de la población hondureña. En los cafetales, niñas y mujeres sufren las peores condiciones laborales y violencia sexual.
  • Acompañamos y damos formación a mujeres hondureñas para que se organicen y defiendan sus derechos, con el objetivo de revertir esta situación.
  • Recordamos la realidad que aún viven muchas mujeres en Honduras, Mozambique o Nicaragua
En Honduras el 94x100 de los casos de violencia sexual quedan impunes. Foto Arnulfo Coto-Ayuda en Acción

En Honduras, el 94% de los casos de violencia sexual quedan impunes. Foto: Arnulfo Coto/Ayuda en Acción

El café, conocido también como oro negro por ser la segunda materia prima de exportación a nivel mundial después del petróleo, emplea a unos 25 millones de agricultores que se dedican a su cultivo en todo el mundo. En Honduras, la producción y comercialización del café no solo se considera uno de los pilares económicos del país, sino también un símbolo de reconocimiento internacional, pues es una de las bebidas exportadas más populares. Honduras se divide territorialmente en dieciocho departamentos, de los cuales quince son productores de café. El microclima que se da en las zonas más frías, así como la altitud del país, son factores fundamentales que favorecen su calidad; la excelencia de su grano actualmente ocupa el cuarto lugar a nivel mundial.

Datos nacionales del Banco Central de Honduras indican que el negocio del café aporta alrededor del 40% del Producto Interior Bruto. El Instituto Hondureño del Café (IHCAFE) cuenta con un registro de al menos ciento veinte mil familias dedicadas al corte de café, lo que corresponde al 20% de la población. Estas familias se movilizan a las zonas cafetaleras del país con la esperanza de generar algunos ingresos y mejorar su bienestar, y es por ello que la producción y comercialización de café juega un papel muy importante en las economías locales.

Sin embargo, el trabajo del sector cafetalero genera únicamente trabajo temporal, a pesar de que obliga a familias enteras a migrar de un departamento a otro hacia las fincas durante la época de corte de café; en ellas trabajan tanto los hombres como las mujeres, las niñas y los niños. Lo contradictorio es que este aparente desarrollo económico no ha sido congruente con la reducción de la pobreza. El coste de la mano de obra es impuesta a los pequeños caficultores por los grandes finqueros, quienes negocian con las compañías internacionales mejores precios y condiciones de venta, estableciendo una cadena de valor que esconde la explotación de cientos de familias y donde impera un enorme desequilibrio de género, ya que son las mujeres y las niñas quienes se llevan la peor parte.

El trabajo en los cafetales se da en condiciones laborales sumamente precarias. Las mujeres y las niñas se enfrentan a múltiples desigualdades y se encuentran en constante riesgo de sufrir violencia sexual, en un contexto en el que la impunidad contra esta forma de violencia alcanza el 94% en el país. El personal de los centros de salud da cuenta de esta situación, alertando que durante la época del corte de café se presenta un incremento alarmante del número de adolescentes y niñas de incluso 10 años embarazadas. Por este motivo, en Ayuda en Acción hemos querido acercar la realidad de las mujeres y las niñas que trabajan como cortadoras en las fincas de café en Honduras contando sus historias de vida. Mientras incrementa el PIB del país, ellas luchan entre plantas de café por combatir una desigualdad silenciada.

El negocio del café supone el 40x100 del Producto Interior Bruto de Honduras. Foto Arnulfo Coto-Ayuda en Acción

El negocio del café supone el 40% del Producto Interior Bruto de Honduras. Foto: Arnulfo Coto/Ayuda en Acción.

La vida entre cafetales: tres mujeres, tres historias

Rosario tiene 47 años, su esposo se marchó a EEUU hace 17 años, dejándole un pequeño terreno donde cultiva café y seis hijas. Él la llama por teléfono de vez en cuando, especialmente en la época del corte de café, para ofrecerle préstamos para que compre abono y le pague a los trabajadores cuando el precio del café es muy bajo. A ella le indigna esta situación, no solo porque él no ha cumplido con sus responsabilidades de padre durante muchos años, sino porque si aceptara sus préstamos él no dudaría en quitarle la tierra. Doña Chayo, como le dicen en la comunidad de cariño, entiende muy bien lo que es ser mujer y por eso trata diferente a las mujeres que cortan café en su pequeña finca, que ha triplicado. Ella se encarga de cuidar a las niñas y los niños mientras sus madres hacen el corte de café, a la vez que se lamenta por no poder pagarles más. El precio no depende de ella, sino de los cuatro grandes cafetaleros que compran el café a todas las pequeñas fincas de la comunidad.

Recorriendo otras fincas nos encontramos con Rebeca, una joven de 17 años que estudia segundo año de computación y quiere ir a la universidad a estudiar matemáticas. El dinero que obtiene del corte de café le sirve para comprar los cuadernos que necesita para el colegio, aunque saca muy poco dinero: apenas noventa lempiras (4 euros) por día, pues le pagan a lempira la libra de café cortado en rama. Rebeca va al corte de café desde que era una niña, cuando acompañaba a su abuela Josefa a las fincas de los alrededores de su casa; ahora lo hace junto a su padre y sus cuatro hermanos en una finca que queda a tres horas de su casa. Para ella, el día es más cansado que para sus hermanos, porque se levanta en la madrugada a preparar la comida que se van a llevar a la finca y que se comen en el descanso de las 9:00 am. Ella hace el corte a un paso más lento que los otros, llevando el ritmo de sus hermanos pequeños, quienes la cuidan porque la mayoría de los trabajadores son hombres. Al lado de sus hermanos se siente segura, pero si tuviera que hacerlo sola sentiría miedo de que se “aprovecharan” de ella.

También está Maritza, que trabaja en las montañas de Comayagua. El camino hacia la finca en la que corta café es largo, y a menudo impracticable por las lluvias; “muchas veces hay que caminar una hora desde donde nos deja el carro”, cuenta. Maritza lleva amarrada a la cintura una pesada canasta donde va amontonando el café de su jornal, con el que luego llenará los sacos que esperan vacíos a un lado del suelo. Las plantas, enormes y húmedas, son capaces de esconderlo y silenciarlo todo, aunque va acompañada de sus dos hijos, de 4 y 6 años. El corte de café implica seleccionar el grano maduro, llamado camuliano, con cuidado de no arrancar el pitillo –pedúnculo que une el fruto con el tallo de la planta–, pues se perdería la siguiente cosecha. Maritza trabaja de sol a sol y sólo vuelve al barracón, donde comparte un cuarto con los demás cortadores y cortadoras, al caer la tarde. Allí descansan personas como ella, que dejaron sus comunidades para trabajar y obtener algún ingreso para su familia. En el barracón tiene que soportar las miradas, las risas o las palabras groseras de hombres desconocidos (también cafetaleros), al tiempo que intenta conciliar el sueño sabiendo que han abusado y violado a otras compañeras.

Son mujeres que además han sufrido la violencia en silencio, por temor a represalias y por desconocer qué hacer o dónde buscar ayuda. “Para nosotras, los cafetales son una de las pocas alternativas de generar ingresos en el año; así podemos pagar el dinero que nos han prestado o la escuela de los niños. Pero quisiera romper el silencio y gritar todo lo que hay tras el corte de café, hablar del verdadero precio de una taza que llena de placer las bocas de quienes lo toman e hipnotiza con su agradable aroma”, concluye Maritza.

En Ayuda en Acción, aun reconociendo que el sector cafetalero es uno de los más poderosos en Honduras y vital para la economía del país, trabajamos para revertir esta situación impulsando estudios, campañas locales, nacionales e internacionales que den a conocer lo que se esconde detrás de la explotación cafetalera. Por eso estamos organizando a las mujeres trabajadoras en el corte de café, a madres como doña Chayo o Maritza y jóvenes como Rebeca, para que tengan condiciones dignas de trabajo y se sientan seguras y protegidas.

FUENTE: http://www.eldiario.es/ayudaenaccion/negocio-Honduras-PIB-infierno-mujeres_6_455714452.html

  • Algunas negritas son de CoMEGén.

#CulturaDeLaViolación

13 Dic

Publicado en eldiario.es, sección Cultura / Cine, bajo el título “Cuando la violencia sexual es mostrada como romántica“, por Belén Remacha 24/11/2015

No siempre son las de siempre: también ocurre cuando el protagonista de una película como Virgen a los 40 afirma que «hay que buscar tías muy borrachas»

Desde que existe el arte, la violencia sexual y sexista ha sido representada en diversas obras de la literatura, de la pintura o del teatro. Muchas veces, como un ideal romántico. En eso se basa la cultura de la violación: la naturalidad, embellecimiento, erotización de la violencia sexual. La aceptación de dominación del hombre sobre la mujer que tiene como último resultado la violencia, y su justificación en todos los ámbitos de la sociedad. Uno de sus vehículos es y siempre ha sido casi desde su nacimiento el medio audiovisual. Tanto para difundirlo como, en ocasiones, para criticarlo.

Paulina, dirigida por el argentino Santiago Mitre y remake de La Patota (1960), llega el viernes a las carteleras de nuestro país como la penúltima representación de esta realidad social. La protagonista, interpretada por Dolores Fonzi, es una profesora que decide trasladarse a continuar su labor docente en poblaciones más conflictivas. Al poco tiempo, es violada por varios jóvenes, entre ellos algunos de sus alumnos. Sin denunciar, decide volver a las aulas. Mitre obtuvo este año en el Festival de Cannes el Gran Premio de la Crítica con esta película.

Hace más de 13 años que el mismo festival se estremecía ante la violencia y morbosidad de Irreversible, dirigida por el también argentino Gaspar Noé. En ella asistimos a una cruda escena de violación con lo que el filósofo y crítico cultural Eloy Fernández Porta califica como «el plano voyerista de la segunda fila», una forma habitual de representar una violación en el cine, «con una perspectiva alejada, en plano medio, que permite al espectador acomodarse en un confortable y lejano punto intermedio».

El huracán Baise-moi

Un par de años antes, en el 2000, y también en Francia, Virginie Despentes levantaba ampollas y ansias de censura con  Fóllame (Baise-moi), basada en su novela homónima. Pero si la cinta de Gaspar Noé se asocia al existencialismo, la de Despentes emplea un tono punk que podría vincularse al movimiento riot grrrl. La violencia se da aquí la vuelta de manera brutal contra los hombres, con unas protagonistas a su vez fuertemente marcadas por la violencia machista. Fernández Porta explica la divergencia de opiniones que se crearon entre el público a partir de dos formas de reaccionar ante una violación: la que lo afronta como un hecho traumático, y la protagonista, Manu, que lo acepta como una forma más de violencia y casi el mal menor. «Son dos formas de reclamar el propio cuerpo», concluye Fernández Porta.

En un impactante diálogo, el personaje Manu define el verdadero atrevimiento de Despentes: «Me la sudan sus pollas de mierda, porque antes de estas hubo muchas más. Que se jodan, es como cuando aparcas el coche, no dejas nada de valor dentro porque no podrás impedir que lo abran. Yo no puedo evitar que unos gilipollas entren en mi coño así que no dejo dentro nada de valor».

El cortometraje español Pornobrujas tomaba la misma idea en 2012 para actualizar la visión de la violación en el imaginario cinematográfico, al representar en diferentes personajes las diversas reacciones que una víctima puede tener ante una violación: la que quiere denunciar, la que sabe que el sistema no le va a hacer caso, la que sólo siente rabia, la que lo vive como un trauma, la que quiere continuar con su vida sin sentirse marcada por este hecho.

Parecido ocurre en la cinta de horror  Felt, basada en las experiencias e imaginación de la coguionista y actriz principal, Amy Averson. Estrenada en mayo de este año, la protagonista, víctima de traumas sexuales y harta de la sociedad falocéntrica, decide crearse un alter ego en forma de grotescas figuras masculinas. « Felt no fue planeada como una crítica o análisis de la cultura de la violación», afirmaba Averson en una entrevista. «La película comenzó como una documentación de las hostiles y misóginas actitudes que me encuentro regularmente, y se convirtió en una fantasía oscura sobre cómo arremeter contra ellas». Y continuaba diciendo que «era mi manera de presentar a Jason Banker -el director- un sistema que continuamente devalúa mi voz y da luz a la violencia sexual que yo he resistido, y de expresar lo que quería hacer sobre ello».

La violación es un tema muy recurrente como línea argumental o elemento secundario en todo tipo de películas a lo largo de la historia del cine. En algunas incluso con un tratamiento empoderante, como en Thelma & Louise o Millenium. El propio Fernández Porta reivindica Acusados como casi un evento generacional.

Pero, también en muchos casos, se banaliza o incluso se añade únicamente como elemento morboso (como cuando encontramos en Juego de Tronos violaciones que en la historia original eran sexo consentido). Quizá la causa tengamos que buscarla también en la invisibilización de las mujeres en el séptimo arte. Si sólo el 7% de películas están dirigidas por mujeres, si menos del 20% de los guiones tienen participación femenina, ¿cómo va a haber una representación realista de los problemas que nos atañen? Si no nos dibujamos a nosotras mismas, ¿cómo vamos a vernos reflejadas?

«Hay que buscar tías borrachas»

Pero lo que consigue perpetuar la cultura de la violación no son precisamente las películas sobre violaciones. La cultura de la violación la reafirman más actitudes como la de uno de los protagonistas de Virgen a los 40 cuando afirma que «hay que buscar tías muy borrachas»; cuando en  Los dos lados de la cama se dice «acuéstate conmigo porque estoy mal, no seas egoísta»; cuando en  A tres metros sobre el cielo el personaje de Mario Casas observa al de María Valverde mientras se desnuda a pesar de que ella le pide que no le mire; cuando las princesas Disney son resucitadas gracias a besos de desconocidos; cuando en  50 sombras de Grey se desvirtúa el BDSM para acabar romantizando la violencia de género; y por supuesto, también cuando en  Hable con ella la violación no es sólo un acto de amor sino, además, de salvación.

Esas actitudes, en cualquier medio, son las que crean poso. En este caso, en películas dirigidas a un público desde infantil hasta cinéfilo pasando por palomitero. La representación de la violación en sí misma también puede ser peligrosa: depende del enfoque del director o directora, puede crear rechazo y concienciación o puede generar una normalización confundida entre tantos otros signos, constituyendo una forma más de morbo.

Por eso lo que indigna desde el feminismo cuando se ve un abuso sexual en Juego de Tronos no es el mero acto, entre tantas otras formas de violencia: lo que indigna es, además de la gratuidad dentro de la trama, que esté tan asumido que ni siquiera detectemos una violación como lo que es. Que nos sumerjamos en la cultura de la violación sin oxígeno.

FUENTE: http://www.eldiario.es/cultura/cine/violacion-fotograma_0_455654721.html

#MarcasInvisibles

6 Dic

Publicado en eldiario.es, bajo el título “El miedo, la culpa y el dolor crónico, algunas de las marcas invisibles de la violencia machista”, Carolina Martínez, 24/11/2015

La violencia contra la mujer provoca efectos como la inseguridad o los dolores crónicos, que persisten cuando acaba el maltrato

«Aunque creas que estás bien, de repente pueden volverte las pesadillas o darte cuenta de que de vez en cuando te giras por la calle», explica una víctima

Solo el 45% de las víctimas solicita ayuda a servicios médicos, legales o sociales, según datos del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad

efectos violencia machista

La violencia contra la mujer puede provocar huellas psicológicas que no desaparecen nunca.

El golpe no es el inicio como tampoco es el fin. Ni la violencia es solo física ni sus consecuencias acaban con la desaparición del último moratón. La huella queda, existe y es notable. El miedo, la culpa, la dependencia, el aislamiento y el trauma sexual que siguen a los episodios violentos pueden acompañar a quienes los sufren para siempre.

«La violencia física no se suele dar en un comienzo», explica Timanfaya Hernández,  psicóloga experta en asistencia a mujeres maltratadas. «Las primeras formas de violencia hacia la mujer aparecen representadas en control psicológico, celos y sometimiento de la víctima», argumenta Hernández, que asegura que la violencia machista aparece a través de un «fenómeno de escalada».

«Los episodios violentos van aumentando de intensidad progresivamente», especifica la psicóloga, que aclara que en los casos que ella conoce «el maltratador pasa del control psicológico a los golpes». En este proceso la víctima se siente sola, humillada y acaba dependiendo emocionalmente de su agresor.

Marcas invisibles

Es cuando una mujer está inmersa en el ambiente violento cuando la culpa empieza a aparecer. «Al inicio está confusa, no sabe qué está pasando y cree que es su culpa», explica Timanfaya, que añade que esta sensación viene provocada por el agresor, que «se encarga de que la víctima sienta que es ella quien provoca que él se descontrole».

Pero esta sensación no acaba cuando las agresiones desaparecen. La culpa las persigue en el tiempo. «Cuando ya has salido sigues sintiendo que es culpa tuya», explica Exdra Noguera, víctima de malos tratos y una de las fundadoras de la fundación Miriadas, formada por mujeres víctimas de la violencia de género. «Una situación así te deja sin autoestima, te sientes desprotegida», añade Exdra, que asegura que esta sensación provoca que muchas víctimas acaben volviendo al lado de su maltratador.

«La huella de la violencia se te impregna para siempre», cuenta la fundadora de Miriadas, que asegura que lo más importante para la recuperación emocional de una mujer maltratada es la asistencia psicológica continuada. «Cuando sales de esta situación tienes miedo, ansiedad, insomnio y aunque pasen tres años y creas que estás bien, de repente pueden volverte las pesadillas o darte cuenta de que de vez en cuando te giras por la calle», añade Noguera, que se no se define como una víctima del machismo, sino como «una superviviente».

La experta de la Asociación Vida sin Violencia, autores de la Guía de Violencia de Género, Beatriz Morales añade más posibles consecuencias de la violencia de género. «Todo depende de cada caso, de la intensidad de los episodios violentos y sobre todo del tiempo que han estado sometidas», explica Morales, que enumera como posibles consecuencias de los ataques el desarrollo de fobias, cambios en en el estado de ánimo, bloqueo emocional, estrés postraumático, trastornos psicosomáticos, cambios en el estado de ánimo y posibles ideas suicidas.

Beatriz recuerda que aunque la principal huella es psicológica, algunas de las mujeres que han soportado las agresiones durante mucho tiempo pueden tener incluso consecuencias físicas. Los dolores de cabeza, los trastornos de la conducta alimentaria, la fatiga y el dolor constante son también consecuencias de la violencia machista, así como en algunos casos el desarrollo de dolor muscular crónico.

La importancia de la asistencia psicológica

«Cuando acaba el maltrato tú eres tu última preocupación y tus hijos la penúltima. La primera es él», cuenta Exdra Noguera basándose en su propia experiencia y en la de sus compañeras de la fundación. Desde Miriada recalcan la importancia de recibir asistencia psicológica, lo que consideran de «vital importancia» para recuperar la autoestima y la independencia.

Solo el 45% de las víctimas ha acudido a  algún servicio médico, legal o social a solicitar ayuda, según los datos de la macroencuesta 2015 sobre la violencia contra la mujer elaborada por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. De éstas, únicamente el 29,22% ha recibido asistencia psicológica.

FUENTE: http://www.eldiario.es/sociedad/aislamiento-huellas-violencia-acaba-golpes_0_455654653.html

#25Noviembre2015

29 Nov

Publicado en el diario.es, sección Desalambre, 24/11/2015, “Diez datos sobre la violencia contra la mujer en el mundo”.

Este 25 de noviembre se celebra el Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra la Mujer, «una pandemia mundial», denuncia Naciones Unidas

La ONU Mujeres recopila datos sobre la magnitud de un problema social que comparten todos los países del mundo

Una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual; la mitad de sus homicidios son a manos de sus parejas o familiares; y suponen el 98% de las víctimas de explotación sexual

madres de mujeres desaparecidas en ciudad juarez

Imagen de archivo: Madres de mujeres desaparecidas en Ciudad Juárez, México, muestran pancartas con los nombres de sus familiares desaparecidas, durante una marcha de 370 kilómetros para exigir que les sean entregados los restos de jóvenes. EFE

Cuatro historias que explican por qué India es uno de los peores países para las mujeres

«Una pandemia». Así denomina la ONU la violencia contra la mujer en el mundo, una asignatura pendiente marcada por la discriminación de género que impera en todos los países del mundo. Las regiones ricas y empobrecidas del globo comparten su maltrato a la mujer por el hecho de serlo, recuerdan las Naciones Unidas a través de  una serie de datos con motivo del Día Internacional de la Erradicación de la Violencia contra la Mujer, este 25 de noviembre.

«Ya sea en el hogar, en la calle o en los conflictos armados, la violencia contra las mujeres es una pandemia mundial», indica la ONU Mujeres, entidad de la ONU para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer. En la  Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer de las Naciones Unidas se define ésta como «todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada».

Los datos son importantes, para medir el problema, estudiarlo y, sobre todo, saber cómo atajarlo. La relatora especial de la ONU sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Dubravka Šimonović, ha pedido en esta cita internacional que todos los países creen un ‘Observatorio del Femicidio’ u ‘Observatorio de los Asesinatos por Razones de Género’, que englobe todos los asesinatos de mujeres.

1) 1/3 de las mujeres ha sufrido violencia física o sexual

La Organización Mundial de la Salud (OMS) empleó el término «pandemia» en referencia a la violencia de género tras publicar los resultados de  un estudio que apuntaba que una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual en el mundo. El maltrato, según estas cifras, es infligido principalmente por parte de sus compañeros sentimentales.

En México, seis mujeres son asesinadas cada día.  La hija de Norma Andrade fue secuestrada y asesinada en 2001 en Ciudad Juárez. Después de años de protestas empezó a recibir amenazas. «Sufrí el primer atentado el 2 de diciembre de 2011. Me dieron cinco impactos de bala de calibre 357 (la primera quedó alojada al lado del corazón, la segunda me destrozó la mano, y las otras tres me atravesaron el hombro y me destrozaron el húmero). El segundo atentado ocurrió el tres de febrero de 2012 en Ciudad de México, me dieron dos cuchilladas en la mejilla derecha y en el cuello», contó la mujer a eldiario.es.

2) Las matan sus conocidos en la mitad de los casos

Casi en uno de cada dos casos de asesinatos de mujeres el autor era su compañero sentimental o un miembro de la familia, en 2012. La ONU recupera esa cifra del Estudio Mundial sobre el Homicidio de 2013, de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por su nombre en inglés). El porcentaje para las mujeres es del 47% mientras que, para los hombres, ese dato se reduce hasta el 6% de las víctimas masculinas.

Marta Anguita estuvo a punto de convertirse en una de ellas. Protagonista del documental ‘La maleta de Marta’, dirigido por Günter Schwaiger sobre la violencia de género, sufrió un brutal ataque de su expareja hace quince años. Este, que durante años le infligió maltrato psicológico, la atropelló y le asestó 16 puñaladas. Ella consiguió vivir, pero su calvario acababa de empezar: su familia le dio la espalda y los medios de protección no garantizaban su seguridad, por lo que tiene que vivir escondida.

3) Países donde no está penada la violación conyugal

2.600 millones de mujeres y niñas viven en países donde la violación en el matrimonio no está explícitamente penalizada. «Solo 52 países la han penalizado expresamente», recuerda la ONU Mujeres.

Uno de los países que no ha hecho los deberes es Irán, donde las mujeres son consideradas como «máquinas de procrear», denunció Amnistía Internacional en un informe. No se pena la violación dentro del matrimonio, se considera que la mujer debe cumplir sus «deberes conyugales». Tampoco lo es en India, donde las alarmantes cifras de violaciones a mujeres – cada media hora es violada una mujer en el país– no incluyen los abusos de los maridos a sus esposas.

Rohaní dice que hay que contar con Irán para lograr la paz en Oriente Medio EFE

Rohaní dice que hay que contar con Irán para lograr la paz en Oriente Medio EFE

4) La mitad de las europeas ha sufrido acoso sexual

En la Unión Europea, «del 45% al 55% de las mujeres han sufrido acoso sexual desde los 15 años», denuncia la ONU Mujeres. El acoso es la solicitud de «favores sexuales, para sí o para un tercero, en el ámbito de una relación laboral, docente o de prestación de servicios, continuada o habitual», que provoca a la víctima «una situación objetiva y gravemente intimidatoria, hostil o humillante»,  explicó a este medio la abogada María José Varela, miembro de la Asociación de Asistencia a Mujeres Agredidas Sexualmente.

El acoso es una de las formas de violencia sexual «más invisible», por delante de la violación y el abuso, aunque en todo caso los datos no llegan a abarcar la magnitud del problema. Según una macroencuenta sobre violencia contra las mujeres de la FRA (Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea), en España un 6% de las mujeres ha sufrido violencia sexual, pero apenas un 15% de los sucesos más graves se comunican a la policía.

5) La primera relación sexual es una violación

En algunos países, hasta un tercio de las adolescentes afirma que su primera relación sexual fue forzada. La ONU Mujeres extrae este dato del  Informe mundial sobre la Violencia en el Mundo de la OMS de 2002, en el que las cifras rompen en estereotipo de que los países ‘ricos’ o ‘desarrollados’ sufren estas violaciones de derechos humanos en menor medida que los empobrecidos o en vías de desarrollo.

Según éste, el 23% de las mujeres de Londres Norte (Reino Unido) dijeron haber sido víctimas de un intento de violación o de una violación consumada por parte de su pareja a lo largo de su vida. En Guadalajara (México) y Lima (Perú) se registraron cifras similares, con un 23%, y también en la provincia de Midlands, en Zimbabwe, con un 25%.

Carmen, cumplidos los 16, comenzó a hacerse pis en la cama. Su familia descubrió entonces que un par de años antes un chico con el que salía ocasionalmente la había violado. «Mis padres no me dejaban irme con él en la moto, así que, cuando lo hice y me forzó, no me atreví a contárselo a nadie», contó a este medio.

6) La explotación sexual tiene nombre de mujer

«El 98% de los 4,5 millones de personas víctimas de explotación sexual forzada son mujeres y niñas», indica la ONU Mujeres. La trata consiste en «la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras fuerzas de coacción (…) con fines de explotación», según la define el Protocolo de las Naciones Unidas para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas. La explotación sexual, que atrapa en su gran mayoría a mujeres como indica la ONU, es solo una de las formas de trabajo forzado. Además, la explotación puede tener como objetivo otros delitos, como el tráfico de órganos.

Selene fue una de esas mujeres. Dejó su país natal, Rumanía, para fugarse con su novio, que se había trasladado a España con su familia. En Girona, le esperaba el negocio de la prostitución y un compañero sentimental al que ya no conocía. Estaba sola. Después de su primer cliente, le dijo que no que quería volver a hacerlo. «Si lo has hecho una vez, puedes hacerlo más veces», le argumentó su pareja. Por la tarde volvió a negarse; él le propinó una paliza que la dejó inconsciente en el suelo.

7) 133 millones de mujeres han sufrido la ablación

133 millones de niñas y mujeres que viven en la actualidad se han visto sometidas a la mutilación genial femenina en los 29 países de África y Oriente Medio donde la práctica es más habitual. Esta vulneración de los derechos de las niñas consiste en la extirpación parcial o total de los genitales femeninos externos por motivos no médicos, según la define la OMS.

A Jennifer le practicaron la ablación en su país, Kenia. Su mutilación se complicó aún más de lo habitual. Casi se desangra. Recordó el dolor con horror en un encuentro con medio y no dudó en destacar otra de las muchas razones de su arrepentimiento: «Cuando te lo hacen, te pueden obligar a casarte con un desconocido».

cuchillas con que se practica la ablación Imagen cedida por World Vision

Las cuchillas con las que se practica la ablación/ Imagen cedida por World Vision.

8) Los éxitos contra la mutilación genital

Los dicursos en contra de la ablación han ido calando en las comunidades donde se practica. Hoy la probabilidad de que una niña sufra la mutilación genital es una tercera parte inferior a la de hace 30 años, indica la ONU. Entre las consecuencias, destacan las dificultades en la vida sexual de las mujeres, las complicaciones en el parto, las infecciones vesicales y urinarias recurrentes, los quistes y la esterilidad, según la OMS.

Fátima Djarra Sani, natural de Guinea-Bissau, tenía 4 años cuando le practicaron la mutilación genital. Y, al igual que Jennifer, no se la hará a sus hijas. Fátima es mediadora de Médicos del Mundo y resume su convencimiento en una frase: «Si piensas en qué beneficios te ha traído la ablación, no querrás hacérsela a tus hijas». En su libro Indomable (Editoriales Península), pretende acercar la complejidad social que rodea a esta práctica.

9) 230 millones de mujeres casadas antes de los 15 años

El matrimonio infantil es, según lo define Unicef, la unión formal o informal antes de los 18 años. La ONU Mujeres alerta de que 700 millones de mujeres que viven en la actualidad se casaron antes de esta edad. De ellas, más de un tercio se casó con menos de 15 años. Las consecuencias de un matrimonio infantil suelen ser el fin de las actividades propias de la infancia, como el juego y la educación. Además, las jóvenes están más expuestas a los peligros: «Las niñas que se casan en su infancia tienen un mayor riesgo de sufrir violencia por parte de su compañero», indica la agencia.

Kakenya Ntaiya dijo «no quiero». En su país, Kenia, el 25% de las niñas menores de 15 años están casadas. Entre su pueblo, los Maasai, nueve de cada diez se convierten en esposas en cuanto alcanzan la pubertad. Pero ella se resistió a pasar por ello. «Donde yo nací lo que se espera de las chicas es que se casen justo tras la mutilación genital y que tengan hijos. La vida para las niñas es generalmente difícil porque son ellas las que se hacen cargo de todo, cocinar, ordeñar las vacas, limpiar la casa, traer el agua desde el río, cuidar a los familiares, lavar la ropa…

No tienen mucho tiempo para leer y estudiar por eso suele ser habitual que no les vayan bien los estudios y suspendan. Entonces, los padres tienen tendencia a pensar que las niñas son menos inteligentes y que no tienen por qué ir a la escuela».

10) Ser pobre multiplica la probabilidad de casarse de niña

Las niñas pobres «tiene 2,5 veces más probabilidades de casarse en la infancia que las que tienen más recursos». Unicef también alerta de esta situación, en la que el matrimonio infantil se convierte «en una estrategia para la supervivencia económica, ya que las familias casan a sus hijas a una edad temprana para reducir su carga económica». La lucha contra la pobreza, además de la educación y la legislación en contra de la discriminación de género es fundamental para combatir esta violación de los derechos de los niños.

Narasamma Harijana abraza a su hija Navaneetha, a la que quiso casar con 15 años. Zigor Aldama

Narasamma Harijana abraza a su hija Navaneetha, a la que quiso casar con 15 años./ Zigor Aldama

Navaneetha Harijana habría sido una de ellas si no fuese por la intervención de la Fundación Vicente Ferrer, que consiguió detener la boda cuando sólo faltaba una semana para su celebración. Ella tenía 15 años y su padre escuchó los rumores de que se había enamorado de un chico y le ordenó dejar de acudir a la escuela para casarla con su tío. Su madre, que también contrajo matrimonio cuando le llegó la primera menstruación y quedó embarazada a los 15, accedió. «Mi marido, además, está preocupado por el tema de la dote, porque cuanto más mayor sea la niña, más dinero hay que ofrecer, y nosotros somos pobres», explicó a eldiario.es.

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Este artículo contiene información de Javier Molina, Sofía Pérez, Maribel Hernández, Zigor Aldama, Paz Vaello Olave, Ana Boyero, Laura Olías y Gabriela Sánchez.

FUENTE: http://www.eldiario.es/desalambre/datos-violencia-mujer-mundo_0_455655267.html

#MachismoLatinoamericano

22 Nov

Publicado en elpais.com, por Madrid, 22 OCT 2015, bajo el título «El machismo se ensaña con América Latina»

  • El número creciente de mujeres asesinadas en la región enciende las alarmas sobre la falta de implementación de las leyes contra la violencia de género
  • Un encuentro de expertas aborda la cuestión en Madrid
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Ramunda Lima, brasileña, se pregunta si hay realmente igualdad en el marco de una campaña del Banco Mundial. Brazil. / Romel Simon (World Bank)

Edelmira Murillo Gutiérrez tenía 30 años, tres hijos y estaba embarazada del cuarto cuando su marido le clavó un hacha en el pecho el pasado agosto. Murió en aquel mismo instante en el suelo de la cocina de su vivienda en El Zapote (Honduras). Su asesino confeso alegó que estaba “cegado por los celos”. “Me dijeron que ella me pagaba mal con otro hombre, era solo para mí y no iba a permitir que eso ocurriera, por eso la maté”, dijo tras ser capturado por la policía días después del crimen, según recoge la prensa del país. Este es un capítulo más de la historia interminable de la violencia machista que en América Latina escribe sus líneas más sangrientas.

“En los últimos años, el número de feminicidios ha aumentado de manera alarmante en muchos países de la región. Según un informe reciente, de los 25 países que registran una mayor tasa de estos crímenes, más de la mitad (14) son latinoamericanos —cuatro en el Caribe, cuatro en Centroamérica y seis en Sudamérica—”, destaca el informe anual 2015 de ONU Mujeres para América Latina. Honduras, El Salvador, Guatemala y México no solo encabezan la lista con las más elevadas cifras de asesinatos de mujeres por el hecho de serlo, sino que además el número no deja de subir año tras año. Por su parte, Argentina ha protagonizado una de las más multitudinarias manifestaciones en el último año contra la violencia bajo el lema #Niunamenos. En Colombia, la fotógrafa Lineyl Ibáñez denunciaba el machismo que impregna el reggeaton en una impactante campaña en la que los violentos versos eran plasmados literalmente en una instantánea. Las movilizaciones en las calles de Bogotá en mayo de 2015 pedían de nuevo que no haya “ni una Rosa más”, en referencia a la muerte de Rosa Elvira Cely, de 35 años, que falleció tras ser violada y pedir sin éxito auxilio telefónicamente en repetidas ocasiones al servicio de emergencias, y que ha dado nombre a la ley contra los feminicidios en el país. En Uruguay, medio millón de personas se sumaban a las manifestaciones en la región al grito de ¡Si nos tocan a una, nos tocan a todas!

Para abordar el reto de revertir esta violencia contra las mujeres en la región, mejorar la atención a las víctimas y favorecer su acceso a la justicia, el Programa para cohesión social en América Latina (EUROsociAL) de la Comisión Europea, ha reunido en Madrid a expertos (mayoritariamente mujeres) en la materia. “Las sociedades construidas en una cultura patriarcal están basadas en la opresión. Esto hay que transformarlo a través de la igualdad como principio, pues sin ella, no hay cohesión social”, ha abierto el debate Miguel Lorente, exdelegado del Gobierno español para la violencia de género (2008-2011).

Las protestas ciudadanas se han transformado en algunos casos en leyes que tipifican la violencia de género como un delito, e incluso en el endurecimiento de las penas para los agresores y homicidas. Los avances son, sin embargo, desiguales; solo ocho de los 32 países firmantes de la Convención de Belém do Pará para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer en la región tienen leyes integrales con tal fin. Y los datos respecto a los resultados son tozudos: solo con papeles no se acaba, ni tan siquiera reduce, esta lacra. En Honduras, una mujer es asesinada cada 14 horas, revela la investigación Acceso a la justicia en caso de muertes violentas y femicidios del Centro de Derechos de la Mujer. En 2014, las víctimas mortales del machismo sumaron 526 en ese país, según sus datos. Tampoco en el capítulo del castigo y la reparación se han logrado avances significativos. Pese al aumento de denuncias presentadas por mujeres por violencia doméstica registradas por la Fiscalía Especial para la Mujer (4.992 entre 2012 y 2014), solo un pequeño número acabaron en condenas a los agresores (134).

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La fotógrafa Lineyl Ibáñez denuncia la violencia machista en el reggaetón.

En este sentido, Thelma Aldana, fiscal general de Guatemala, subraya la importancia de que las afectadas no solo cuenten con el marco jurídico, sino que además tengan acceso real a una justicia especializada en cuestiones de género. “Recuerdo cuando trabajaba en un juzgado de familia a 200 kilómetros de la capital. Llegaban mujeres violentadas y los oficiales les decían que se volvieran a casa y no les hicieran perder más el tiempo. ‘Tu marido hace bien en pegarte porque no le tienes bien atendido’, les decían”, ha rememorado Aldana en el encuentro. “Esa era la respuesta del Estado guatemalteco”, ha lamentado.

Fue en 2008, con la aprobación de la Ley contra el femicidio y otras formas de violencia contra la mujer cuando se observó la necesidad de establecer juzgados especializados. “Dos años después, en 2010, no se había creado ninguno”, se ha quejado la fiscal guatemalteca. Por eso, continúa, apostaron por pedir ayuda a la cooperación internacional para montar y poner en marcha este tipo de salas con personal experto en los departamentos del país con mayores tasas de este tipo de crimen. Desde entonces, Guatemala ha pasado de ocupar la segunda posición de la región en número de asesinatos de mujeres por razón de género a la cuarta, ha indicado Aldana. En 2013, 758 murieron de manera violenta.

Además, las penas se han endurecido, tal como ha destacado la fiscal: la condena por femicidio se ha elevado a entre 25 y 50 años de prisión, y la violencia contra la mujer se pena con entre cinco y ocho años de cárcel. También han subido el número de denuncias hasta convertirse, desde 2013, en el delito más denunciado en el país.

En Honduras, una mujer es asesinada cada 14 horas

Sin embargo, como ocurre en Honduras, son pocos los casos que se resuelven. «El 98% de los que llegan a los tribunales no se investigan», denunciaba Angélica Valenzuela, directora del Centro de Investigación, Capacitación y Apoyo a la Mujer de Guatemala (Cicam) hace un año en un encuentro similar en el mismo lugar para buscar soluciones a la violencia machista en América Latina. «Solo el 2% acaban con una sentencia. Y de ellos, el 35% son absolutorias”, advertía.

Desde la Comisión Interamericana de Mujeres de la Organización de Estados Americanos (OEA), han planteado la necesidad de que los países cumplan con los acuerdos internacionales a los que se han comprometido libremente, no solo en lo que a lucha contra la violencia machista se refiere, sino también en el registro de datos y elaboración de estadísticas. Así lo ha expuesto en su intervención en el debate celebrado en Casa América este miércoles Luz Patricia Mejía, secretaria técnica del mecanismo de seguimiento de la Convención Belém do Pará del mencionado organismo.

La falta de datos comparables y estadísticas fiables señalada por Mejía ha centrado buena parte de la conversación, al ser considerada a la vez síntoma de la invisibilidad del problema y freno para la elaboración de políticas precisas y a la altura de la magnitud del problema. “No solo se trata de tener la debida diligencia para actuar, sino también evaluar si se está haciendo bien o no”, ha añadido la experta. Irónica, Sonia Montaño, socióloga, activista e intelectual boliviana que capitaneó durante quince años la División de Asuntos de Género de la Cepal, ha dicho: “No entiendo cómo los países son capaces de calcular su PIB de manera armonizada en todo el mundo, y no se hace lo mismo con la violencia de género”.

“Ahora contamos cuántas mujeres mueren a manos de sus parejas o sus exparejas. Y los países de la región han iniciado una especie de carrera por tipificar cada cual más tipos de violencia contra la mujer, pero luego en la práctica los jueces no admiten las argumentaciones. Hay altas tasas de no implementación”, ha alertado Montaño.

Otras masculinidades; en busca del hombre pacífico

La mayoría de homicidios en Costa Rica tienen por agresor y víctima a un varón respectivamente. Ocho de cada 10 asesinados son hombres, la mayoría jóvenes relacionados con el narcotráfico o las bandas. El 20% restante son mujeres, de las que la mitad tenían algún tipo de relación con su agresor. Teniendo en cuenta estos datos, el país trata de prevenir la creciente violencia centrándose en los dos grupos de población protagonistas: juventud y mujeres.

En ambos casos, ha señalado Victor Barrantes, viceministro de Paz del país, parte de la solución pasa por formar a los hombres en “nuevas masculinidades”. “Tenemos una sociedad machista y basada en estereotipos de una masculinidad hegemónica que impide a los hombres resolver los problemas de una forma pacífica y optan cada vez más por medios violentos”, detalla. Por eso, el Gobierno costarricense cree que si se fortalecen las capacidades de diálogo para la resolución de conflictos de los varones, no elegirán las vías del machete y las balas, añade.

Tenemos una sociedad machista y basada en estereotipos de una masculinidad que impide a los hombres resolver los problemas de forma pacífica

Victor Barrantes, viceministro de Paz de Costa Rica

Esa idea de formar en una nueva masculinidad de los hombres también tendrá otros efectos positivos, además de la reducción de la violencia en general en el país, por ejemplo en la mayor participación de los hombres en la crianza de los hijos. “Que todavía es una tarea que recae principalmente sobre las mujeres”, ha recordado el mandatario. “Corresponde a los hombres sensibilizados trabajar sobre ese abordaje. Existe un mayor impacto cuando hombres hablan a hombres para abordar el problema de la violencia”, ha zanjado.

En este sentido, Montaño ha añadido que la batalla contra la violencia no es algo distinto de la lucha por la igualdad. “El empoderamiento acaba repercutiendo en una menor violencia. Los femicidios son solo la punta del iceberg de las relaciones de desigualdad. Por eso, cualquier política de igualdad es antiviolencia porque busca virar las relaciones de poder”.

#Güevedoces-o-Turnims

15 Nov

Publicado en eldiario.es, bajo el título «Los güevedoces, las niñas que se convierten en niños a los 12 años», por 17/10/2015

En los años 70 se dio a conocer el caso de una región de República Dominicana donde una de cada 50 niñas se convertía en niños al alcanzar la pubertad.

Estos casos ponen de manifiesto la importancia de los factores biológicos y socioculturales a la hora de desarrollar la expresión del género.

Los expertos aseguran que el sexo y el género no tienen definiciones fijas, desde un punto de vista científico.

En el pequeño pueblo de Salinas hay niños a los que el pene les crece a los 12 años. Estos jóvenes son criados como niñas hasta que sus genitales, hasta entonces ocultos, salen a la luz. El curioso caso de esta región de la República Dominicana se hizo público en los años 70, cuando una investigadora estadounidense viajó la isla para comprobar aquellas historias sobre niñas que al llegar a la pubertad se convertían en niños. Se conocían casos aislados en otras partes del mundo, pero en esta región es tan habitual que tienen incluso su propia palabra, los güevedoces.

quimica sexualCuando la doctora Julianne Imperato-McGinley llegó a Salinas, enseguida pudo comprobar que estaba ante un caso especial. En aquel pueblo uno de cada 50 niños (el 2% de la población) había nacido sin desarrollar sus órganos sexuales masculinos. Evidentemente, aquello no era una excepción estadística, así que la investigadora se puso a trabajar hasta que llegó a una solución.

La investigadora concluyó que el anormal desarrollo de los genitales de estos niños durante el embarazo se produce por una deficiencia en una enzima llamada 5-α-reductasa. Una baja actividad de esta enzima implica una menor producción de dihidrotestosterona, una hormona que tiene un rol esencial en la formación de los genitales externos masculinos. Al tener esta deficiencia, los órganos sexuales masculinos no se desarrollan completamente durante el embarazo y no salen al exterior, dando la sensación de que carecen de ellos y mostrando una imagen similar a unos labios y un clítoris. Solo al entrar en la pubertad es cuando los niños comienzan a generar testosterona y entonces se produce el cambio.

Otro caso en Papúa Nueva Guinea

sexologiamolecularLa deficiencia de esta enzima es una condición genética bastante común en esta parte de la República Dominicana, pero muy rara en otros sitios. Sin embargo, pocos años más tarde se descubrió un caso similar entre los miembros de la tribu Sambia, en Papúa Nueva Guinea. En este caso, a estos niños se les denomina «turnims», un acrónimo de la expresión en inglés turn in man (convertido en hombre).

El caso de los turnims fue estudiado a fondo por el profesor Gilbert Herdt, quien realizó estudios sobre el terreno durante dos décadas y que fueron recogidos en el libro ‘ La cultura sexual de los sambia‘. A diferencia de Imperato-McGinley, este investigador de la Universidad de San Francisco estudió los aspectos socioculturales y clínicos de la formación de género entre los niños sambia, analizando su evolución según iban creciendo.

Una de las principales diferencias observadas en ambos casos es la diferencia en trato hacia los niños. El hecho de que sean comunidades pequeñas y con poca variedad genética, ha provocado que se observe una prevalencia de estos nacimientos. Esto, a su vez, ha hecho que ambas culturas acepten en cierta medida la existencia de tres categorías sexuales: el macho, la hembra y el seudohermafrodita. Sin embargo, la forma de abordar la cuestión es radicalmente diferente entre ambas comunidades.

En Salinas el nacimiento de un seudohermafrodita es aceptado con naturalidad y la transición es celebrada como una ocasión especial, según relata la propia doctora Imperato-McGinley en sus estudios, publicados en 1974. Sin embargo, los Sambia consideran a los turnims como hombres imperfectos, siendo rechazados y humillados por sus familias y por el resto de la sociedad. Según ha explicado el profesor Herdt a eldiario.es, «los sujetos a los que se identifica como masculinos son tratados de forma diferente y, por ejemplo, no se les permite casarse con una mujer».

El sexo y el género no son blanco o negro

El caso de los güevedoces y de los turnims puso de manifiesto la importancia de los factores tanto biológicos como socioculturales a la hora de desarrollar la expresión del género. Desde entonces muchos otros estudios han evidenciado las dificultades que existen para abordar una definición clásica de lo que es masculino o femenino desde un punto de vista puramente biológico. Según el doctor Eric Vilain, director del Centro de Biología de Género de la Universidad de California, aunque la sociedad tiene opiniones categóricas sobre lo que debe definir el sexo y el género, la realidad es que « no existen evidencias biológicas que lo justifiquen y lo que nos encontramos es que hay muchas realidades intermedias«.

Pero pese a las evidencias científicas, casi 40 años después de los descubrimientos de estos investigadores, las personas que no entran en la estricta definición que marcan los patrones sociales siguen sufriendo todo tipo de discriminaciones, hasta el punto de plantear situaciones acientíficas e hirientes, como las recientes verificaciones de sexo realizadas a mujeres deportistas. Para el profesor Herdt, debemos seguir avanzando, «hasta conseguir que, de una vez por todas, nuestra sociedad acepte que el desarrollo humano es enormemente variable y que no debemos tratar de meter a todo el mundo en cajas limpias y ordenadas».

RECUPERADO DE: http://www.eldiario.es/sociedad/guevedoces-transgenero-hermafroditismo-ciencia_0_441306744.html

#CiertaMasculinidad

8 Nov
 Todo está marcado por la necesidad que muchas personas tienen de estar siempre por encima: No hay valor menos transformador que ese

Proliferan ambientes hostiles en los que la norma viene a ser algo así como “o pisoteas o te pisotean”. Es el sálvese quien pueda, la guerra por la guerra.

“En el taller nos explicaron que algunos hombres, sin darse cuenta, siguen sintiéndose obligados a demostrar su virilidad, lo que les somete a un estrés enorme, porque si no quedan siempre por encima sufren una enorme frustración”, me explica mi colega mientras tomamos unas tapas en una terraza. Las relaciones personales, la política y el trabajo, tres ámbitos distintos, están impregnados de lo mismo: la servidumbre de la masculinidad.

 Hay muchos hombres seguros que no sienten la necesidad competitiva de hacerse ver como superiores dominantes. Pero otros, si no cuentan con la suficiente formación feminista y el suficiente análisis de sí mismos, se ven arrastrados por la necesidad de quedar por encima de alguien. Y ese alguien suele ser una mujer, porque mandamos menos, cobramos menos y tenemos menos poder. Si, ante eso, una mujer protesta, corre el riesgo de que se le atribuya una subjetividad hormonal, porque en los códigos patriarcales el mal es nuestra presunta susceptibilidad y no los comportamientos autoritarios de algunos hombres.

Como mujer he padecido a menudo lo que un amigo llama “las meaditas” masculinas. Recuerdo que en una ocasión recibí un premio periodístico de prestigio por mi trabajo en Gaza y Ciudad Juárez. Un jefecillo, del que ninguno habréis oído hablar, se sintió obligado a comentar en público que no entendía que me premiaran. Su masculinidad estaba en entredicho ante una mujer que destacaba -y que además cubría guerras, el colmo- y tenía que marcar territorio para sentirse algo más seguro. El pobre era un mar de debilidades en un contexto muy hostil que le obligaba a ser “lo más”.

Como explica la socióloga Raewyn Connell, hablar de masculinidad no es hablar de los hombres, sino de la posición de los hombres en un orden de género. “La masculinidad hegemónica es aquella que garantiza (o se toma para garantizar) la posición dominante de los hombres y la subordinación de las mujeres”, indica Connell.

El estrés que llevan encima esos hombres movidos por la llamada de la selva no se lo deseo a nadie

Luchar por un mundo más igualitario, no patriarcal, implica que los hombres renuncien a los privilegios con los que nacen por el simple hecho de ser hombres. Y eso, subconscientemente, actúa como palanca de freno en actitudes cotidianas. Por eso no nos sorprendemos cuando estamos en conversaciones en las que los hombres solo se escuchan entre ellos, en las que nos interrumpen o nos ignoran.

Los detalles son habituales y pasan casi desapercibidos. Compañeras de profesión que son cuestionadas casi al unísono por dos o tres varones, algo que no suele ocurrir en sentido inverso. Jefes que sienten la imperiosa necesidad de dejar claro que mandan, y para ello nada mejor que una subordinada ante la que marcar territorio, o que dan por concluidas las reuniones cuando aún falta por intervenir alguna mujer. Hombres que no pueden evitar cuestionar a quien tienen al lado, sea hombre o mujer, soltándole alguna agresión más o menos velada. Y, por supuesto, mujeres que terminan asumiendo los mismos códigos para sobrevivir en ambientes hostiles en los que la norma viene a ser algo así como “o insultas o te insultan, o pisoteas o te pisotean”. Es el sálvese quien pueda, la guerra por la guerra.

Aún hoy hay hombres jóvenes que se sienten obligados a no mostrar ni un ápice de emotividad, no vaya a ser que se les confunda con seres débiles y femeninos. Compartimentan espacios, anulan los afectos y reducen tanto lo profesional como lo personal a códigos bélicos.

La servidumbre de la masculinidad impone peleas, sacrifica las emociones e impide a algunos descubrir quiénes son y elegir cómo quieren ser. Las mujeres tenemos un panorama desolador, pero el estrés que llevan encima esos hombres movidos por la llamada de la selva no se lo deseo a nadie.

Con semejantes dinámicas bélicas se perpetúan valores de dominación perjudiciales para todos. Otro mundo es posible, otro modo de hacer política es posible, y otros ambientes laborales son posibles. No hay nada más eficaz que trabajar desde el respeto y el compañerismo, sin violencia, con confianza y complicidad, de igual a igual. No hay valor menos transformador que la necesidad de estar siempre por encima.— eldiario.es (@eldiarioes) octubre 21, 2015

RECUPERADO DE: http://www.eldiario.es/zonacritica/servidumbre-cierta-masculinidad_6_443465672.html

#HomofobiaEnLasAulas

1 Nov

Publicado en eldiario.es, bajo el título “Homofobia en las aulas: «Me planteé acabar con mi vida en más de una ocasión»“, Marta Borraz, 28/10/2015.

«Sufrí acoso porque no seguía las normas establecidas, entre los insultos siempre se encontraba la palabra lesbiana», relata Saph, que ahora da charlas sobre diversidad en colegios.

El 43% de los jóvenes LGTB que lo sufren han pensado en acabar con su vida, un 35% lo ha planificado y un 17% lo ha intentado, según un estudio de la FELGTB

Un nuevo protocolo presentado por el Instituto de la Mujer pide la puesta en marcha de un Plan Estatal contra el Acoso que incluya la prevención de la homofobia

La Unesco ha calificado el acoso homofóbico como un "problema universal"

La Unesco ha calificado el acoso homofóbico como un «problema universal»

Saph Rodríguez ni siquiera era consciente de su orientación sexual cuando recibió los primeros insultos. A los 13 años sus padres decidieron cambiarla de instituto porque varios alumnos le propinaron una paliza al grito de «bollera» y «marimacho». Pero las agresiones, que habían empezado «desde muy pequeña», continuaron. Ahora, esta asturiana de 24 años ofrece charlas sobre diversidad afectivo sexual en colegios. «Sufrí acoso porque no seguía las normas establecidas, entre los insultos siempre se encontraba la palabra lesbiana», relata, «pero de mi sexualidad me di cuenta más tarde, con 17 o 18 años».

Como Saph, son varios los niños y niñas lesbianas, gays o transexuales (o que escapan de los patrones habituales de feminidad o masculinidad) que sufren agresiones por parte de otros compañeros debido a su orientación sexual o identidad de género. Aunque no hay datos oficiales, algunos estudios como el informe elaborado en 2012 por la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), revelan en base a una muestra -pequeña, de 325 personas- que un 57% de los jóvenes LGTB ha sufrido algún tipo de violencia física o psíquica en el ámbito educativo.

En ocasiones, la situación llega a un punto insoportable para los propios menores. Con la voz entrecortada al otro lado del teléfono, Saph confiesa que «en más de una ocasión me planteé acabar con mi vida». «Llegué a pensar que era yo la que tenía la culpa, que algo hacía mal para que la gente no me aceptara», recuerda.

Según el estudio de la FELGTB, que recopila casi una veintena de estudios realizados a lo largo de siete años, el 43% de los jóvenes LGTB que sufre o ha sufrido acoso ha llegado a pensar en acabar con su vida, un 35% lo ha planificado y un 17% lo ha intentado en una o varias ocasiones.

El estudio corrobora que, en los últimos años, se ha logrado un avance importante y la aceptación de la diversidad sexual entre los jóvenes «es bastante alta». Sin embargo, el acoso homofóbico sigue siendo una realidad con consecuencias: un 75% de los jóvenes ha sido testigo de agresiones en forma de rumores, insultos o burlas y el 6,4% ha presenciado palizas.

«Un problema universal»

Que el riesgo de suicidio «es mucho mayor entre adolescentes y jóvenes que no son heterosexuales o son trans» es una de las principales conclusiones que se extraen del  protocolo presentado el pasado lunes por el Instituto de la Mujer con el que se pretende evitar el acoso escolar homofóbico. Algo que ha sido calificado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) como un «problema universal».

«Es el más común de los tipos de acoso, está invisibilizado y no se toman medidas para acabar con él», sostiene José Ignacio Pichardo, profesor de Antropología Social de la Universidad Complutense de Madrid y coordinador del protocolo. Según el experto, el silencio es una de las principales dificultades para atajar este problema, pues solo el 18% de las víctimas se lo ha contado a sus padres o profesores, debido, en muchos casos, al miedo, rechazo o vergüenza a reconocer una orientación sexual o de género.

«Fue algo que llevé en secreto, sentía que no tenía apoyo y era algo que no entendía», declara Saph, que nunca se lo contó a otros compañeros de clase. El papel del resto de alumnos puede ser fundamental. Sin embargo, los expertos identifican otro escollo que hace que suelan mirar para otro lado y no intervenir. Es lo que llaman el miedo al «contagio del estigma», que no solo se proyecta sobre los chicos y chicas LGTB, «sino también sobre las personas que salen en su defensa», explica Pichardo.

El Consejo Escolar del Estado pide planes de igualdad

Ahora Saph recorre los colegios de Gijón con la asociación Xega para hablar de diversidad sexual y «resolver dudas a los alumnos porque hay muchos que no saben de la existencia de otras realidades». Sin embargo, su organización solo pisa las aulas de los centros que voluntariamente lo solicitan. La mayoría, dice Saph, son públicos. «Algunos católicos lo piden, pero suele haber una atmósfera de desinterés», analiza.

Para Kika Fumero, profesora de un instituto público de Tenerife, el problema es que el tratamiento de la afectividad y la diversidad sexual se convierte en una decisión de los propios profesores o los centros. Ella ha impulsado un proyecto de inclusión con una tutoría en la que recibe al alumnado LGTB con problemas, entrega material a los tutores o da charlas sobre ello. Sin embargo, es una excepción. «La mayoría del profesorado no se forma en esto ni la diversidad sexual se incluye en las escuelas de forma transversal», denuncia Kika.

Eso a pesar de que en 2007 el Consejo Escolar del Estado demandó la promoción de «planes de igualdad y de educación afectivo-sexual en las escuelas». «Si queremos que esto se incluya en las aulas debe haber una apuesta política», explica Pichardo, que asegura que algunas comunidades como Andalucía y Extremadura «han desarrollado instrumentos específicos contra este tipo de discriminación». Por eso, el protocolo que ha coordinado pide la creación de un Plan Estatal contra el Acoso, que incluya expresamente la prevención de la homofobia y la transfobia y observatorios que velen por su cumplimiento.

RECUPERADO DE: http://www.eldiario.es/sociedad/Homofobia-aulas_0_433606803.html

#ViolenciaContraLasMujeres

25 Oct

Publicado en elpais.com, bajo el título “Violencia contra las mujeres: la condena más injusta”, por Ana Alfageme 12 DIC 2014.

Trata. Acoso. Ablación. Feminicidio

Una epidemia de efectos devastadores ataca a la mitad de la población mundial.

Una de cada tres mujeres, 1.200 millones, sufre violencia machista o abusos sexuales. Preguntamos a cinco expertos cómo eliminar una lacra intolerable.

Máscaras blancas en Turín el día para la eliminación de la violencia contra las mujeres, noviembre de 2014. / Alessandro Di Marco (Efe )

Máscaras blancas en Turín el día para la eliminación de la violencia contra las mujeres, noviembre de 2014. / Alessandro Di Marco (Efe )

María quedó tirada, inconsciente, en un barranco tras ser molida a golpes por su novio. Sophia fue violada después de que un hombre le acuchillara y estrangulara en su propio coche. A S., su marido le cortó la nariz, los labios y las orejas. Ha ocurrido este año en España, Bolivia y Afganistán. Son solo tres de los 1.200 millones de mujeres en el mundo que sufren agresiones de su pareja o expareja (lo que denominamos violencia machista o de género) o ataques sexuales de terceros. Es el panorama al que se enfrenta una de cada tres personas de sexo femenino. Uno de cada seis habitantes del planeta.

Las cifras de los ataques físicos o psicológicos a mujeres retratan una mayor, global y diversa magnitud, de tal forma que no existe cultura que escape a una de las más graves violaciones de derechos humanos, expresión extrema de la desigualdad: 133 millones han sufrido algún tipo de mutilación genital en 29 países de África u Oriente Próximo. Casi la mitad de las mujeres de la UE han experimentado acoso sexual en el trabajo. Setecientos millones se han casado antes de los 18 años. Una de cada 10 niñas ha sido sometida a coitos forzados u obligada a mantener otro tipo de relaciones sexuales. Ellas suponen más de la mitad de los 21 millones de trabajadores forzosos fruto del tráfico de personas y la práctica totalidad de las víctimas de mafias sexuales. La mitad de las asesinadas en el mundo en 2012 lo fueron a manos de sus maridos, de tal manera que su casa resultó ser el lugar más inseguro.

Póngase en la piel de S., la afgana mutilada por su esposo. Piense en los hijos, si es que vieron al padre rebanar la cara a la madre. Si son varones, tienen enormes probabilidades de maltratar a su futura pareja; si son niñas, de convertirse en víctimas.

Imagine despertarse después de que su novio le ha pateado el vientre, estando usted embarazada, hasta creerla muerta, como le ocurrió a María. ¿Cómo seguir viviendo? ¿Podrán curarse algún día las secuelas, volver a trabajar, salir a la calle con cierta paz? La violencia contra las mujeres supone también millones de euros en costes económicos (hasta el 1,8% del PIB en pérdida de productividad en un país como Tailandia, por poner solo un ejemplo), pero además significa el aborto a golpes, el sida, el alcoholismo… o el suicidio.

O el asesinato, como le ocurrió al salir del trabajo a Sophia. Tenía solo 23 años. La peor cara del maltrato es el feminicidio, que abandera Centroamérica, una región atravesada por el crimen organizado y las maras, de las que las mujeres son víctimas y a las que también se han incorporado. Tanto El Caribe como América del Sur son también puntos calientes. “En la región central americana se suma la historia de guerras y conflictos en sociedades muy machistas en las que hay muchas armas”, retrata Nadine Gasman, que ha estudiado la violencia contra las mujeres en toda Latinoamérica para la ONU, “ y en las que se cometen crímenes con impunidad sistemática”.

Esta condena tan injusta para tantas es silente, subterránea, incluso en zonas del mundo teóricamente más avanzadas en igualdad. Según una encuesta elaborada en las 28 naciones de la UE, el maltrato grave de la pareja o expareja solo se denunciaba en un 14% de los casos. Un porcentaje similar de bajísima denuncia (13%) ocurría con los abusos sexuales infringidos por extraños.

¿Qué hacer ante una plaga que desgarra a las mujeres y a sus familias en todos los rincones del planeta? ¿Qué es lo que funciona y lo que no? ¿Acabaremos algún día con esta epidemia? ¿Cuál es el papel de los hombres, los agresores y los que sufren tanto como ellas?

Hemos planteado a cinco estudiosos de todo el mundo tres preguntas en apariencia simples y deliberadamente abiertas. Tanto como la dimensión de esta vergüenza:

  1. ¿Cómo acabar de una vez por todas con la violencia de las mujeres?
  2. ¿Qué medidas deberíamos haber tomado ya?
  3. ¿Qué es lo que está funcionando?

Miguel Lorente, exdelegado del Gobierno de España para la Violencia de Género

  1. Hay que trabajar en la causa de la violencia, que son los hombres maltratadores. Con educación, para romper estereotipos y esa construcción cultural que les impele a actuar para preservar lo que ellos consideran que debe ser la conducta femenina. Debemos inculcar que la mujer no es una cosa y que tiene los mismos derechos. Por otra parte, hay que concienciar con crítica social, campañas y leyes. No podemos esperar a que la incorporación de las mujeres jóvenes resuelva el problema.
  2. En España hemos retrocedido. Se ha perdido Educación para la Ciudadanía, la única asignatura que incidía en la igualdad, y por otra parte vuelven los colegios con segregación por sexo. Además, los organismos internacionales no tienen iniciativa. Por ejemplo, en la UE aún no existe una directiva de violencia contra las mujeres.
  3. Hay iniciativas locales en Latinoamérica y África, con formación, tanto a nivel escolar como profesional. Pese a que no se ha trabajado en las causas, en España un 82% de las mujeres consiguen escapar de la violencia de género y las muertes han disminuido un 33% en cinco años.

Claudia García-Moreno, jefa del departamento de Violencia contra las Mujeres de la Organización Mundial de la Salud

  1. No hay una vacuna ni una solución rápida. Pero es posible acabar con la violencia. Hay que responder a muchos niveles y en muchos sectores: hay que asegurar la igualdad y el acceso a un empleo de las mujeres, empoderándolas social y económicamente, transformar creencias y estereotipos. Donde es más aceptable la violencia contra las mujeres existe más violencia. Los medios de comunicación tienen un gran papel. Y hay que destinar dinero a la capacitación de las instituciones en los sectores de la educación, la salud, la justicia y la policía.
  2. Si bien se ha avanzado en reconocer el problema (es decir, se han producido cambios legales), la instauración de esas medidas realmente no funciona. Tendríamos que haber capacitado a los médicos, los abogados o los jueces, introduciendo este tema en su formación. Y haber generado más liderazgo en políticos y mayor compromiso en personas influyentes, además de invertir en la recolección de datos para la investigación.
  3. España es un ejemplo, por el reconocimiento de la violencia de género, aunque tenga sus problemas: pero existe un marco jurídico y un presupuesto para salud y educación. También hay algunos programas locales eficaces. Sudáfrica, con una iniciativa de microfinanciación para mujeres, consiguió que la violencia contra ellas descendiese en un 50% en dos o tres años. Una solución similar funcionó en Uganda cambiando actitudes sociales mediante trabajo comunitario.

Nadine Gasman, representante de ONU Mujeres en Brasil y exresponsable del departamento de Violencia contra las Mujeres en Latinoamérica para la ONU

  1. Lo primero, nombrar esa violencia y hacer justicia, algo muy importante: que las mujeres denuncien y que pase algo. Y que cuando la sufran, que se les atienda integralmente: con un sistema de salud y servicios sociales, apoyos económicos y una justicia pronta y eficaz. Los medios de comunicación son muy importantes, porque a muchas mujeres les puede salvar la vida. En los casos de feminicidio en Centroamérica, la visibilización ha sido crucial. Pero de todo eso, lo más importante es la prevención, trabajar con los jóvenes para superar los estereotipos de género. Pero simultáneamente hay que luchar contra la violencia que está ocurriendo aquí y ahora.
  2. Deberíamos haber puesto el dinero donde ponemos nuestras palabras: en salud, justicia y educación.
  3. En Brasil hay una app, Clique180, en la que se informa a las mujeres de las rutas más seguras y qué servicios públicos están más cerca, y ellas van introduciendo información. Tiene un botón para llamar al teléfono de atención. Luego está el programa El valiente no es violento que ha movilizado a los hombres en 13 países.

Brian Heilman, especialista en Género y Evaluación en el Centro Internacional de Investigación en Mujeres ( ICRW )

  1. Este tipo de violencia es un problema global. Por tanto, no hay una solución fácil. Pero uno de los pasos más importantes es cambiar la idea de que la violencia es aceptable. En demasiadas comunidades alrededor del mundo, las agresiones de los hombres hacia las mujeres se aceptan como una parte normal de la vida. Esto es falso; la violencia contra las mujeres es una violación de los derechos humanos, un delito, y una barrera para el crecimiento económico y el bienestar de los seres humanos.
  2. No puede ser responsabilidad de las mujeres acabar con esta violación que predominantemente toma la forma de actos de los hombres. Todos nosotros –hombres, mujeres y otros géneros– tenemos que comprometernos personalmente a no utilizar la violencia, y a partir de ahí trabajar juntos, simultánea e intensivamente, para prevenir y responder a estos ataques.
  3. Un programa llamado SASA! en Uganda empodera a hombres y mujeres para que se conviertan en activistas que lideran conversaciones acerca de las maneras en las que cada uno puede moverse para eliminar la violencia en su entorno. Este programa puede reducir drásticamente la violencia de género. La violencia se puede prevenir. A través de la investigación, ICRW busca soluciones. Programas como nuestro Movimiento de Igualdad de Género en los Colegios (GEMS) lidera esfuerzos para construir normas igualitarias y promover una masculinidad no violenta.

Diana Deligiorgis, especialista en gestión del conocimiento para poner fin a la violencia contra la mujer de ONU Mujeres

  1. La extensión de la violencia contra las mujeres y la magnitud de sus consecuencias requieren un rango de esfuerzos desde un nivel internacional hasta individualmente. Frecuentemente pensamos en las respuestas que se necesitan para las supervivientes, pero para acabar con todo debemos ir más allá de las consecuencias y trabajar proactivamente para enfrentar las causas que hacen que ocurra. Necesitamos promover la igualdad entre niños y niñas, hombres y mujeres, y necesitamos transformar corazones y cabezas para asegurar respeto mutuo, relaciones sanas y tolerancia cero para cualquier forma de abuso
  2. Acelerar las leyes, políticas y programas para la prevención y respuesta a la lacra. Los Gobiernos deben cumplir con sus compromisos. Implantar servicios multisectoriales y accesibles, desde líneas calientes hasta ayuda al empleo para víctimas durante largos periodos de tiempo. Asegurar y promover todos los derechos de las mujeres.
  3. La educación, sobre todo en secundaria, es un gran factor protector. Hay intervenciones grupales como Stepping Stones en 65 países; programas de microfinanciación combinados con aproximaciones de género en varios países, incluyendo naciones en guerra o en posguerra; intervenciones fuera de la escuela para jóvenes y hombres. Todo ello acompañado con la mejora global de la situación de las mujeres.

RECUPERADO DE: http://elpais.com/elpais/2014/12/11/eps/1418314479_013550.html

de Elia Martínez-Rodarte

Educación sexual y divulgación científica de la sexología. Consultoría, asesoría, consultas y talleres en educación sexual y sexología.

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El Demonio Blanco de la tetera verde

Traducciones feministas y antirracistas.

...Alwari...

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Compilado por Jose Ángel Lozoya y Jose María Bedoya, editado por Chema Espada

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COMUNIDAD DE HOMBRES POR LA IGUALDAD